Se acerca la Noche de brujas y los niños se preparan para disfrazarse y hacer las tradicionales recorridas puerta a puerta, reclamando golosinas al son de “dulce o treta” y amenazando con travesuras a quienes no quieran acceder a su pedido. Lo mismo están haciendo los activistas por el cambio climático, desde humoristas políticos hasta presidentes. El pasado lunes, el grupo artístico-activista “The Yes Men” montó una de sus clásicas bromas: uno de sus integrantes se disfrazó de directivo de la Cámara de Comercio de Estados Unidos y realizó lo que aparentaba ser una conferencia de prensa legítima en la que declaraba que el organismo daba un vuelco total en su tajante oposición histórica a la adopción de legislación sobre el cambio climático.
Mientras tanto, en el Océano Índico, el presidente de las Maldivas celebró la primera sesión de gabinete subacuática del mundo, como forma de ilustrar que ese país insular podría quedar bajo el agua muy pronto a causa de la subida del nivel del mar. A sólo 50 días de la Conferencia sobre el Cambio Climático en Copenhague, se intensifican las movilizaciones.
Los Yes Men son activistas que se dedican a armar elaboradas parodias para dejar en evidencia a organizaciones mundiales de comercio, corporaciones multinacionales y políticos. Desvirtúan satíricamente las posturas de las transnacionales y de los defensores del libre mercado y los grandes negocios, haciéndose pasar por genuinos portavoces de esas instituciones y adoptando un aire de sinceridad para ofrecer disculpas por delitos empresariales pasados o para promover productos absurdos en eventos industriales con una seriedad convincente.
En diciembre de 2004, en el vigésimo aniversario del accidente industrial ocurrido en Bhopal, India, en el que murieron miles de personas a causa de una fuga de gas de la planta de Union Carbide, Andrew Bichlbaum, uno de los Yes Men, se presentó ante las cámaras de la BBC fingiendo ser un representante de Dow Chemical (que para ese entonces había comprado a Union Carbide) y declaró que la empresa finalmente asumiría la responsabilidad plena del desastre.
En esa ocasión, Bichlbaum dijo a la BBC: “Tengo el inmenso placer de anunciar un hecho histórico: Dow ha decidido asumir la responsabilidad absoluta por el catástrofe de Bhopal. Tenemos un plan de 12.000 millones de dólares para finalmente y después de tanto tiempo compensar plenamente a las víctimas, incluidas las 120.000 personas que podrían requerir atención médica por el resto de sus vidas, y sanear el sitio de la planta de Bhopal, recuperarlo total y rápidamente. Me gustaría enfatizar que esto no es un gesto menor. Es la primera vez en la historia que una compañía de la magnitud de Dow ha emprendido una acción que va tan en contra de su situación financiera simplemente porque significa hacer lo correcto.”
En 2007, Bichlbaum y Mike Bonanno, otro integrante de los Yes Men, se presentaron en el evento petrolero más importante de Canadá simulando ser ejecutivos de ExxonMobil y del Consejo Nacional de Petróleo. Allí anunciaron un plan para producir combustible a partir de los cadáveres de las millones de víctimas futuras del cambio climático. El nuevo combustible se llamaría “Vivóleo”.
Uno de los Yes Men explicó en la presentación: “Aunque no puedo revelar los detalles de nuestro proceso de producción, lo que sí les puedo decir es que básicamente lo que hace es comprimir el trabajo bruto e involuntario de la naturaleza, reduciendo a unas pocas horas lo que a esta le lleva miles de millones de años. Cualquier biomasa puede ser transformada rápida y económicamente a algo que se asemeja tanto a la gasolina que hasta lo puedo usar para hacer marchar mi todoterreno.”
Luego de ser expulsados de la conferencia, Bonanno dijo a la prensa: “ExxonMobil es probablemente la más ruinosa, la más criminal de las compañías petroleras. Ha negado sistemáticamente el cambio climático y financiado organizaciones que sostienen que el cambio climático no existe. Y trabaja en forma sistemática contra los intereses de la mayoría de la gente del mundo.”
En la falsa conferencia de prensa realizada esta semana en Washington, D.C., Bichlbaum leyó la siguiente declaración: “Los climatólogos nos dicen que si no adoptamos ya mismo leyes que reduzcan drásticamente las emisiones de carbón, dentro de cinco años estaríamos enfrentando una reacción en cadena de propagación de efectos del cambio climático, que significará la destrucción de las existencias de alimentos y agua a nivel mundial, con las consecuentes migraciones masivas, hambrunas y muertes a una escala nunca antes imaginada. De más está decir que eso no le haría nada bien a los negocios. Desde la Cámara hasta ahora hemos intentado siempre impedir que la climatología interfiriera con los negocios. Pero sin un clima estable, no hay negocio posible. Necesitamos mantener el negocio más de lo que necesitamos un crecimiento incesante de nuestras ganancias.”
La cadena de noticias empresariales Fox Business News y otros medios periodísticos de alcance mundial reprodujeron la noticia del sorpresivo apoyo de la Cámara de Comercio a la adopción de una ley sobre el cambio climático. En medio de la conferencia de prensa, un integrante legítimo de la Cámara de Comercio Estadounidense interrumpió a gritos a los activistas, acusándolos de farsantes, sólo para ser inmediatamente abordado por periodistas que lo acosaron con preguntas incisivas y comprometedoras sobre la postura de la Cámara en materia de cambio climático.
Varias multinacionales importantes, entre ellas Apple, Exelon, PG&E y Levi Strauss & Co., se han retirado de la Cámara debido a la oposición del organismo a la introducción de legislación efectiva sobre el cambio climático.
La resistencia de la cámara estadounidense a la adopción de políticas climáticas con base en investigaciones científicas no es ninguna novedad. James Hoggan, experto en relaciones públicas, acaba de presentar su libro “Climate Cover-Up: The Crusade to Deny Global Warming” (El encubrimiento climático: la cruzada para negar el calentamiento global).
Hoggan me dijo: “No fueron los Yes Men los que realizaron una maniobra mediática; la maniobra mediática la viene desplegando desde hace décadas la Cámara de Comercio de Estados Unidos.”
En el libro, Hoggan expone una campaña de confusión desplegada por las compañías energéticas: “Tengo más de 30 años de experiencia en relaciones públicas y hace un tiempo, investigando y leyendo, descubrí medio sin proponérmelo esta campaña–lo que yo llamaría una campaña de confusión–y decidí documentarla. Es una campaña de dos décadas impulsada por la industria energética de Canadá y Estados Unidos con el fin último de confundir al público en el tema del cambio climático y crear la falsa sensación de que las conclusiones científicas sobre sus efectos son debatibles.”
El grupo 350.org, en el que participa el ecologista Bill McKibben, convocó a movilizarse el 24 de octubre, declarando ese fecha “día mundial de acción”. El nombre de esta organización se refiere a la concentración atmosférica de dióxido de carbono que los científicos han identificado como sustentable y que se propone como meta–es decir: 350 partes por millón (la concentración actual es 387 ppm). Según 350.org, el 24 de octubre se realizarán cerca de 4.000 eventos en todo el mundo en el marco de la movilización convocada.
El objetivo es presionar a los representantes gubernamentales antes de que se reúnan en la crucial Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a realizarse en Copenhague en diciembre.
El presidente Mohamed Nasheed de la República de las Maldivas ya respondió al desafío de acción mundial. La semana pasada el mandatario del país más sumergido del planeta se puso un traje de buceo y reunió a sus ministros en una sesión de gabinete literalmente bajo el agua.
Nasheed dijo: “Estamos ante una situación desafiante y queremos que todos se comprometan tanto como nosotros. Nos gustaría ver que la gente haga realmente algo al respecto”.
El resultado de la sesión subacuática fue una declaración titulada “SOS desde el frente de batalla”, en la que entre otras cosas expresaron que “Si hoy no somos capaces de salvar a las Maldivas, mañana será demasiado tarde para salvar al mundo.” Nasheed llevará la declaración a Copenhague.
Las autoridades estadounidenses serán un factor crucial para lograr un acuerdo sustancial en Copenhague, pero la incapacidad del senado para concretar una ley sobre el cambio climático deja a los negociadores de Estados Unidos atados de pies y manos. Las compañías de petróleo, gas y carbón gastan 300.000 dólares por día en presionar al gobierno para que proteja sus intereses. En materia de cambio climático, llegó el momento de la verdad. Y los profesionales de la negación siguen haciendo de las suyas, inventando tretas.