« volver :: varios
ACTUALIZADo 7 dE ABRIL de 2009
Nos cuenta un señor
Prof. Christian Cazabonne
Texto más grande Texto más pequeño Texto más grande

El salario apenas me alcanza para pagar las cuentas. (FOTO osiris garméndez)

Nos cuenta un señor:

“Aquel día, me desperté con mucha flojera y renegando.

Con trabajo pude deshacerme de las mantas. Me dirigí al cuarto de baño arrastrando los pies mientras maldecía el tener que levantarme de la cama sin poder quedarme en ella todo el día. Desayuné con los ojos tan cerrados como mi mente. Tal pereza me dominaba, que por no meter el pan en el tostador, preferí comerlo frío y beber la leche directamente de la botella. ¿Por qué tener que trabajar?

¡Esa sí era una verdadera maldición!

Salí de mi casa en dirección a la oficina en mi vehículo con asientos de piel y calefacción, observando en el camino el suelo humedecido por la lluvia y seguía maldiciendo el tener que ir a trabajar. El semáforo se puso en rojo y, de pronto, como un rayo, se colocó frente a todos los automóviles algo que parecía un bulto.

Por curiosidad abrí más mis ojos somnolientos y pude descubrir que lo que parecía un bulto, era el cuerpo de un joven montado en un pequeño carro de madera.

Aquel hombre no tenía piernas y le faltaba un brazo.

Sin embargo, con su mano izquierda lograba conducir el pequeño vehículo y manejar con maestría un conjunto de pelotas con las que hacía malabares. Las ventanillas de los automóviles se abrían para darle una moneda al malabarista que llevaba un pequeño letrero sobre el pecho. Cuando se acercó a mi auto pude leerlo, "Gracias por ayudarme a sostener a mi hermano paralítico". Con su mano izquierda señaló hacia la acera y ahí pude ver a su hermano, sentado en una silla de ruedas colocada frente a un atril que sostenía un lienzo, y movía magistralmente con su boca un pincel que daba forma a un hermoso paisaje.

El malabarista mientras recibía ayuda, vio el asombro de mi cara y me dijo: -
¿Verdad que mi hermano es un artista? Por eso escribió esa frase sobre el respaldo de su silla.

Entonces leí la frase que decía:

"Gracias Señor por los dones que nos das. Contigo no nos falta nada".

Recibí un fuerte golpe en mi interior mientras el hombre-bulto se retiraba y el semáforo cambiaba del color rojo al verde. Mi semáforo interior cambió desde aquel día. Nunca más se me volvió a encender la luz roja, que me paralizaba por la pereza. Siempre he tratado de mantener la luz verde y realizar mis trabajos y actividades sin detenerme. Aquel día descubrí que ante aquellos jóvenes, yo era el paralítico. Desde aquel mismo día, nunca he dejado de agradecer.

Ahora no tengo todo lo que quiero; pero le doy gracias a Dios por lo que tengo.

El salario apenas me alcanza para pagar las cuentas, pero por lo menos tengo un trabajo para ganar el sustento. Los problemas se me han venido multiplicando como si fueran mágicos; pero tengo paciencia y fortaleza para sobrellevarlos.

A veces creo que no podré seguir adelante con tanto conflicto; pero cada mañana siento dentro de mi corazón que sí puedo. Los años han ido pasando rápidamente, mi piel está un poco arrugada, y mis cabellos se están poniendo blancos; pero no pierdo la alegría que siento de vivir.

Cada día pude resolver los conflictos, los problemas los pude superar, la enfermedad la pude soportar, el odio se transformó en amor, la soledad la pude sobrellevar”.

*e-mail: prof.cazabonne@hormail.fr

Imprimir
 
 
Inicio | Opinion | Directorio | Agenda | Revista | Video | Galería | Archivo | Comentarios | Suscríbase | Audio | GSA | Mapa del Sitio
© 2009 La Jornada. Una empresa del grupo Arévalo-Garméndez. All Rights Reserved.
Nosotros | Contáctenos | Reconocimientos | Staff | Servicios | Publicidad
Sitio Ganador Arroba de Oro 2006Sitio Ganador Arroba de Oro 2007Angel de la Comunicación: Mejor Periódico DigitalSiteUptime Web Site Monitoring Service