No puede haber ni vida ni manifestación de cualquier índole sin la actividad de las vibraciones. Por el momento, nos interesan, en especial, las Leyes que gobiernan las vibraciones mentales en su relación con el desarrollo del Alma y todo lo que esto abarca.
Todo pensamiento, todo deseo, cualquier acto, crean o ponen en movimiento determinadas vibraciones. La Mente es la creadora del pensamiento. El cuerpo físico hace manifestar ese pensamiento por medio de la acción. Naturalmente la manifestación armoniza con el ideal o espíritu del pensamiento, ya sea bueno o malo; esto es: constructivo o destructivo.
Las Leyes que aquí gobiernan, a semejanza de las Leyes de la Naturaleza y aquellas del Espíritu o el Alma, son imparciales, impersonales y categóricas en su funcionamiento. Estas Leyes no pueden catalogarse como buenas o malas, pero su funcionamiento da entrada a dos fases precisas de manifestación: su expresión está en uno u otro de los dos opuestos. Para expresar esta idea en forma diferente, estas Leyes son dirigidas en uno u otro de los dos conductos que gobiernan la índole o naturaleza del pensamiento o deseo
El hombre denomina a estas activas manifestaciones de vibraciones como buenas o malas, benéficas o destructivas, de acuerdo con el efecto que producen en el que las piensa, como en el mundo de la acción. La dirección del canal o ducto, por el que la vibración se manifiesta, determina el resultado de la actividad, ya sea constructivo o el inverso.
En realidad, sólo existen dos avenidas por las cuales la vida se manifiesta. En todos los planos de Ser, la vida se encuentra limitada a los dos canales de expresión, cada uno de los cuales permite una variedad casi ilimitada de matices y color, tono, grado y tipo.
Es así que se provee el aligeramiento de la monotonía y se da lugar al estímulo. Cuando todos los matices y grados del pensamiento y sentimiento se sujetan a un análisis, se encuentra que representan una de dos fases: o de Amor y buena voluntad, o de odio y malicia.
El Amor y su compañero inseparable, el Servicio, reflejan la actitud general de la mente tras de todos los tipos de acción mental: sanos, constructivos, positivos, estimulantes, alegres y de esperanza. La actitud de obstrucción egoísta y de malicia encaja en cierto grado y matiz, en todos los tipos negativos de pensamiento: venenosos, tenebrosos, desalentados, pesados. Al primer tipo pertenece el optimismo y la alegría sana; al otro, el pesimismo y lo tenebroso, con su influencia depresiva. El primero es constructivo y el otro destructivo y desintegrante.
El tipo de pensamiento determina el carácter de su vibración. Toda vibración indica la acción por medio de un movimiento circulatorio como de onda. La Ley Vibratoria requiere el retorno de la onda a la fuente de donde se originó el impulso. La onda de salida y la de retorno son características de toda vibración, indiferentes de la índole. La onda de retorno en la influencia de la reacción del pensamiento.
Las vibraciones varían tanto en calidad como en velocidad. Algunas son ligeras, puras, refinadas, etéreas en su naturaleza y veloces de movimiento, en tanto que otras son burdas, pesadas, insulsas y sombrías, y de movimiento tardo, embarazoso y tortuoso.
Aquellas que se caracterizan por el refinamiento, la brillantez, la ligereza y rapidez se originan en el Amor y la Bondad. Las vibraciones pesadas, embarazosas y venenosas son el resultado de los pensamientos de odio y malicia.
Las Fuerzas Vibratorias son duales en sus efectos: Primero, influencian profundamente al individuo cuya mente origina los pensamientos o sentimientos. En segundo lugar, pueden dejar impresiones permanentes en otros.
Generalmente, aquellos a quienes alcanza la Onda de Pensamiento o Fuerza Vibratoria, pueden (nuevamente usamos este término) afectarse por esta atmósfera de pensamiento o aura, únicamente: (a) si abrigan el mismo tipo de pensamientos, sentimientos, o (b) si son negativos y por tanto abiertos a tales influencias. Es posible que esas personas sean afectadas de manera muy positiva.
El remedio contra esta influencia maléfica es: (a) conservarse liberado de tales tendencias, y (b) cerrar la mente por medio de un esfuerzo de Voluntad (deseo vigoroso) contra tales fuerzas o influencias; así no encontrarán alojamiento en la mente o el Ser.
La impresión de tales pensamientos y de las vibraciones resultantes es más marcada en la persona que los origina y abriga.
Sobre el creador del pensamiento malévolo, o el originador de los deseos igualmente indeseables, la influencia es dual: se impresiona inmediatamente por el pensamiento o deseo al llegar a la mente, así como también por el retorno o la reacción de estos pensamientos y deseos. Se afirma bíblicamente: "El hombre cosecha lo que siembra".
Los pensamientos que piensa el hombre y los deseos que recibe siempre regresan cargados densamente con frutos de su propia naturaleza. En el lenguaje común se diría: "Las gallinas regresan a su percha". Nunca se ha escrito o dicho mayor verdad.
He aquí un ejemplo más o menos burdo de esta Ley: si somos impulsados por pensamientos y motivos (sentimientos) de Amor y Bondad, automáticamente y sin esfuerzo personal, tal actitud creará vibraciones en armonía con los pensamientos originales. Estas vibraciones inmediatamente penetrarán por todo el Ser, envolviéndolo con un aura de Luz y de Vida.
Estas vibraciones positivas elevarán el fuero Interno Espiritual al nivel de las vibraciones originales. Distribuirán radiaciones de salud y fortaleza por todo el Ser y elevarán sus actividades a un Estado de Vida Superior.
Estas ondas vibratorias también dejan el cuerpo físico, y viajando por el espacio hacen contacto con otras vibraciones (de personas de naturaleza semejante); con el contacto aumenta su fuerza, pero ellas siguen alejándose, en un esfuerzo de cumplir con su misión original. En el curso de su existencia, el ciclo de su actividad se completa regresando a su originador. Las vibraciones positivas y útiles regresan a sus originadores cargadas de poder de vida, salud, éxito y felicidad. Debido a que la Ley es doble (dual), es igualmente verdadero que los pensamientos y deseos maléficos actúan en forma similar, pero a la inversa.
Si un individuo dirige malos pensamientos hacia cualquier persona en particular, las vibraciones que pone en movimiento buscarán y alcanzarán a esa persona. De tener una mente receptiva, y si los pensamientos y deseos que tal persona abriga son de naturaleza semejante, entonces automática e inconscientemente recibirá estos pensamientos que se le enviaron. Reforzarán sus propios pensamientos, causando mayor mal, y las vibraciones malévolas combinadas retornarán al primero que las envió.
Por el contrario, las ondas de pensamiento de Amor, Bondad, Esperanzas, Valor y Buena Voluntad crearán vibraciones de fuerzas semejantes. Cuando estas vibraciones dejan al que las origina, parten con una Misión de Amor y Bondad, de naturaleza igual al pensamiento original. Al alcanzar a aquellos que se encuentran abiertos para recibir estos pensamientos, las vibraciones los despertarán y serán un estímulo a la Salud, al éxito, a las ideas optimistas, ayudando a su bienestar, felicidad y éxito; entonces, para completar el ciclo vuelven a su originador, llevando consigo las fuerzas acumuladas del bien.
Las vibraciones creadas por sentimientos depresivos de miedo, de sospecha, de malicia y sus semejantes, serán deprimentes y aminorarán las vibraciones de salud y éxito. La mente positiva, por medio de pensamientos constructivos y nobles, puede así mismo, elevar sus vibraciones de modo que éstas puedan disipar las vibraciones que producen cualquier enfermedad o fracaso.
No es realmente necesario dirigir precisamente los pensamientos a otra persona. La actitud mental, de ser habitual e intensa, tanto de buena voluntad y benevolencia, o de resentimiento o malevolencia hacia otro, origina y pone en movimiento las ondas vibratorias que encontrarán su camino hacia el objeto del pensamiento. Si tal persona es de actitud mental semejante, estas ondas encontrarán alojamiento; de no encontrarla, y al ser malévolas, retornarán a su originador, o sea al que las envía, bien cargadas de poder destructivo.
La telegrafía está diseñada a semejanza de la actividad mental del hombre. El generador crea la corriente y el operador transmite el mensaje. El hombre es en sí mismo un completo transmisor. La mente, incluyendo los pensamientos y deseos, es un generador que crea las vibraciones u ondas de corriente. Los deseos o sentimientos actúan como el operador y envían o descargan las ondas. El hombre es a la vez el generador, transmisor y receptor, aunque esto es algo de lo que rara vez se da cuenta. El envía, con frecuencia inconscientemente, descargas: las vibraciones creadas por su actitud mental. Recibe, a su retorno, estas vibraciones, además de aquellas descargadas por otros con los que se encuentra en afinidad.
La grandiosa LEY PROTECTORA es: Nada puede llegar al hombre que no esté acorde con sus propios pensamientos, sentimientos o deseos. Si la actitud mental es negativa, pasiva, indiferente o desesperanzada, su ser entero se encuentra en estado perfecto para recibir vibraciones pesadas, perezosas y deprimentes de otros y estará gobernado por ellas.
Si el hombre es mentalmente positivo, alerta y optimista, recibirá solamente las vibraciones de pensamientos vigorizantes, refinadas y de pensamiento elevado. Estas se registrarán en todo su Ser y serán un incentivo para la acción en armonía con estas fuerzas vibratorias recibidas.
El entendimiento de estas Leyes de la Vibración en relación con el pensamiento, el deseo y muy especialmente, con el sentimiento, ayudará mucho en el desarrollo de un incentivo para cultivar hábitos de pensamiento normales, saludables y elevados. Este entendimiento se torna en necesidad y estímulo para hacer todo esfuerzo por fortalecer la fuerza de voluntad, a fin de resistir el entregarse a pensamientos bajos que crean las vibraciones de enfermedad y de fracaso. Una vez que se entienden los ciclos vibraciones, inmediatamente se reconocerá que la actitud mental es mayormente cuestión de costumbre, que a su vez puede resultar en fuerza de Voluntad o deseo que se cristaliza en tendencia precisa.
Si la fuerza de Voluntad inconscientemente se ha deslizado a una actitud negativa e indiferente referente a los asuntos y acción en la vida, con pensamientos arrastrados a canales indeseables y depresivos, se impone ejercer el esfuerzo enérgico, positivo y persistente para mejorar esta flaccidez mental, que realmente equivale a una enfermedad.