WASHINGTON.- Las automotrices estadounidenses volvieron a la carga, con la esperanza de convencer al Congreso sobre la necesidad de salvarlas de la catástrofe financiera, pero esta vez prometieron, a cambio, un plan de austeridad y reconversión a modelos ecológicos.
Ford, uno de los colosos en problemas -junto a General Motors y Chrysler-, presentó un plan que prevé la concesión de un préstamo de fondos federales por 9.000 millones de dólares a diez años y la promesa de equilibrar el balance, o incluso el retorno a las ganancias para 2011.
El boceto señala que Ford entregó al Congreso "un amplio plan de negocios" en el cual se señala cómo "la transformación de las actividades norteamericanas se acelerarán a través de agresivas medidas de reestructuración y la introducción de vehículos de alta calidad, seguros y limpios, incluida una amplia gama de automóviles híbridos y eléctricos".
Para darle un toque dramático al pedido, el director general de Ford, Alan Mullaly, dijo que renunciará a su salario "si las condiciones de la economía" en general y de la industria automotriz en particular "empeorasen".