La matanza de colegialas en EEUU ha puesto a los amish en el centro de las noticias. En el corazón de la megapotencia estos granjeros rechazan el uso de electricidad, teléfonos, autos y algunos hasta de botones. Los 200,000 amish hablan un dialecto derivado del alemán suizo, no aceptan el seguro social ni prestan servicio militar, y viven separados del resto del mundo.
Provienen del ala anabaptista de la rebelión protestante anti-papista de Europa central (Siglo XVI). Menno Simons (1496-1561) fue el fundador de una secta que le daba mucho énfasis al comunitarismo. Sus seguidores son los 1,300,000 mennonitas quienes viven inmunes a las modernizaciones y esparcidos en 60 países (aunque donde hoy más crecen es en África central).
Los amish son una escisión de los mennonitas hecha en 1693 por Jacob Amman (1656-1730) -quien exigía excluir a los no puros-, la misma que emigró a la costa noreste americana.
En 23 países de América Latina hay comunidades mennonitas, habiendo núcleos de más de 20,000 de ellos en Honduras y en la zona entre Bolivia y Paraguay.