El pasado viernes primero de agosto fue el más esperado por los nicaragüenses católicos y religiosos que acompañaban la bajada desde Las sierritas a Managua, la Capital de Nicaragua en Centroamérica, a la diminuta imagen de Santo Domingo que fue trasladado en medio de fuegos pirotécnicos, bailes, y, un mar de gente. La tradición y religiosidad popular de más de un siglo, no fue detenida pese a la desgracia vivida por los comerciantes del mercado oriental, a los cuales se les quemaron más de un mil 500 tramos ese mismo día.
Sin embargo, toda la atención periodística estuvo enfocada en las grandes llamas que devoraron 2 manzanas del populoso centro de comercio popular conocido como el Oriental en un tiempo récord de 14 horas. La transmisión de la desgracia fue transmitida de manera inmediata por la televisión, radios, y, por supuesto, la información a través de los diarios que se difunden en el ciberespacio atrayendo la atención de los nacionales y de todos los rincones del planeta, que de alguna manera hizo a un lado la transmisión de la tradicional fiesta de religiosidad popular, que se conoce como la bajada de Santo Domingo de Guzmán.
Cuando en la redacción del diario La Jornada, en el sitio de internet www.lajornadanet.com realizábamos un monitoreo acerca de las noticias relevantes del 1 de agosto, llegamos a la conclusión que las informaciones estaban centradas más en el desastre del Oriental que en la bajada de “Minguito”, que todos los años el primero de Agosto proviene de un lugar al sur de Managua en Las Sierritas de Santo Domingo, hacia la Capital nicaragüense y a su Iglesia del mismo nombre.
Hubo un fuerte contraste. Por un lado se celebraba al Santo y en el otro extremo los lamentos de los comerciantes que perdieron sus negocios y bienes materiales. El caos y la desgracia ya habían sido anunciada. Existían en el populoso sector 65 hidrantes de agua pero solamente 2 de ellos funcionaban porque los demás estaban en los lugares que se habían convertido en negocios y quedaron dentro de los mismos establecimientos. Otros terminaron en las comercializadoras de “chatarras” dedicadas a la compra de cobre.
El Oriental es un lugar que estaba totalmente desprotegido ante la posibilidad de un incendio de grandes proporciones, como el que se presentó el viernes 1 de agosto del 2008.
El Banco Procredit a través de su Vicegerencia se lamentaba que en el lugar del siniestro ellos tenían invertido 10 millones de dólares en crédito a los pequeños, medianos y grandes comerciantes. El Mercado Oriental y sus negociantes nunca fueron considerados en forma seria ya que el sitio era de muy alto riesgo que ninguna aseguradora se atrevía a asumir los riesgos ante la posibilidad de posibles daños. El punto del Oriental es ahora algo que ayer fue y hoy es la expresión de la amenaza que lo perseguía siempre.
Todos los días los comerciantes grandes, pequeños, medianos y microempresarios , dormían pero no sabían si vivirían, para seguir disfrutando de una fortuna que hoy la tenían, pero mañana era incierta por los peligros de seguridad que se vivía en el famosísimo Mercado Oriental.
Los hechos indican lo que se había anunciado: que el populoso sector comercial se desarrollaba y se extendía en desorden sin que nadie lo controlara, ni lo regulara. Ahora urge una reestructuración inmediata y un cambio de imagen que beneficie a los que han vivido del comercio en ese punto como comerciantes pero que fueron desplazados por otros de mayor volumen de capital externo e interno. Las imágenes nos indican lo sucedido las que volverían a ocurrir si no se toman las medidas urgentes de forma urgente.