Estas líneas te las escribo a ti, mi pequeña a Agnes. Sabes que te traje a este mundo porque te necesitaba; tuve que buscarte un vientre, el de tu mamá, para que te formaras y nacieras; eso fue el 11 de marzo de 1990. Eres del signo zodiacal Piscis como lo fue tu abuela paterna.
Yo se que ya tienes un año y medio, y que eras bella; pero no creas que eres la única niña bella de este mundo, sólo que lo eres por el amor que yo siento por ti.
No se como te las arreglas para ser tan inteligente, porque no dominas muchas palabras de este idioma que te estamos enseñando, sólo dices: mamá, papá, tita, mía, chao, teté, nené, pupú, cáca, pipí, mira y algunas otras. Sin embargo, cuando quieres algo te haces entender de otra forma, me agarras la mano y me llevas adonde quieres ir, o me conduces hasta los objetos que quieres; claro que si no te hago caso o te quito algo, te pones brava. Cuando quieres bailar, que yo se que te gusta mucho, me llevar al equipo de sonido y me pones la mano sobre los cassettes, te guata bailar la música alegre que está de moda como la sopa del caracol, la lambada, el chacuchá, los merengues como el que dice “un poquito de tu amor” y los infantiles donde está “los pollitos dicen”, pero también te gusta la música frances, ¿porqué será?. De lo que deduzco que la inteligencia se desarrolla primero que el lenguaje hablado.
Eres alegre, zalamera, cariñosa, tremenda, traviesa, amable, dulce, coqueta; te gusta cuando te peino tu cabello color trigo seco y te pongo un lazo. Sabes donde se ponen los zarcillos, pero nunca logras ponértelos. Te gusta ponerte los zapatos de tu mamá y jugar dentro del escaparate. De la televisión te gusta ver los programas musicales bailables y chamokrópolis. Sabes, no eres la única que hace todas estas cosas, los demás niños de tu edad hacen cosas parecidas, aunque ninguno actúa exactamente igual que otro. Lo que te digo no es nuevo, los psicólogos han estudiado mucho más a fondo este tema, pero no importa, igualmente sigo.
Hay algo que, aunque eres muy inteligente, no puedes controlar y por lo tanto nunca llegas a tiempo ni a la pozeta ni a la vasinilla. Tampoco entiendes por qué hay que comer todos esos alimentos que no te gustan y sobre todo esas horribles medicinas, si el pecho de tu mamá es mejor que todo eso; pero debes saber que a tu edad la leche materna ya no te alimenta.
Cuando eras más pequeña aún, yo te cambiaba los pañales, ahora no porque dejaste de usarlos, pero esto no mejora nada, ya que me la paso con un trapo en la mano limpiando dondequiera que haces tus gracias. Sabes que algunos hombres amigos y familiares me lo critican, y yo me pregunto ¿por qué?.
Me encanta cuando tienes sueño y te duermes en mi hombro, que seguridad y protección sientes cuando estás conmigo, hasta para bañarte no tienes miedo de meterte en la bañera cuando estoy a tu lado, ni sientes temor cuando te hecho la cabeza hacia atrás para quitarte el champú y que no te entre en los ojos.
Cuando estás enferma me desespero mucho, sobre todo cuando te da esa maldita fiebre y esa horrible diarrea, que sólo cuando te inyectamos antibióticos logramos curarte. Yo se que no te acuerdas, pero a mi nunca se me olvidará el día que te fuiste a botes por la escalera, menos mal que estabas en la andadera que se rompió toda pero te amortiguó el golpe; eso fue un acto de viveza tuya, me embobastes todo y fuiste más rápida que yo, y todo porque querías bajar por la escalera donde sabes que te lo tenemos prohibido por el peligro que tu misma comprobastes.
No vayas a creer que me sacrifico mucho por ti, todo lo que hago es con mucho gusto y además, creo que es mi deber.
Cuando me ausento lloras y me llamas; cuando regreso te alegras y me abrazas. Cuando manejo quieres que te lleve alzada, pero no debo, es muy peligroso. Te gustan los parques, los caballitos. Pasear en todas formas y con todos los medios de transporte posible.
Te gustan los otros niños, el agua y aunque comes poco, ya te gustan los helados, la gelatina, el cambur, las compotas, el pollo, los fideos, pero ya no tomas tetero, menos mal que tomas la leche en vaso.
Sabes que no eres la única hija mía, pero si la última, y que revivo contigo las experiencias pasadas con tus hermanos. Por cariño te llamo de muchas maneras como por ejemplo: Mami, Chipilina, Catira, Agnes, Curucucha, Curucuchita, “Ma pusse” que significa en castellano Mi pulga, etc.
No vallas a creer que si yo hago todas estas cosas por ti, tu mamá se queda atrás, tu sabes que ella hace mucho más que yo por ti. Yo también tengo nietos, pero sus padres no me dan la oportunidad de atenderlos como a ti. Pero tu me ganastes ya que tienes sobrinos más viejos que tu y hermanos que podrían ser tus padres.
Me dicen que te ponga en una guardería infantil, en una casa de cuidados diarios o en manos de una sirvienta, en vez de cuidarte yo todas las tardes mientras que tu mamá trabaja. Sabes que mientras pueda, y yo sí puedo, ya que estoy jubilado del Ministerio de Educación, prefiero mil veces atenderte personalmente.
A los dos años y medio te gusta ponerte los vestidos nuevos que te compro, dices que para bailar, pero también te los pones para salir.
Sabes que cuando estoy triste y tengo problemas me refugio en ti, que con tu inocencia infantil sabes calmar mis penas; tengo algunas, pero la que más me molesta es que algunos de tus hermanos me han dado la espalda por el simple hecho de haberme separado de su madre y tener otros hijos como tu y tu hermano Luis Alfredo; sabes que el divorcio no es ningún delito, es sólo decir basta ya y cambiar.
Señalas con el dedo y regañas a las personas que te ofenden, que te tratan mal, que te hacen algo malo o te quitan algo, pero también sales corriendo y te tiras al suelo, esa es tu forma de protestar al mal trato. Sigues tomando el pecho de tu mamá, lo has tomado como si fuera un chupón, así que con eso te calmas cuando lloras y te duermes.
Te gustan mucho los animales, como tu abuela paterna, pero tenías una mala costumbre, que ya te la quitamos, de besar a tu perrita y a tu gato.
Eres una niña muy activa, te emocionas cuando te montas en el metro, cuando vas al parque, al zoológico, cuando picas una torta en tu cumpleaños, cuando vienen visitas sobre todo si hay niños, te vuelves “loquita”.
Ya hablas bastante, casi todo lo que quieres lo sabes pedir y te haces comprender, aunque algunas veces cuando conversas conmigo no todo te lo entiendo. Cuando dices que te duele algo, generalmente es mentira, es sólo para que te concienta y te aplique alguna pomada.
Te gustan mucho las chucherías sobre todo el chocolate, el cheese tree, cheese wee, los caramelos, las chupetas, leche condensada, ovomaltina, nucita, etc. Cuando botas algo o se te cae algo al suelo y se rompe, me hechas la culpa a mi y me regañas.
Ahora que tienes tres años y medio no te gusta que te vistan ni que te peinen, quieres hacerlo sola, pero todavía te vuelves un ocho para amarrarte las trenzas de los zapatos.
Cuando te escondes y no haces ruido, es porque estás haciendo alguna travesura, por ejemplo, cuando usas las pinturas de uña de tu mamá y de tu hermana Yolanda para pintar tus muñecas y otros juguetes. Te gusta pintarte, aunque no te lo permitimos, vestirte bien y hacerte unos peinados a tu manera, que no siempre te salen bien. Todavía tengo que acostarme contigo por las noches para que te duermas. Además sigues tomando el pecho de tu mamá, aunque hemos hecho todo lo posible para que lo dejes.
Te fascina la escuela, de hecho empesaste a estudiar el primer nivel en el pre-escolar “Abilio Reyes” de la Quebradita II, San Martín, Caracas. Tu primer día de clases fue el miércoles 6 de octubre de 1993, al contrario de muchos niños, que se ponen a llorar cuando sus padres los dejan por primera vez en la escuela, tu te quedaste contenta.
Cuando vamos a Higuerote, te gusta bañarte en la piscina del Club Aguasal y formas un “berrinche” cuando te vamos a sacar.
Te gustan mucho los dibujos animados, sobre todo los de Walt Disney, yo creo que ya tienes todos los videos que han salido.
Cuando te pones a gritar no quieres parar y retumba en toda la casa, y cuando te ríes lo haces en forma muy graciosa y sarcástica. Cuando tienes flojera de caminar, me dices que te alce. Te gusta escribir y ya sabes agarrar bien el lápiz. Te encanta brincar sobre las camas. A medida que pasa el tiempo son más las cosas que aprendes.
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