Las personas que utilizan el sentido del humor para combatir el estrés tienen un 40% menos de probabilidades de sufrir ataques al corazón y vivir cuatro años más, según datos obtenidos en el estudio Humor realizado por Herbert M. Lefcourt. Numerosos psicólogos, médicos y psiquiatras lo han estudiado.
Richard Wiseman, investigador británico y miembro de la Universidad de Hertfordshire lideró el proyecto conocido como el laboratorio de la risa, Laughlab. Trabajó con los mecanismos de la risa y el humor. Analizó si los hombres y las mujeres tenemos el mismo sentido del humor, si se mantiene cuando cambian las circunstancias y si varía según las culturas; en la tradición mística oriental se entiende el humor como parte de la madurez. Líderes como Gandhi o el actual Dalái Lama se reían ante situaciones que para otros podían parecer trágicas.
También Seligman y Petason investigaron las emociones positivas. El sentido del humor es una de las principales fortalezas del ser humano. Aun frente a situaciones tensas, la risa alivia y los músculos se relajan. Somos capaces de percibir cuando una persona está de buen humor; estamos más receptivos en esos momentos e incluso a veces una persona con un mal día puede sentirse mejor. Seligman define el humor como la capacidad de una persona de experimentar la carcajada. Cuando nos reímos liberamos dopamina, una sustancia relacionada con los estados placenteros. La causa de la risa pueden ser los chistes, las bromas, despistes, juegos, meteduras de pata o inocentadas. Aunque también nos reímos de situaciones que nos causan ansiedad como es la muerte, los miedos o lo absurdo, decía Sigmund Freud.
Nos afecta cuando nos dicen que no tenemos sentido del humor porque asociamos características positivas a las personas graciosas. Podemos destacar a Forges, Quino, Charles Chaplin o Woody Allen como genios del humor. Son capaces de hacernos sentir mejor y ser más felices con una sonrisa. Reír aporta beneficios a nuestras vidas: evita ansiedad cuando relajamos nuestros músculos, ayuda a enfrentarnos a los problemas de una forma más positiva y buscar mejores soluciones, mejora nuestra salud ya que las personas más deprimidas tienden a coger más catarros, favorece las relaciones de pareja; sin darnos cuenta apostamos por una personas que tenga sentido del humor y nos hagan reír porque nos harán más felices y es más fácil acercarse a una persona que sonríe que al que está con cara de pocos amigos. Pero todo tiene unos límites, hasta la risa, no hay que reírse de temas sensibles o de personas. Una frase que puede definir ese límite es “me río contigo, no de ti”.
Hay personas que son graciosas por naturaleza; porque tienen su tono de voz o por cómo gesticulan. A veces con los chistes cortos y juegos de palabras podemos acabar en un ataque de risa pero siempre hay que tener en cuenta dónde nos encontramos y con quién porque puede haber bromas fuera de lugar y afectar a los demás. La incoherencia hace mucha gracia. Decía Groucho Marx: “fuera de un perro, un libro es el mejor amigo del hombre. Dentro de un perro, está demasiado oscuro para leer”. No hay que esperar el momento oportuno para reírse; ríe siempre, todo será más fácil.
NOTA DEL EDITOR: El diario La Jornada insta a los lectores a dejar sus comentarios al respecto del tema que se aborda en esta página, siempre guardando un margen de respeto a los demás. También promovemos reportar las notas que no sigan las normas de conducta establecidas. Donde está el comentario, clic en Flag si siente que se le irrespetó y nuestro equipo hará todo lo necesario para corregirlo.