Este lunes 1ro de junio es para la historia Latinoamericana un día trascendental. El proyecto de lucha revolucionaria del Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional – FMLN, inspirado por caudillos del pueblo campesino y obrero como Farabundo Marti y Feliciano Ama, entre muchos otros, llega a la cúspide política de su propósito histórico, el cual ha consistido en derrotar a la oligarquía histórica e instituir un gobierno que vele por los intereses de los pobres y desposeídos.
La evolución del proyecto político del FMLN, ha trascendido desde la clandestinidad organizativa fomentando la ideología marxista-leninista en las décadas obscuras de las dictaduras militares, para luego instituir esa ideología al final del siglo como la razón justa para declararle la guerra a gobiernos democráticos y finalmente transformarse en el alba del siglo XXI, ya como partido político, en la primera fuerza política del país, con un balance ideológico social demócrata y socialista,
Este nuevo gobierno tiene una característica única en la joven democracia del El Salvador. Es un gobierno coaligado políticamente, que contiene diferencias ideológicas que en el pasado reciente han sido antagónicas. El pueblo salvadoreño a partir de este 1ro de junio será gobernado por dos fuerzas ideológicas, que están representadas en el presidente Funes, como social demócrata, quien nunca ha vestido los colores del FMLN y en el propio FMLN con su histórica agenda socialista.
El proyecto social demócrata, será impulsado por el presidente Mauricio Funes, quien en términos revolucionarios es identificado como un pequeño burgués, quien tiene conciencia social y es la causa por la cual encuestas en este momento reflejan que el 81% de la población confía en que su gobierno será capaz de superar los problemas que enfrenta el país. Pero se debe tomar en cuenta que el presidente Funes, no es considerado como un revolucionario por las bases ni la dirección política del FMLN y ha sido únicamente un medio político que el FMLN ha utilizado para conquistar el poder ejecutivo, lo que limitará su agenda social demócrata y continuará creando fricción entre su persona y los socialistas del FMLN en los próximos cinco años, como ha sucedido en las últimas semanas.
El proyecto socialista, representado por el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, quien es un histórico revolucionario latinoamericano, además, genuino representante de la lucha histórica obrera-campesina, es respaldado por las bases del FMLN, lo que lo convierte en un valuarte para impulsar la agenda del socialismo del siglo XXI en la sociedad salvadoreña, tal y como lo pretende el presidente Hugo Chávez.
Sin duda ambas fuerzas políticas en este gobierno histórico estarán enfocadas en fortalecer programas sociales, como la educación, la salud, la asistencia social para sectores desposeídos, entre otras, lo cual causará un impacto extraordinario para la sociedad salvadoreña. Más, en lo político y económico es a donde el presidente Funes y el FMLN, enfrentarán el reto histórico.
El gabinete de gobierno ha sido dividido a través de cuotas de poder, el resultado de esta repartición ha dejado al presidente Funes, con la responsabilidad económica y al FMLN con la responsabilidad política. El tiempo será juez de la contribución que ambos grupos ideológicos produzcan para mejorar las condiciones de vida de dos tercios de la población salvadoreña en el mundo, ya que para el tercio que vivimos en el exterior, somos responsabilidad de otros gobiernos.
Personalmente considero que ética y moralmente la presidencia de la república de El Salvador, ha perdido todo respeto y honor; ya que, quienes la han ocupado por dos siglos, han sido ladrones corruptos, conspiradores contra el pueblo, opresores, asesinos, mercaderes sinvergüenzas de influencias y la han convertido en una vergüenza latinoamericana.
Ahora que se consuma la ascensión histórica del pueblo revolucionario al poder del país, es un compromiso histórico del presidente Mauricio Funes y del Vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, darle honor a esa silla presidencial y es deber de toda la población de vigilar que estos representantes del pueblo cumplan con honor y dignidad su labor de servicio al pueblo y no se conviertan en lo mismo que sus antecesores.
Espero que el día que entreguen el poder en cinco años a quienes el pueblo entonces decida darles el honor de servirles, El Salvador sea un mejor país y que ambos servidores públicos regresen a vivir adonde siempre lo han hecho, porque los cinco mil dólares de sus salarios mensuales no podrán comprarles palacios millonarios como el del presidente saliente, quien al llegar a su palacio después de imponer la banda presidencial, verá desde su terraza el horizonte lleno de pobreza, desempleo, explotación laboral, ignorancia, corrupción, violencia, crimen organizado, prostitución, tráfico de drogas y demás males que son trágicas consecuencias de la herencia de su legado histórico que queda palpable bajo el ocaso de su infamia presidencial y permanente en la vida cotidiana del pueblo salvadoreño campesino, asalariado y estudiante.
Hoy es el inicio de una nueva era para el país, la cual ha sido decidida por la mayoría del pueblo salvadoreño autorizado a votar. Aun cuando un tercio de la población no pudimos hacerlo, todos los salvadoreños en el exterior tenemos que respetar esa decisión. Más como pueblo patriota, es nuestra responsabilidad histórica defender los valores democráticos que nuestro país posee y no permitir que las influencias socialistas del sur del continente se apoderen de nuestra identidad democrática, provenga ésta de Lula o de Chávez.