“Es increíble cómo, con la expansión del cultivo de la soja transgénica, se ha construido una imagen positiva del herbicida Roundup y su ingrediente activo, el glifosato. En una reciente investigación de campo con los agricultores de Río Grande do Sul, llama la atención sobre como el pesticida es considerado por las personas que están en contacto directo con el producto, sobre todo los argumentos que se difunden con la clara intención de mitigar sus posibles efectos en la salud y el medio ambiente” el comentario lo hizo el profesor Antonio Inacio Andriolo doctor en Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Osnabrück, Alemania, reconocido por la extensa investigación sobre los transgénicos. Su libro "Las semillas del mal”, con la co-autoría del escritor alemán especializado en nuevas tecnologías, Richard Fuchs, una obra de gran impacto en Europa, consolidó su carrera académica internacional y Andrioli se convirtió en miembro del comité de redacción de la Maestría en Políticas Educativas en la Universidad Johannes Kepler de Linz de Austria además de ser columnista de revistas académicas de Brasil, Alemania y Austria.
En su artículo “Roundup, el cáncer y el crimen de cuello verde", detalla informes realizados descubriendo el absurdo de cómo los agricultores pretenden producir soja transgénica en su propiedad. Entre los procedimientos ellos mismos explican como burlarse de las multinacionales que creen dominar el mercado, cuando un invento casero boicotea sus bidones cotizados en dólares en solo dos pasos:
1-Volcar el recipiente con Roundup en soja para cubrir las semillas, mezclar bien y dejar por un día, hasta que la semilla "convencional" se convierte en "transgénica"
2- Aplicar una sobredosis cuando las plantas son pequeñas, con el objetivo de "acostumbrarlas pronto" al herbicida.
Una curiosidad que podría denominarse “Monsantización del grano” los agricultores compran las semillas de soja para producir semillas de soja "transgénica" casera según ellos, inconcebible sin mover genes.
Pero el ritual más desopilante es “ la quema de azadones", liderada por los vendedores de glifosato Roundup y soja transgénica. Los agricultores son invitados a una exposición sobre las ventajas de la soja OGM y deben traer una pala a la reunión donde, después de abundante comida y bebida patrocinada por el vendedor, se hace una quema de las azadas, como símbolo de que “ los agricultores serán libres”, ya que serían innecesarias con el advenimiento del Roundup , que solo demuestran la agresividad de la estrategia de ventas .
En muchos casos, la desconfianza y la falta de acceso a la información científica conduce a los agricultores al uso indiscriminado e inapropiado de plaguicidas, pero lo que no se discute es la razón por la cual los agricultores usan pesticidas, cómo tienen acceso a los productos y la información sobre su utilización. Si la exposición de los seres humanos a altas dosis de plaguicidas es un problema real en la agricultura, sería prudente alertar sobre los efectos nocivos del producto en lugar de exagerar sus beneficios. El uso generalizado de glifosato ha sido estimulado en forma criminal con el fin de incrementar las ventas en la base de que es "inofensivo para la salud humana y el medio ambiente”. Pero ¿hasta qué punto esta información es verdadera?
Como resultado de la descomposición del glifosato se registra en una sustancia potencialmente cancerígena conocida, el formaldehido (ácido técnico y sal isopropilamina de Glifosato). La combinación de glifosato en el suelo con nitratos o en combinación con la saliva, produce el glifosato N-nitroso, un compuesto que se forma en el ambiente al combinarse con nitrato, presente en saliva humana o fertilizantes, cuya composición también es potencialmente cancerígena y no hay ningún nivel seguro de exposición. El herbicida puede permanecer en los alimentos en un período de hasta dos años después del contacto con el producto y en el suelo durante más de tres años, dependiendo del tipo y clima. A medida que el producto tiene una alta solubilidad en agua, la degradación inicial es rápida. La acumulación puede producirse por contacto con la planta, hojas o frutos y sus efectos mutantes pueden ocurrir tanto en plantas como en los cuerpos de los consumidores.
En Brasil, el glifosato es la causa principal de envenenamiento, con un 11,2% de los casos entre 1996 y 2002. De acuerdo con el Centro de Información Toxicológica de Río Grande do Sul, el número oficial de llamadas de personas que presentan intoxicación por glifosato ha aumentado en los últimos años: en 1999, 31 casos se registraron en 2002 y los acontecimientos ya han aumentado a 119 coincidiendo con el período de la expansión del cultivo de soja transgénica .
La inconsistencia de asegurar que hubo una disminución en la aplicación de herbicidas, se cae con la pregunta ¿Por qué entonces ampliar su fabricación? ¿Por qué aumentar el máximo de producto residual comercializado en la soja? Lo que aumenta indirectamente los demás adyuvantes de la composición del Roundup, que son más tóxicos para los seres humanos que el glifosato. Las consecuencias de este "fanatismo tecnológico" de algunos científicos logran un mayor descrédito ante la población con respecto a la ciencia. En contraste con los intereses de las multinacionales y sus mercenarios de cambio teórico, persiste la resistencia conjunta de los agricultores y los consumidores, ambos afectados por los efectos nocivos del Roundup, en defensa de un medio ambiente sano y una mejor calidad de vida para todos.
El ingeniero agrónomo Francisco Roberto Caporal un colaborador valioso de mi material de lectura es Magíster en Extensión Rural y Doctor en Agroecología y Desarrollo Sustentable de Brasil, también cuenta entre sus trabajos “La construcción de una ciencia al servicio de campesinado” con la coautoría de Paul Petersen, Fabio Dal Soglio y Kessler . Allí uno de los pasajes interesantes manifiesta :
“Nos impulsa la convicción de que no hay obstáculos científicos y técnicos para el cambio en la dirección de desarrollo rural en Brasil. Hay verdaderos obstáculos políticos e ideológicos, fuerzas conservadoras que han bloqueado los cambios en las instituciones científico-académico. La agricultura no es el resultado exclusivo de los avances científicos, una farsa de los heraldos de la industrialización de la agricultura y el difusionismo tecnológico. Predicar la negación del papel de los agricultores lo que se busca es deslegitimar y sostener el monopolio de la generación y difusión de tecnologías. Entre otros efectos, la modernización de la agricultura le retiró al agricultor el control de los conocimientos asociados a su propio trabajo, la creación de un mecanismo que a la vez a expropiado los conocimientos de las comunidades rurales y se transfiere el poder al agronegocio corporativo transnacional. Así, la dependencia tecnológica se convirtió en la invasión cultural, la inmovilización de la capacidades autónomas de la innovación local y la promoción de la desconexión de la agricultura con respecto a los ecosistemas, las comunidades y el consumo de alimentos”.
Semejante realidad tan brillantemente descripta de elitismo y necedad, donde asimilar, adaptarse o rechazar el modelo poco importa, porque el colonialismo se impone. Por ello no puedo dejar de citar otro artículo del profesor Andriolo con el que comencé mi relato, y cuyo título es: “La ideología de la libertad liberal”. Allí refiriéndose al capitalismo salvaje expresa que “Una libertad humana eficaz sólo es posible mediante la superación de las relaciones sociales que generan explotación, dominación y alienación inherente en el dogma de la propiedad privada y el mercado” , algo que es incompatible con el fanatismo tecnológico que esclaviza.
Entre Tecnópolis, una distopía del cual el Ministro Lino Barañao pretende convencernos de un modelo de país con un “efecto Schüfftan”, una realidad social inexistente en un espejo. Con su ministerio a la medida del agronegocio corporativo, la Argentina es dirigida por criminales de cuello verde. Donde el cáncer del Roundup , según sus propias palabras, “es solamente un efecto colateral que hay que asumir”.