Creo que al escribir estas cortas líneas para mi blog me valgo de un derecho totalmente válido. Sin embargo el longevo Humberto Rubin se valió inválidamente de su averborragicado micrófono al cortar la entrevista con el sacerdote Palacios diciéndole algo así como… "anda entonces a matar brasiguayos"… y le "cortó" nomás su biberóncrófono.
El prepotente cancelamiento ocurrió hace tres días. El tema; un discurso dicho por el ensotanado Palacios enmarcado dentro de la Teología de la Liberación, según "examinó, determinó, juzgó y condenó" el nuevo Garzon paraguayo.
La entrevista manejada con prudencia y tolerancia por el sacerdote terminó por enfadar al barboso el que con otro exabrupto le espetó al sosegado clérigo algo parecido a (como sea, la intención y alusión fue innegable) "… si los del Vaticano tienen unas 8 o l0 mil fábricas porque no le reclamas a ellos para que te paguen la tierra de la reforma agraria…"
La bravuconada humbertística es bastante extraña en él, hay que reconocerlo. Si bien la de ahora no está exenta -mas bien está llena- de ignorancia, grosería, extemporaneidades y otros etceteras, lo que lo recoloca entre los ancianos malhumorados y pichados vaya a saber por que motivo. Cuando se picha es un impuakable (inaguantable)
Claro que en él, una especie de Vito Genovese (me refiero a que es una especie de maestrote de caudillezco trato como de encriptados e inescrutables vínculos) no cabe el indisimulable error de querer malquistarse con el Vaticano, despechado por su nula dialéctica ante la simple lógica del sacerdote. Si no recurrió a Jerichó (para derribarlo al clérigo) es porque cree que es una serie de cable, no mas luego. Seguro que no sabe ni leyó lo de las trompetas. Lo lamento. Es que entre el saber y el ignorar siempre se interpone el Muro de la crematística o sea la adoración del Becerro de Oro.