Desde 1991 cada año hay una cumbre del rey de España con mandatarios de Iberoamérica. Madrid quiere emular a Londres y a París en liderar una alianza internacional de sus ex dependencias.
Sin embargo, la descolonización americana se dio desde hace casi dos siglos y con una fuerte ruptura. La Commonwealth y la Francofonía se crearon no hace mucho y como parte de un proceso de descolonización pactada. Esto, y el hecho de que Francia y Reino Unido se hubiesen mantenido como la principal potencia hacia esas zonas, es algo que ha consolidado a dichos bloques.
Madrid, en cambio, hace más de un siglo que ya no es la principal potencia en América Latina (puesto que Londres y luego Washington le han arrebatado). La corona de España y Fidel Castro construyeron este bloque para crear un contrapeso a EEUU.
A Cuba le ayudaba a crear un foro distinto al de la OEA donde está vetada y a España le permite ser el puente entre sus ex colonias y la UE.
Estas cumbres no tienen mucha fuerza. Carecen de un mercado común. España es tan débil que apenas intenta usar este bloque para querer abrir un sitio en la cumbre de los 20.
Chávez y Castro no fueron por incomodidad ante el derechista anfitrión salvadoreño o para distanciarse del rey que antes le pidió al presidente venezolano que se callase.
El sistema de EE.UU.
EE.UU. elige a sus mandatarios con un modelo que está a medio camino del que rige al sur y al norte de sus fronteras.
América Latina ha venido adoptando el sistema francés, en el cual el presidente debe ser electo con más del 50% de los votos, permitiendo que haya dos vueltas y que en la primera puedan competir una pluralidad de partidos que expresen a bases y proyectos sociales distintos.
Canadá tiene el mismo modelo de Gran Bretaña, en el cual no hay presidente sino un jefe de Estado vitalicio y heredado (la reina Elizabeth II) y donde el jefe de gobierno es un primer ministro electo por un Parlamento uninominal.
Como allí no hay representación proporcional, el ganador suele quedarse con todo (el laborismo británico detenta el 55% del Parlamento pese a que sacó sólo el 35% de los votos).
EE.UU. comparte con el primer modelo el hecho de ser una república presidencialista, pero carece de dos vueltas. EE.UU. no es una monarquía constitucional, pero su mandatario no es electo de manera directa, y el candidato que gana en un Estado se queda con todos los electores de éste (con lo cual pueden darse casos como el de Bush quien llegó a la Casa Blanca pese a haber perdido en votos).
Con ese sistema, EE.UU. ha logrado ser el único país importante que ha logrado evitar que haya más de dos partidos.
Bush al Guinness
El actual mandatario de EEUU bien podría entrar al libro Guinness por ostentar tres récords.
Primero, el de ser el presidente norteamericano que más porcentaje de apoyo haya sacado. Según Gallup, él es el único que ha llegado al 90% de aprobación, cifra a la que arribó a diez días del 11 de setiembre del 2001.
Segundo, es el ocupante de la Casa Blanca que menos soporte haya tenido. Hoy él tiene, según Gallup, apenas un 23% de aprobación.
Tercero, es el presidente norteamericano que más se ha desplomado. Si la primera cifra es mayor a la que obtuvo Roosevelt, quien venció la II Guerra Mundial; la segunda es peor a la que Nixon recibió poco antes de renunciar.
Lo más serio es que la caída de Bush puede profundizarse a medida que haya nuevos derrumbes financieros. Según otra encuesta de CBS y The New York Times, el porcentaje de apoyo al actual mandatario ya bajó al 22%. El tiene aún casi 3 meses donde debería hacer todo lo posible para no quedar por debajo del 20% de aprobación.
Tal es su desgaste, que al candidato de su partido republicano (McCain) le resulta muy difícil ganar las elecciones y ha debido demarcarse lo más que ha podido de él. El creciente antibushismo puede ser capitalizado por el candidato que representa más diferencias con él dentro del sistema.