El domingo 28 de junio de 2009, un contingente de militares asaltó la residencia del Presidente de la República, José Manuel Zelaya Rosales, luego de lo cual fue secuestrado y trasladado a la Fuerza Aérea Hondureña, para finalmente ser enviado a Costa Rica. Hasta hace muy poco no habría costado adivinar la mano de Washington en la jugada, dado su historial, aunque hoy a decir verdad, parece inverosímil que unos militares formados en la Escuela de las Américas actuaran sin conocimiento de la base norteamericana en Honduras.
La parte más compleja y mucho más de fondo de la probable intervención de los Estados Unidos en el golpe militar en Honduras podría ser analizado con más detalle si examinamos cuáles serían sus intereses ocultos en el golpe de Estado contra el Gobierno de Manuel Zelaya. Al mismo tiempo vemos que los golpistas no van a renunciar, mientras el embajador norteamericano, los generales, coroneles y mayores estadounidenses permanezcan estacionados en la base de Honduras o mientras vemos que Washington continúe dando apoyo económico y diplomático, aún cuando se ha dicho que mantienen dichas relaciones a pesar de afirmar que la asistencia militar ha sido suspendida desde esa fecha.
En cierta manera, los Estados Unidos ven a Honduras como lo que es, junto con el resto de países de Mesoamérica, un punto estratégico para la coordinación y acción de las repúblicas Centroamericanas para la integración de estas a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). El interés político de los estadounidenses es mantener su liderazgo, hegemonía militar y control económico de la región, y minimizar la influencia de Chávez.
Además, América Latina en su todo, desde el sur del Río Bravo (México) hasta la Patagonia (Argentina), está considerada como una de las reservas biológicas más ricas del mundo. Con grandes riquezas de petróleo, gas natural, biodiversidad, agua, minerales, combustibles fósiles, monocultivos para biocombustibles. etc., recursos virtualmente inmensos que, en el pasado, eran explotados casi en su totalidad y de manera casi irrestricta por las compañías norteamericanas.
Por otro lado, la región proporciona 25 por ciento del petróleo que consume Estados Unidos y contiene buena parte de las riquezas que, si se las apropiara, podrían alargar la vida del debilitado imperio estadounidense. Estados Unidos pretende ocupar aquí un puesto primordial.
El golpe, de haber sido planificado y ejecutado por los Estados Unidos, pretende pues impedir la constitución del ALBA, Mercosur, etc., tratando, por lo tanto, de reducir en lo posible la presencia y las influencias extrañas en esta área, y reorientando a las repúblicas centroamericanas hacia el DR-Cafta (por sus siglas en inglés). La política exterior de los Estados Unidos se ocupa, ahora más que antes, de emplear su influencia para crear un equilibrio continental favorable a sus intereses. En esa lucha involucra la geoestrategia, que es la gestión estratégica de los intereses geopolíticos.
Para eso se multiplican las bases militares, y se buscaría convertir a Honduras en plataforma principal de la dominación hegemónica de los Estados Unidos en Centroamérica.
Ahora bien, desde el punto de vista financiero, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, conocido como Nafta (North American Free Trade Agreement, por sus siglas en inglés), en el que participaran sectores del gran capital financiero, consorcios multinacionales, especialmente ligados al capital financiero de USA y sus allegados; y las oligarquías del área ligadas al capital trasnacional estadounidense, es el pivote estratégico de la penetración estadounidense en la región.
Por ello, y en la nueva fase de expansionismo del capitalismo, como es la Globalización, hacia mediados de la década de 1970 se produjo una mutación, donde deben destacarse cambios en el funcionamiento del sistema capitalista en las últimas tres décadas que otorgan primacía, justamente, al capital financiero. Controlar las redes por las que circula ese conjunto de mercancías es un objetivo no declarado del nuevo despliegue militar del Comando Sur y Centroamérica, desafortunadamente, forma parte de ese proyecto de alcance geoestratégico continental de USA.
Los países más beligerantes de la región piensan que el DR-Cafta no responde a los intereses nacionales, por consiguiente se pensaría que no forma parte de un reposicionamiento geoestratégico de USA en América Central, especialmente luego de constatar el descontento popular creciente producido por las políticas neoliberales impuestas por los organismos financieros internacionales.
Ante los últimos acontecimientos financieros, los proyectos de las elites tradicionales pretenden rediseñar en Centroamérica desde arriba: el control riguroso de los de abajo y la apropiación de los bienes comunes. Son dos caras de un mismo proyecto de prolongación indefinida de la dominación imperial. Al inicio del gobierno de Zelaya, los militares y parte de la sociedad hondureña, habían reconocido la coexistencia de personas, partidos y países que son o piensan diferente, siendo un gran indicador el que las Fuerzas Armadas hondureñas se transformasen y superasen su condición primitiva.
Sin embargo, la rapidez con que se quisieron hacer los cambios, empezando desde mayo, para culminar en el golpe dado el 28 de junio, hizo que no estuvieran de acuerdo los grupos de presión extra gubernamentales, aquellos que hacen parte del establecimiento (establishment) norteamericano.
Al “perder Honduras”, pudiesen haber considerado ellos que su posición geopolítica y estratégica quedaba debilitada; razón por la cual, el retorno de la derecha al poder sería una garantía para las trasnacionales norteamericanas. Es evidente que los objetivos del DR-Cafta, chocan con proyectos estadounidenses y con regímenes poco dóciles como el de Mel Zelaya en Honduras, con fronteras terrestres con Nicaragua, El Salvador y Guatemala y marítimas con Belice, México y el Caribe.
No se puede establecer un nuevo equilibrio en Centroamérica sin salir de este estado de cosas. Es imprescindible y urgente porque está en juego la sobrevivencia de los pueblos. En síntesis, es necesario profundizar la integración regional, practicar la no intervención y evitar que se sigan instalando bases.
*Jurista, Politólogo y Diplomático.