Tenga cuidado con la comida chatarra de los establecimientos de comida rápida si lo hace una vez a la semana. Puede aumentar su obesidad, puede hacerse un gordo o una gorda fea al aumentar un 129 por ciento de riesgo de que su cuerpo pueda aumentar de peso inexorablemente. Hay un estudio del Hospital del Mar de Barcelona confirma la relación directa que hay entre la frecuencia de este tipo de comida rápida y el riesgo de esta enfermedad.
Hay un estudio publicado en el "British Journal of Nutrition", donde se calcula el valor energético de la dieta de 3.054 personas, 1.491 hombres y 1.563 mujeres, de 25 a 74 años, de todos los niveles socioeconómicos de Girona, y se tuvo en cuenta además otras variables como la actividad física, la ingesta de alcohol y el consumo de tabaco, entre otras.
De la población estudiada, se ha visto que un 10,1 por ciento consumía comida rápida al menos una vez al mes, pero sólo un 1,1 por ciento de esta población lo hacía más de una vez por semana, que es el grupo considerado de mayor riesgo y el que mostraba una calidad dietética peor en conjunto respecto a lo que sería una dieta sana o de tipo mediterránea. Los productos que se han estudiado como 'fast food' o comida rápida son los bocadillos tipo hamburguesas y las patatas fritas consumidas en establecimientos de comida rápida.
Un menú de 'fast food' que comprenda un bocadillo de hamburguesa, una porción de patatas fritas y un vaso de coca-cola pequeño aporta unas 1.000 kilocalorías, y es además la capacidad de saciar de este menú mucho menor que el que supone otro tipo de dieta.
Para dimensionar el aporte energético del 'fast food', en el estudio se ha comparado con una comida compuesta por una ración de 200 gramos de judías blancas cocidas con aceite de oliva, una pechuga de pollo a la plancha, dos rebanadas de pan y una copa de vino tinto, un menú que aporta en total unas 450 kilocalorías.
En el estudio se ha visto además que al contabilizar el origen del aporte de energía diario en la población estudiada, el 1,9 por ciento procedía de la comida rápida, mientras que en Estados Unidos se estima que es aproximadamente del 33 por ciento.
La "comida basura" se caracteriza por tener un alto contenido energético, además de ser apetecible y ofrecer raciones bastante generosas, un conjunto de circunstancias que conducen a que estos alimentos sean bien aceptados por los jóvenes y por los sectores de la población con escaso poder adquisitivo.
Además, se ha constatado que en los últimos años los hábitos alimenticios de la población mediterránea están sufriendo un cambio hacia modelos dietéticos procedentes principalmente de Estados Unidos, y que es necesario evaluar los efectos de estos cambios de hábitos.
Otra investigación del mismo equipo, publicada en el "Internacional Journal of Obesity", ya puso de manifiesto que las personas que hacían una dieta rica en frutas, verduras, legumbres y pescado tenían índices de masa corporal menores.
También se vio que mantener una dieta mediterránea supone un incremento del coste de la dieta estimado en unos 1.752 euros al año para una familia de 4 miembros, coste que puede ser limitador para determinados sectores de la sociedad.