Un atentado violento y sanguinario se dio nuevamente en Irak. Estalló un coche bomba cargado de cloro y costó la vida a 32 civiles iraquíes y 65 resultaron heridos. Sucedió en un enclave chií que lidera Abou Saida, en la provincia de Diyala a 90 kilómetros al nordeste de Bagdad. Fue confirmado por la Unión Patriótica del presidente Iraquí, Jalal Talabani.
El acto militar se dio en las proximidades de un mercado a cielo abierto hacia las 19.45 de ayer, según ha informado la Policía local. El cloro es un elemento cuyas reacciones produce la muerte por asfixia y fue usado como arma por primera vez en la I Guerra Mundial. En Irak, no es la primera vez que sucedió el hecho. Unas 350 se vieron afectadas y enfermas después de la detonación de un camión de cloro en Faluya el 16 de marzo.
Por otro lado, al menos 10 iraquíes, miembros de dos milicias chiíes rivales, han fallecido como consecuencia de los enfrentamientos armados en la ciudad de Nasiriya, 370 kilómetros al sur de Bagdad. En los incidentes están envueltas las dos milicias chiíes más importantes: el Ejército del Mahdi y las Brigadas Badr. Fuentes locales han señalado, bajo condición de anonimato, que los choques se han producido después de que milicianos de Badr intentaran expulsar de la ciudad a varios sabeos que no son musulmanes, ni pertenecen al cristianismo.
La violencia sigue en Irak y parece que lo único que cambia es el enfoque para referirse a ella. La Policía iraquí esta censurando que las televisoras y los fotógrafos se dediquen a grabar los acontecimientos violentos que se dan de ataques con bombas. La nueva política del gobierno es limitar la cobertura gráfica y hasta usó las armas para disparar al aire y así evitar que se tomen fotos de la violencia insoportable y difícil de vivirla. Es la nueva política gubernamental que limita el ejercicio del periodismo. Sin embargo, el señor Abdel Karim Khalaf, que se desempeña de director de operaciones, del Ministerio del Interior, dijo que el gobierno decidió prohibir el paso de las cámaras y fotógrafos al escenario de ataques con bombas. Son restricciones y no se busca coartar la libertad de prensa, dijo el funcionario.
He aquí lo que prohibieron las autoridades Iraquíes: Evitar que los periodistas dañen pruebas necesarias para la investigación, proteger la privacidad y los derechos humanos de los heridos e impedir que insurgentes y milicianos realicen grabaciones de sus ataques exitosos, según Khalaf.