En los últimos años, el interés de las empresas por los agrocombustibles ha pasado de un trote suave a una estampida a toda velocidad. Pero también ofrecen oportunidades de lucro que los promotores del nuevo esquema de los negocios "ecológicos" captaron muy rápido. Cuantiosas cantidades de dinero se vuelcan ahora en todo el mundo a proyectos de agrocombustibles.
En los últimos años, el interés de las empresas por los agrocombustibles ha pasado de un trote suave a una estampida a toda velocidad. Para los grupos empresariales y los políticos, los agrocombustibles ciertamente son una de las formas de energía "renovable" más potables porque encajan fácilmente en la economía imperante basada en el petróleo. Pero también ofrecen oportunidades de lucro que los promotores del nuevo esquema de los negocios "ecológicos" captaron muy rápido. Cuantiosas cantidades de dinero se vuelcan ahora en todo el mundo a proyectos de agrocombustibles, con consecuencias trascendentes.
La ola de inversiones en agrocombustibles está replanteando el agronegocio mismo. Hay nuevos y poderosos actores que convergen en el sector. Las empresas de cosméticos están vendiendo biodiésel. Grandes petroleras compran plantaciones. Especuladores de Wall Street firman acuerdos con barones feudales del azúcar. Todo el caudal de dinero que circula por el mundo reorganiza e intensifica las estructuras transnacionales, vinculando a la más brutal clase terrateniente del Sur con las más poderosas empresas del Norte.
Este documento analiza la expansión de las inversiones empresariales en agrocombustibles y el control que asumen sobre ellos. Brinda un panorama de quiénes están invirtiendo en agrocombustibles y adónde va el dinero. Busca esclarecer los modos en que las empresas transnacionales promueven las "ventajas ambientales" y los "beneficios económicos" que dejarían a los agricultores, absorbiendo en sus estrategias de lucro el desarrollo de estos combustibles como si fueran alternativos.
Quién pone el dinero para agrocombustibles
¿Es una tendencia, una burbuja o una reconfiguración estructural? Es difícil decirlo a esta altura. Calificarla de inundación es tal vez la forma más apropiada de describir el incremento de inversiones en agrocombustibles ocurrido en los últimos años. Difícilmente pasa un día sin que en algún lado se dé la noticia de que se echó a andar una nueva refinería millonaria de agrocombustible. ¿Quién está invirtiendo en esta nueva articulación?
Como cabría suponer, los grandes de los agronegocios son uno de los principales respaldos. Compañías de materias primas agrícolas como Archer Daniels Midland (ADM), Noble y Cargill realizan ya fuertes inversiones. También las compañías que se especializan en el comercio del azúcar, el aceite de palma y, en menor medida, la forestación.
También está el dinero del sector energético. Grandes compañías petroleras como British Petroleum (BP) y Mitsui están realizando inversiones sustanciales. También lo hacen las compañías petroleras más directamente vinculadas a las agendas de sus gobiernos en materia de agrocombustibles, como es el caso de Petrobrás de Brasil y PetroChina, y empresas más pequeñas como PT Medco de Indonesia y la Compañía Nacional de Petróleo de Filipinas.
Pero tal vez la más agresiva fuente de inversiones en agrocombustibles provenga del mundo de las finanzas. Varias de las casas más poderosas e importantes del capital globalizado se han trepado al juego de los agrocombustibles. El financiamiento proviene de bancos tales como Rabobank, Barclays y Société Générale, y de fondos de capital como Morgan Stanley y Goldman Sachs, especializados en compras de empresas y que pueden transferir rápidamente miles de millones de dólares de una parte a otra del mundo.
El Grupo Carlyle: ¿una empresa de agrocombustibles?
El Grupo Carlyle es un fondo inversión de 55 mil millones de dólares y notorio allegado en Washington. En los últimos años ha realizado numerosas adquisiciones vinculadas a los agrocombustibles a través de sus grupos de energía renovable. Su cartera incluye a uno de los mayores grupos de etanol obtenido de caña de azúcar ( ver el cuadro sobre el conglomerado Crystalsev) y numerosas fábricas de agrocombustibles en Estados Unidos y Europa, que administra con grandes agroempresas como Bunge y ConAgra. En enero de 2007 se unió a Goldman Sachs y a Richard Morgan, uno de los apoyos financieros más importantes del presidente George Bush, para asumir el control de la empresa de distribución de energía Kinder Morgan, que maneja aproximadamente 30 por ciento del etanol vendido en Estados Unidos.
Además, están los multimillonarios: George Soros, el gurú de los fondos de cobertura, es dueño de operaciones en el rubro etanol/agronegocios en Brasil; Bill Gates posee una de las empresas productoras de etanol más grandes de Estados Unidos; Vinod Khosla, famoso en Google, es un importante inversionista en una gama de negocios dentro del rubro de producción y tecnología de agrocombustibles; y el dueño del Grupo Virgin y ahora Virgin Fuels, Sir Richard Branson, tiene una abultada cartera de inversiones en agrocombustibles. Estos titanes de la globalización no solamente aportan sus cuantiosas fortunas a la fiebre de oro de los agrocombustibles, sino también su fuerte peso político.
Algunas transnacionales que invierten en biocombustibles
Agronegocios: ADM, Cargill, China National Cereals, Oils and Foodstuffs, Import & Export Corporation, Noble Group, DuPont, Syngenta, ConAgra, Bunge, Itochu, Marubeni, Louis Dreyfus
Azúcar: British Sugar, Tate & Lyle, Tereos, Sucden, Cosan, AlcoGroup, edf & Man, Bajaj Hindusthan, Royal Nedalco
aceite de palma: IOI, Peter Cremer, Wilmar
forestación: Weyerhaeuser, Tembec
Petróleo British Petroleum, Eni, Shell, Mitsui, Mitsubishi, Repsol, Chevron, Titan, Lukoil, Petrobrás, Total, PetroChina, Bharat Petroleum, PT Medco, Gulf Oil
Finanzas Rabobank, Barclays, Société Générale, Morgan Stanley, Kleiner Perkins Caufield & Byers, Goldman Sachs, Carlyle Group, Kohsla Ventures, George Soros
Por supuesto, detrás de todo esto, reduciéndoles los riesgos a los grandes "especuladores" del mundo, están los gobiernos y los organismos internacionales de préstamo, tales como el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales. Los miles de millones que ofrecen a través de subvenciones directas, exenciones impositivas, construcción pública de rutas de transporte, sistemas de comercialización de carbono y préstamos blandos son lo que hace económicamente viable el negocio de los agrocombustibles.
Adónde va el dinero
"El negocio va a estar en la producción del cultivo" Nancy DeVore, Bunge Global Agribusiness.
Ciertamente hay una conexión entre la efervescencia de los agrocombustibles y el salto en los precios del petróleo que comenzó hace un par de años. Pero un aumento del precio del crudo no termina de explicar el tipo de inversiones a largo plazo que los grandes jugadores están realizando actualmente en agrocombustibles. El precio del petróleo, aun en el caso de que las reservas mundiales estuvieran mermando, está determinado todavía por la especulación, que tiene una relación muy suelta con la oferta y la demanda. Con la misma rapidez que puede aumentar el precio del petróleo, también puede caer, liquidando en el proceso a los productores de agrocombustibles. Esto es precisamente lo que le ocurrió a la industria del etanol en la década de 1980.
La característica actual del mercado de los agrocombustibles no es tanto el precio del petróleo sino el nivel de respaldo de los gobiernos. Por una serie de razones políticas, sin duda relacionadas con el creciente interés de las empresas en combustibles "renovables", los gobiernos de los principales países consumidores de petróleo han dispuesto o están en vías de dictaminar que el combustible para transporte contenga porcentajes mínimos de etanol y biodiésel. En conjunto, las subvenciones y esta demanda garantizada sientan las bases de un gran mercado cautivo para las corporaciones de agrocombustibles.
Aun así, la viabilidad de los agrocombustibles sigue en duda, y sus ganancias todavía están a merced de otra variable importante , el precio de la materia prima, del vegetal utilizado para producir el agrocombustible.
Los costos de producción de un cultivo pueden viabilizar o frustrar una operación de agrocombustibles, y no es fácil para un productor controlar el precio porque la industria de los agrocombustibles está siempre en competencia con otros mercados, especialmente el de alimentos, que depende de los mismos cultivos o de las mismas tierras. En efecto, el éxito de los agrocombustibles -manifestado en su creciente utilización - provoca un aumento en los precios de los cultivo al convertirlos en materia prima y reduce las existencias. Y un aumento en los precios puede ser letal porque las compañías de agrocombustibles tienen pocas opciones de transferir los costos.