El Salvador este próximo primero de junio, dará el paso político más extraordinario en su historia desde la declaración de independencia de España hace casi dos siglos. El Salvador se transformará en un estado socialista con la ascensión al poder ejecutivo del ex comentarista de noticias Mauricio Funes y la comisión política del Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional – FMLN.
La victoria electoral de Mauricio Funes y el FMLN se produjo con el 51% de los votos validos, lo cual demuestra el sentimiento político de división que persiste en la sociedad salvadoreña.
Durante la campaña política, Mauricio Funes hizo dos promesas esenciales que le permitieron ganar la confianza de buena parte de la población que voto por él y le dieron el triunfo electoral, una consistía en persuadir a la población a que vencieran la campaña de miedo en contra del partido que lo proponía como presidente y que era impuesta por ARENA, en la cual les acusaban de querer transformar al país en una célula política del chavismo y convertirlo en un estado alineado a los socialistas del siglo XXI. La otra, de asegurar que, quien mandaría en su gobierno seria él, no la dirección política del FMLN.
Eufórico y embriagado de triunfo, Funes hizo un llamado a la unidad nacional, pero esta unidad tan importante para la gobernabilidad del país no podrá ser alcanzada cuando sobrio en la impotencia que significa ser manipulado por la comisión política del FMLN, ignora la promesa de mantenerse alejado de las políticas expansionistas de Chávez y cede a las presiones de la comisión política y particularmente a las del comandante Salvador Sánchez Cerén, para proclamar vehementemente en Caracas que, “El Salvador junto a Venezuela, construirán la gran nación Latinoamérica”. Así es, Funes ha declarado su compromiso y servilismo a la gran nación que quiere Chávez y que esta basada en su tontería del socialismo del siglo XXI.
Si es cierto que el país necesita gasolina barata, pero el país no necesita involucrarse en causas políticas de un loco que usa el sufrimiento del pueblo Latinoamericano para convertirse en deidad política e insultar al mejor aliado que el país ha tenido y que además, hospeda a un tercio de la población salvadoreña en el mundo. Aun cuando el departamento de estado ha emitido una opinión de respeto hacia la acción de Funes, políticamente esta declaración en Caracas y las subsecuentes acciones de respaldo al socialismo del siglo XXI, tendrán un impacto en las relaciones diplomáticas con este país, que bien podrían llegar a afectar la extensión del programa de protección temporal o TPS para doscientos mil compatriotas. ¿Pensó en eso señor presidente electo? Recuerde que este país nos da empleo, el cual trasciende en tres billones de dólares que la economía del país recibe anualmente. ¿Acaso la ayuda económica de Chávez al país será igual o mayor a esta cantidad?
Si no lo será, entonces, señor presidente electo ¿Por qué poner en riesgo las relaciones con Estados Unidos, para complacer a un idiota?
Hasta ahora Funes había demostrado independencia de la comisión política del frente, y moderación política, lo que había causado sorpresa y cierta admiración en diferentes sectores sociales, políticos y productivos del país y la diáspora. Pero en la ultimas dos semanas, la lucha por el reparto de cuotas políticas de poder entre él, sus amigos y el FMLN, ha dado una pauta para comprender como el país podría ser conducido los próximos cinco años si Funes pierde su autonomía y sucumbe totalmente a las exigencias de los comunistas y chavistas del partido.
El derrumbe de autoridad y poder sufrido por Funes esta semana, al ser enfrentado por la comisión política del FMLN para exigir su cuota de poder en el gabinete de gobierno, ha hecho colapsar sus planes de instituir un gobierno de unidad nacional como lo había anunciado en desafió al frente, este hecho político aunado al apurado viaje a Venezuela a menos de veinticuatro horas de haber sido ordenado por Chávez, demuestra quien tiene el verdadero poder entre él y el FMLN.
Ese poder lo ostenta la dirección del FMLN y se hará sentir a partir del primero de junio, con la implementación de sus políticas públicas comunistas a través de los comunistas que ocupen la vicepresidencia de la república; la mitad del gabinete de gobierno incluyendo los fundamentales ministerios de gobernación, educación y seguridad pública; y el grupo de diputados y alcaldes que gobiernan más de la mitad del país, todos leales al partido y no al presidente electo.
La independencia política de Funes ha sido efímera, ni siquiera pudo llegar a jurar como presidente de la república y ya cedió el control del gobierno al FMLN. El FMLN ha impuesto su agenda política al presidente electo y la pondrán en acción por los próximos cinco años, ignorando que el raquítico triunfo electoral no le da la potestad de convertir a El Salvador en un estado socialista como lo especifica su agenda política y misión histórica.
Acciones en esa dirección sin duda desatarán el descontento nacional, ya qué, durante la campaña electoral aseguraron que eso no sucedería, pero la declaración pública del muñeco del sur en Caracas afirma lo contrario. Los salvadoreños en el exterior tenemos que ser vigilantes de lo que acontecerá en las próximas semanas y debemos tomar una posición política en defensa de los valores de la democracia que queremos que se impongan sobre los comunistas en nuestro país.
*waltermonge@comisioncivicademocratica.org