Resuenan en mis oídos las chocantes frases ahogadas por el acomodo o el fanatismo de los que dicen no creer que Nicaragua esta tiranizada por una dictadura. Lacera semejante ignorancia porque las evidencias son tan contundentes que hasta los ciegos la olfatean e igual que yo piensan que vamos hacia escenarios dantescos que jamás sospechamos volver a vivir. Lo del fin de semana en occidente es la muestra más tangible de la intolerancia del bajo mundo donde el delito se defiende a pedradas, garrotazos y batazos para sembrar el terror y alimentar la cobardía de aquel ordinario terrorista que se cree dueño de vidas y haciendas de los nicaragüenses decentes y que personalmente vaticinó las imágenes que por televisión vimos y que son precisas y concisas para determinar quienes estuvieron tras la jauría desatada contra los hombres y mujeres libres a los que pretenden esclavizar.
Nicaragua ya estaba bajo la esfera de una vulgar dictadura antes de los acontecimientos del fin de semana. El boicot a la marcha convocada por el Movimiento por Nicaragua fue solo la determinación del tirano Daniel Ortega para mostrar a sus contrarios el músculo y las herramientas operativas a emplear para que todos los que estamos del otro lado nos hinquemos como el cordero y bajemos la cabeza para esperar mansamente el puyazo o el hachazo para mandarnos a rendir cuentas a otra parte.
Los nicaragüenses debemos estar concientes que la dictadura, para aquellos que dicen que exageramos, no se manifiesta a través de un decreto sino por síntomas visibles como la persecución que sufren ahora ex-camaradas del mismo partido gobernante como Sofía Montenegro y Carlos Fernando Chamorro, a los que no por eso podemos abandonar porque igual que Jaime Arellano son ciudadanos que tienen derecho a expresarse y a decir en mayúscula, en negrita y subrayado que aquí las cosas andan pésimamente mal.
Aquí hay dictadura porque las “turbas divinas” de Daniel Ortega, ahora disfrazadas de unos tales Consejo de Poder Ciudadano, -locura creada por la primera compañera Rosario Murillo-, tienen tomadas todas las rotondas de Managua a nombre de Dios para que las fuerzas políticas que están en plan de combate electoral contra a tiranía no se expresen en ellas. Aquí hay dictadura porque se niega el derecho de organización a disidentes del mismo frentismo como el MRS y al Partido Conservador a los que el FSLN, en contubernio con Roberto Rivas, decapitó.
En esta Nicaragua del 2008, que tiene por presidente a un dictadorzuelo de lo mas ordinario, sin más preparación que la que aprendió en la cárcel, ya volvieron las filas para poder comer, ya volvieron los permisos de los gendarmes del barrio para poder trabajar, ya volvieron los domingos rojo y negros, ya volvieron los chivatos y los informantes a soltarse contra el vecino y todo eso nos representa a la noche oscura de la década perdida.
En ésta Nicaragua revolucionaria dicen ellos, involutiva sostenemos los demócratas, la persecución política es feroz y descarada. Arnoldo Alemán continua siendo presa inocente del odio frentista y pese a que no hay pruebas en su contra, que la contraloría lo liberó de responsabilidades, el mismo instrumento judicial que hoy tiene en línea de ejecución a Eduardo Montealegre, le niega cualquier derecho en la procura de una absolución justa y es que la justicia en nicaragua está secuestrada y opera contra el que piensa diferente al dictador y opera igual contra empresas, industrias, consorcios y trasnacionales que reclamando reglas claras para la inversión resultan ser un peligro para el emporios económico del sistema socialista del siglo XXI que quieren imponer.
Todo esto sucede en medio de un proceso electoral que ya fue convocado pero que arranca profundamente cuestionado por la inmoralidad campeante del órgano rector que cuestionado, denunciado y señalado por la burda parcialidad con el frentismo, niega toda observación nacional e internacional para dibujar un fraude por adelantado que pretende conferir inmerecida e ilegítimamente el control de los gobiernos locales a la dictadura para profundizar la tiranía familiar más grotesca y detestable en la historia de Nicaragua, pues aquella que se derrocó en 1979 para fundar -dijeron- la revolución, quedó como niña de teta, frente a la dantesca tragedia que nos asesinó y empobreció en los siguientes diez años y que ahora nuevamente asoma para terminar de destruir lo que no pudieron en su primer asalto.
Los errores e inconsecuencias de 1979, repetidos en el 2006, son las causantes de que el mismo dictador en dos circunstancias diferentes esté en el poder. Hoy los demócratas moralmente debemos asumir nuestra responsabilidad y luchar. No podemos permitir que nos roben o nos confisquen la libertad. Nosotros tenemos más armas que ellos porque de nuestro lado está la fuerza de la razón y fundamentalmente a Dios.