Los balances sobre el desempeño anual del Gobierno son diversos y contradictorios, según sea la identidad política de quien emita la opinión. Para unos fue un año dónde nació la esperanza, mientras otros no reconocen un solo logro oficial y lo califican incluso como un "año nefasto".
El tema no es trivial, pues tiene relevancia ya que se trata de la administración de los recursos de todos los ciudadanos y del rumbo que viene tomando el país, para el bien o el mal de la gente. El bajo crecimiento y la alta inflación, son usados por los "candidatos
opositores democráticos", que apuestan al fracaso oficial para mejorar su posición electoral.
Lo cierto es que 2007 fue un difícil año de transición: La nueva orientación gubernamental hacia un "mercado justo", hacia la "atención a los sectores marginados", hacia el "desarrollo de la micro-economía", y hacia "una democracia que dé efectiva participación a los ciudadanos en las decisiones que afectan sus vidas", -además de enfrentar la natural "resistencia al cambio" y la adaptación a una institucionalidad que no existía en los 80's-, fue influida negativamente por los severos desastres naturales, el colapso del abandonado sistema de electricidad y el impacto a la producción por el alza petrolera, que afectó drásticamente a la más frágil economía del istmo.
También es cierto que todos, sin excepción, deseamos que el año que comienza 2008 sea mejor, caracterizado por el alivio de la calidad de vida de los habitantes más pobres, el aumento de los empleos productivos, el progreso de nuestras instituciones, y el incremento de la confianza, la tolerancia y la convivencia democráticas.
Pero, las acciones para el desarrollo integral, sostenible y con equidad, que debemos realizar para alcanzar estas metas comunes, necesitan del análisis de lo acontecido con el mayor nivel de objetividad: ¿Cómo iniciamos el año concluido 2007?, ¿qué se hizo
durante el período?, ¿hacia dónde queremos ir?, y finalmente ¿qué retos se nos imponen para realizar estos propósitos?
Es un hecho objetivo que después de los "Acuerdos de Esquipulas", Nicaragua y por supuesto Centroamérica, gozan hoy del más largo período de estabilidad, de alternabilidad democrática y de gobiernos con autoridades civiles elegidas en elecciones libres. Sin embargo es también una realidad que nuestra joven democracia es todavía frágil, que las instituciones hay que afianzarlas y que la economía en los 17 años de gobiernos liberales desde 1990 hasta 2006 sufrió distorsiones y se desarrolló sólo para el beneficio de unos pocos, creciendo la marginalidad, el analfabetismo, el hambre extrema y la exclusión
social. Estos eran (y continúan siendo) los retos y la situación que encontró el gobierno de Daniel Ortega y que debemos todos encarar y cambiar, para nuestra propia satisfacción y el bienestar de nuestros hijos y nietos.
En el año que pasó 2007, quedó claro que no tenían ningún fundamento los pronósticos apocalípticos de los llamados "sectores democráticos" sobre el gobierno de Ortega. A su pesar, con el nuevo gobierno "no regresó la guerra", "no se estableció el servicio militar", "no se estatizó la economía", "no se suspendieron las libertades democráticas", "ni se rompió relaciones con los Estados Unidos" y mucho menos "se partidizaron el Ejército ni la policía".
Antes bien, la nueva administración, ratificó el CAFTA, suscribió un Acuerdo con el FMI, consolidó la relación con los Estados Unidos, reparó la relación con los hermanos países centroamericanos y reavivó los vínculos con México. Ciertamente todo esto se hizo en el marco de la autodeterminación, sin menoscabo de los afectos políticos del Presidente con los tradicionales amigos de Cuba, Venezuela, Libia e Irán.
Además en el 2007 se confirmó la "Economía Social de Mercado" y el rol protagónico del Sector Privado, se inauguraron Comisiones de trabajo con los diferentes sectores del COSEP y se avanzó -con apego a las leyes- en la negociación de concesiones de servicios públicos con empresas transnacionales a las que gobiernos anteriores dieron estos servicios. Todo esto se realizó sin transigir en la orientación Social que debe de tener nuestra economía, reivindicando el "Carácter Subsidiario del Estado", reclamando la "responsabilidad social" del sector empresarial –especialmente en el pago de sus impuestos- y privilegiando la atención a los sectores más débiles de la sociedad.
Entonces, al iniciar 2008, están claramente delineadas las políticas públicas de "mercado justo", "priorización de la atención a los sectores marginados", "desarrollo de la micro-economía", y "profundización de la democracia para que los ciudadanos tengan efectiva participación en las decisiones que afectan sus vidas", y se realice así el Poder Ciudadano.
Pero también, no podemos desconocer que el proceso emprendido ha generado resistencia, excesos y una fuerte controversia amenazando con dividir a la sociedad y pasmar el desarrollo inmediato del país. La relación oficial con sectores del periodismo nacional y con algunos dueños de medios de comunicación se ha tensionado. Así mismo el diálogo político se ha polarizado, dándose a menudo reacciones primarias, sin racionalidad ni sensatez.
El Sistema Judicial ha llegado a su agotamiento. Además de decisiones controvertidas emanadas por los Tribunales, sus altos funcionarios han reconocido actuaciones respondiendo a sectores. Sin mejoría de la seguridad jurídica, no habrá inversión, ni desarrollo, ni bienestar.
Urge por lo tanto un diálogo franco y respetuoso, que produzca un acuerdo de beneficio popular que, nos haga coincidir y trabajar juntos por el desarrollo nacional. Diversos líderes sociales coinciden en reclamar esta iniciativa señalando que "Lo más idóneo y sano es el
dialogo sincero, en el cual cada uno, sin esconder nada sobre la manga se ponga sobre la mesa, en respeto a la Constitución, para que se conserve el Estado de Derecho, e iniciar el Año Nuevo en ambiente nuevo, sin buscar el bien personal y más bien buscar el bien de todos los ciudadanos", como lo exhortó ayer el Arzobispo de Managua Monseñor Leopoldo Brenes.
En efecto, el año 2007 fue un difícil, pero prometedor año de transición. En el pasado, en momentos de gran confrontación hemos sido capaces de entendernos y superar las diferencias. Por eso, al iniciar el 2008, tenemos fe de que seremos hábiles, para encontrarnos en derredor de un "Acuerdo o Plan de Nacional Desarrollo con Rostro Humano", que nos haga jalar parejo en la construcción de la "Nicaragua Grande" que Rubén Darío nos invita a soñar, y por la que lucharon y dieron sus vidas nuestros Próceres.