La cultura de la irresponsabilidad, hace tiempo que lo predije, se adueña del mundo. Obama acaba de refrendarlo, culpabilizando la falta de estructuras adecuadas para prevenir los abusos y los excesos de la actual crisis. La irresponsabilidad ecológica es, en el fondo, un problema moral, sustentado en un error antropológico, que germina cuando el ser humano olvida que su habilidad para transformar el planetario debe respetar siempre el designio de la ley natural. De igual modo, de un paro galopante como el que atraviesa en estos momentos España, nace la inseguridad, la falta de iniciativa, la frustración, la irresponsabilidad, la desconfianza en la sociedad y en sí mismo; se atrofian así los intelectos del desarrollo personal, se pierde el entusiasmo; se avivan las crisis familiares, las situaciones personales desesperadas. Los rascacielos se han comido el verde, los azules del mar, fruto del desorden y de la irresponsabilidad. Asimismo, es una grave irresponsabilidad ignorar o disimular el hecho de que la pornografía y la violencia sádica deprecian la sexualidad, igual que lo es permitir los baños difusores de la pornografía infantil a través de Internet. Con total descaro se explotan a las mujeres y a los niños, se inspiran actitudes antisociales, lo que sin duda debilita la fibra moral de la sociedad.
La irresponsabilidad es el precio de la ordinariez que nos circunda. No se sirven en las atmósferas de la vida nada más que cientos de palabras vacías, desatinos permanentes y continuos. La idea de Sartre de “quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”, dice muy poco entre nosotros. Lo genuino se ha desvirtuado por poderes corruptos. Al igual que lo verdadero, la verdad, donde los cultivadores de esta cultura de la irresponsabilidad, nos la ocultan a diario. Ciudadanos, cuya conducta es una mentira tras otra mentira; ciudadanos con poder que inventan la mentira, se enraízan por doquier espacio. Hay una complicidad de mentirosos que dan fuelle a este cultivo de lo irresponsable. La norma de la irresponsabilidad intelectual reaparece también como las cucarachas. Por ello, a mi juicio, pienso que es esencial un restablecimiento de los valores éticos y morales, tan ausentes en la sociedad de hoy. El semillero de la irresponsabilidad de algunos gobiernos y el egoísmo de las clases dominantes, siguen expropiando campos de libertad. De ahí, el valor primario y prioritario de dar valor a los derechos fundamentales de toda persona. Debemos, pues, tomar conciencia de interioridad, no de inferioridad, y desgastarnos en búsquedas, sobre todo del bien colectivo.
corcoba@telefonica.net