Mientras en nuestras casas dormimos en la tibieza segura del hogar, afuera en el silencio de la noche se levanta una voz sola en la oscuridad. Se van juntando los días que se suceden lentamente unos a otros… en tanto el hambre y el agotamiento físico no dan tregua.
Ella la comandante dos, Dora María Téllez, permanece firme en su convicción sentada en una humilde hamaca, impulsada en su esfuerzo de llevar a nuestra Nicaragua al sol de la libertad. El carro cargado pasa frente a ella, el taxista bonachón la mira de reojo y la gente deambula como siempre de un lado al otro.
Y tú pareces que disfrutaras del viento, del calor y aun del cansancio. Los diarios publican tus fotos y no deja de llamarme la atención esa extraña armonía, tu “paciente impaciencia”, con aquellos jeans azules y tu camisa naranja del MRS.
Mujer valiente que le sacude las sabanas al gobierno, les abres los ojos al mundo y les dices que no tienes miedo, haciendo viva aquella frase de Carlos Fonseca: “El militante Sandinista, en cualquier lugar que este, debe estar relacionado en alguna medida con la vida del Pueblo Trabajador”. Y sigues observando como pasan los años, comprometida y vigilante.
Repasando viejas batallas de otros tiempos o simplemente recordando rostros amigos que no volvieron. Esta noche otra estrella fugaz se desprende del cielo y vos seguirás en tu puesto cuidando nuestro suelo.
Los poetas compañeros y amigos alrededor tuyo se han juntado y en el horizonte un suave resplandor te encontrara recostada, y es el General Sandino que también te acompaña. Sabemos que es largo el camino por recorrer, pero vos Dora María te has tomado la determinación de iluminarnos la senda. Y contigo vienen otros detrás dejando huella.
Sos constante en todo, siempre erguida en plena campaña, dejando de lado tu vida misma siempre por una noble causa. En verdad te admiro querida compañera Dora María.