La reciente y revulsiva literatura de Obama, abecedario que vio la luz en un centro de sabiduría, la Universidad de el Cairo, de entrada me parece un punto de referencia interesante. Afrontar el extremismo violento en todas sus formas es el primer asunto que Obama dice debemos plantarle cuerpo y corazón. Reflexionar sobre la situación entre israelíes, palestinos y el mundo árabe es otro de las cuestiones prioritarias para este, cuando menos, sembrador de esperanzas. Respecto a las armas nucleares, la puesta en marcha de un sistema de desarme global y completo, capaz de avivar un clima de confianza, cooperación y respeto, lo considero tan justo como preciso.
Afrontar la libertad religiosa es otra de las tareas que propone el hombre más poderoso del mundo. Y dice más al respecto, que es necesaria y fundamental para la convivencia de los pueblos. Totalmente de acuerdo. La religión no es y no debe convertirse en un pretexto para la hostilidad. Otra de las asignaturas pendientes, para este hombre de verbo, son aquellas que se refieren a los derechos de las mujeres. Sin duda alguna, un deber y una deuda de gratitud. Reflexionar sobre el desarrollo económico y las oportunidades también conforma otro argumento que Obama pone en escena para introducir la película del territorio común.
Es cierto que tenemos, y además debemos, apiñarnos por lograr un mundo más habitable. Quizás sea bueno hacer borrón y cuenta nueva, regenerar un nuevo comienzo, emprender un camino que no tenga déficit de éticas en las estructuras económicas. Ahora bien, no se puede uno quedar sólo en las palabras bonitas. Las de la amargura que viven algunos humanos también hay que oírlas y socorrerlas con urgencia. Dicho lo anterior, vamos haber quién le pone el cascabel al gato, quién tiene el valor de derrumbar el muro de la avaricia de un mundo obsesionado por la acumulación de riquezas, quién acusa a las multinacionales de la explotación de los recursos naturales, quién alza la voz en favor de los que no tienen voz. Cada vida humana vale por si misma y vale lo mismo. Habrá que armonizar todo este espíritu global para vivir y poder vivir.
A mi juicio, la letra de Obama suena bien, está injertada de buenos propósitos. Ahora toca regar estos brotes con autenticidad e ingenio, poner en práctica la lluvia de la verdad, y que empape. Téngase en cuenta que una obra pictórica también es bella y sin embargo germina muda de palabras. No las necesita. A menudo los seres humanos tenemos que comernos nuestras propias y vacías palabras. Confío en que, siguiendo la estela de los sabios, se enseñe con las palabras, seguidas de los actos. Es cierto que sin valores no hay manera de reconstruir sociedad alguna, ya que ellos determinan no sólo el sentido de la vida de cada persona, sino también las políticas y estrategias de la vida pública; como también es innegable poner en valor, el valor inconmensurable de todo ser humano, que en algunos países apenas vale un centavo.
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