El 19 de febrero el diario oficial Granma publicó una carta de Fidel Castro donde él desiste de ser el jefe de gobierno más antiguo del mundo. El renuncia a querer seguir siendo el presidente y el Comandante en Jefe, aunque mantendría sus cargos dentro de la Asamblea Nacional y el gobernante Partido Comunista.
Hace 19 meses él anunció que “transitoriamente” le dejaba el poder a su hermano Raúl mientras se recuperaba de su mal. A medida que a él se le vio recibiendo a varios otros mandatarios (desde Chávez a Lula) muchos pensaban que él iba a anunciar que volvería a sus funciones. Empero, él ha decidido que la etapa “transitoria” debería ser hacia otro camino: uno en el cual él formalmente deja la presidencia pero para convertirse en el poder bajo el trono.
Al fin de cuenta Omar Torrijos en Panamá o Deng Xiaoping en China siguieron siendo los “líderes de la revolución” aunque formalmente no fueran los jefes del Estado o del gobierno.
Castro seguirá supervisando Cuba aunque otros asuman el liderazgo formal del gobierno o de sus FFAA. Con esa medida él quiere garantizar una transición “ordenada”. Primero quiso tranquilizar a su población diciendo que él no dejaba el puesto sino solo por un tiempo y ahora, tras casi un año y medio de haberse comprobado como su hermano mantenía la estabilidad, postula que él deja sus cargos pero sigue siendo el inspirador del sistema.
Fidel quiere, así, gradualmente ir desapareciendo de tanto haber monopolizado la escena política permitiendo que haya un sucesor suyo que no genere cambios ni reacciones bruscas.
El retiro de Castro no conducirá a nuevos cambios mayores en la economía o política, aunque es de esperar que Cuba quiera seguir el modelo de China y Vietnam de ir abriendo su mercado mientras mantiene férreamente el monopolio de la política en manos del partido único en el poder.
Cuba post-Fidel
Dentro del Partido Comunista Cubano podrían incubarse 4 corrientes:
1) La que siga el camino chino y vietnamita de buscar atraer inversionistas extranjeros pero manteniendo el monopolio del poder del castrismo.
2) La que aceptase legalizar a la oposición creyendo que podría anularla con elecciones tipo Venezuela.
3) La que mantendría la ‘batalla por las ideas’ contra la ‘contrarrevolución’.
4) La más radical que llama a profundizar e internacionalizar la revolución socialista.
Ni la CIA sabe que pasa exactamente. Se especula que en el primer sector estaría Raúl Castro y el vicepresidente Carlos Lage, aunque otras fuentes creen que Raúl podría ser el Gorbachev caribeño. En el tercer sector estarían los llamados ‘talibanes tropicales’ del canciller Pérez y el ministro de cultura Roque. El último campo es el de Celia Hart quien reivindica a Trotzky.
Si Cuba sigue el primer camino a la postre se convertirá en una “dictadura capitalista”. Con el segundo camino la democracia multipartidaria podría terminar socavando al plan y la economía socializada haciendo que Cuba adopte un régimen similar al del resto de la región. El tercer sendero implica mantener el status quo. El cuarto conduciría a una revolución izquierdista contra sectores del castrismo.
La oposición anticastrista tiene dos polos. Unos apuntan a ir reformando y democratizando al sistema. Otros quieren un levantamiento popular tipo Europa del este, el mismo que debería estar apuntalado por EEUU.