Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.
Me gusta la gente justa con los demás y consigo misma, que no pierde de vista que somos humanos y que podemos equivocarnos.
Me gusta la gente que no busca culpar o descalificar a otros solo para sacar ventaja.
Me gusta más la gente inteligente que no les sigue el juego.
Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo entre amigos produce más que los caóticos esfuerzos individuales.
Me gusta la gente que juzga a los demás por sus actos, no por lo que escucha.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables a las decisiones de un jefe.
Me gusta más la gente que siendo jefe sabe escuchar sin mostrar su autoridad.
Me gusta la gente de criterio, la que no traga entero, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.
Me gusta la gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de criticarme y de frente a estos, les llamo mis amigos.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideales se trata.
Me gusta la gente que trabaja.
Con gente como esta, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esta gente a mi lado me doy por bien retribuido.
Fuente: Este artículo me fue enviado por mi hija Yolanda Cazabonne Orozco, quien a su vez lo bajó de powerpoint.org
*e-mail: prof.cazabonne@hotmail.fr