El conocimiento del propio Ser es aquel conocimiento que, una vez adquirido, hace que todo lo demás sea conocido.
La instrucción secular no puede conferirnos la paz duradera y absoluta.
Sólo el conocimiento del propio Ser puede ayudarnos a cruzar el mar de la pena.
Entonces todos debemos esforzarnos por obtener el conocimiento de nuestro Ser, el cual podemos adquirirlo a través de la pureza de la mente.
Y la pureza de la mente puede lograrse a través de las acciones sagradas, la caridad, la compasión, la devoción y el Amor.
El don de la paciencia tendrá que estar presente cada día, porque así como un fruto no se cosecha en pocos días, así no creceremos en el ahora… este será sólo el comienzo del encuentro con nuestro Yo Interior cada día, con el deseo y la esperanza de encontrar en los tiempos perfectos de Dios cada aprendizaje nuevo.