Hace aproximadamente un mes se encontraba una mujer a la entrada de Plaza Galerías, distribuyendo volantes a todas las mujeres que pasaban por ahí. La mujer había escrito en el volante una experiencia que tuvo para prevenir a otras tantas.
El día anterior esta mujer había terminado sus compras y se dirigió a su carro, descubriendo una llanta ponchada. Saco el gato hidráulico de la cajuela para cambiarla. Se acerco un joven señor, vestido con traje aparentemente todo un ejecutivo portando un portafolio y le pregunto:
Sra., note que trata Usted de cambiar la llanta ponchada, ¿le gustaría que le ayudara? La mujer agradecida acepto la oferta.
Charlaron cordialmente mientras el hombre cambiaba la llanta, entonces introdujo la llanta ponchada en la cajuela, así como el gato y se sacudió sus manos en señal de que había terminado.
La mujer le agradeció profundamente la ayuda e iba a subir a su carro cuando el hombre le pregunto si podría darle un aventón a su carro que se encontraba al otro lado del estacionamiento.
Ella se sorprendió y le pregunto porque su carro se encontraba del otro lado. El le explico que había quedado en verse con un viejo amigo de ese lado del centro comercial que había tomado una salida equivocada, motivo por el cual se encontraba de ese lado. La mujer odiaba decirle un "no" después de que tan amablemente la ayudo, pero “presintió algo”.
Entonces ella recordó haberlo visto meter su portafolio en la cajuela cuando metió la llanta para guardarla. Le contesto que con mucho gusto lo llevaría pero que acababa de recordar que había olvidado comprar algo, que no tardaría, solo le tomaría unos cuantos minutos y que podría aguardarla sentado dentro del carro y que seria lo mas rápida posible.
Ella entro nuevamente al centro comercial y le comento a un guardia de seguridad lo sucedido. El guardia salio con ella y se dirigieron a su carro, pero el hombre ya no estaba.
Abrieron la cajuela, saco el portafolio y lo llevo al departamento de policía. El policía lo abrió y cual va siendo su sorpresa cuando encontraron una soga, cinta adhesiva y navajas.
Cuando la policía revisó la llanta ponchada, no encontró ninguna ponchadura, simple y sencillamente le sacaron el aire. Eran obvias las malas intenciones del hombre.
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