Hace 75 años se dio el primer terremoto del pasado siglo XX que destruyó la capital nicaragüense. Fue un 31 de Marzo de 1931. Un 23 de Diciembre de 1972, Managua, la capital de Nicaragua en Centroamérica, fue estremecida por otro seísmo. Pasaron de diferencias 41 años. El tipo de construcción de las dos épocas se caracterizaron por ser de un material rudimentario denominado el adobe de tierra. Término usado para indicar la mezcla arreglada de tierra fina, agua y excremento de las vacas. Ese tipo de material de construcción era echado en una estructura previamente elaborada de madera con sus soportes respectivos. Todo de madera.
La Managua de las dos épocas con sus diferencias marcadas tenía como esencia ese tipo de construcciones 1931 y 1972. Un espacio y dos tiempos distintos. En 1972 vimos nacer dos edificaciones que todavía quedaron firmes pero en proceso de deterioro. Los edificios de los Bancos, el Central y el Banco de América. Ambas a punto de colapsar pero que nadie toma las medidas respectivas sobre esas edificaciones. Un punto de referencia y partida entre la aldea y la contemporaneidad. Managua antigua y la Managua nueva la que nunca arrancó porque se murieron esos dos tiempos que esperan desde 1931 todavía un verdadero y consciente ordenamiento urbano.
Ahora no existen lo controles sobre cómo debe ser construida una verdadera ciudad. Todos construyen como en la Managua desaparecida de 1931 y 1972 como les indica el mercado según sus cálculos mezquinos y falsos valores. No saben valorar inclusive ese mercado. Una calidad altísima genera confianza que perdura por siglos. Sin embargo, existen falsos constructores a los cuales no les importa levantar edificios con lo último de los diseños arquitectónicos, encima de fallas sismológicas.
A esos les vaticinamos la finalización de su prestigio que se caerían lo que duraría en segundos la duración de un posible terremoto. Por eso debe de existir una ética del constructor nacida dentro del alma y exteriorizada hacia la obra que se levanta. Tened cuidado. Leyendo informaciones sobre el terremoto del 31 de marzo de 1931 del historiador nicaragüense, Gratus Haftelmeyer, Historia de Managua, narra que el polvo de las casas caídas en Managua durante el terremoto, mató a centenares por asfixia.
Explica el historiador que lo más difícil fueron los incendios provocados por el movimiento telúrico que se iniciaron en el mercado de la capital a las diez de la mañana. La población estaba concentrada entonces en el momento del terremoto del 31 en el llamado mercado de Managua. Basta imaginar las consecuencias del devastador terremoto en ese instante con gente aglomerada y huyendo desesperadamente. Algo parecido sucedió en la destruida capital del año 1972.
El incendio del mercado fue más destructivo que el propio terremoto. La misma historia Los encargados de autorizar las construcciones lo hacían desmedidamente sin seguir las más elementales normas y reglas para construir y levantar bien. Solo nos queda preguntarnos: Hasta cuándo? Se repetirá la misma historia cíclica? Estamos preparados para el próximo terremoto que estremecerá a Managua, Nicaragua, sin ser pesimistas, puesto que estamos en fallas y fallas sismológicas? Hace 75 años un Terremoto nos dio las enseñanzas que nunca debemos de olvidar para el hoy y el mañana.