En este diciembre del 2009 se cumplen 37 años de haberse registrado aquel portentoso y destructor Terremoto del 23 de diciembre de 1972, en Managua. (FOTO ARCHIVO)
Eran las 8 de la noche del 22 de Diciembre del año 1972. Se habían sentido varios sismos durante el transcurso de la noche. Yo partí de la Colonia 14 de Septiembre donde vivía, a una fiesta universitaria de despedida de año, en el propio centro de la destruida capital nicaragüense. Exactamente el terremoto del 23 de Diciembre del año 1972 lo sentí con toda su intensidad de los repuestos de Julio Martínez dos cuadras al lago media cuadra arriba, sobre la Avenida Momotombo. A las 10 de la noche con 30 minutos se sintió un fuerte temblor que nunca se había dado. Recuerdo que en ese entonces el Profesor Julio César Sandoval, Director de la primera emisora del país, Radio Mundial de Don Manuel Arana Valle, se fue a realizar una transmisión atípica para calmar los ánimos de los capitalinos ante un posible acontecimiento que nadie sospechaba que se iba a dar y era la destrucción de Managua a las pocas horas.
Aquí se demostraba una vez más una de las canciones que hoy están de moda del salsero Luis Enrique Mejía López que se titula “Yo no sé mañana”. ¿Quién iba a imaginar que nuestra bella capital estaba a punto de morir junto a sus habitantes que dejo una secuela de 10 mil muertos y 20 mil heridos?
En esta edición del Diario La Jornada reproducimos un artículo del periodista Pablo Emilio que se titula así:
I
Terremoto del 72 cambió fisonomía capitalina
Managua “noqueada” hace 37 años
Pablo Emilio Barreto P.
• El 80 por ciento de la Capital fue derrumbada por vibraciones terráqueas producidas por fallas que atraviesan Managua de Sur a Norte.
• ¿Hubo diez mil o 20,000 muertos?.
• Managua en 1972 era una Ciudad pequeña, de menos de 500,000 habitantes. Hoy tiene casi dos millones y una extensión de 15 kilómetros de largo por ocho kilómetros de ancho
• Nadie atendió “premoniciones” del ingeniero Carlos Santos Berroterán.
• En 1972, hubo un terremoto premonitorio en Mateare.
• Anastasio Somoza Debayle robó lo que más que pudo de las ayudas internacionales, igual que Arnoldo Alemán Lacayo al ocurrir el Huracán Mitch.
En este diciembre del 2009 se cumplen 37 años de haberse registrado aquel portentoso y destructor Terremoto del 23 de diciembre de 1972, en Managua, el cual ocasionó entre 10,000 y 20,000 muertos, decenas de miles de heridos y golpeados, la destrucción de 74 mil casas y centenares de edificios públicos y comerciales.
Quedaron derrumbados también los Mercados, hoteles, restaurantes, centros de diversiones diversos, cárceles del somocismo genocida, cines, clubes nocturnos, prostíbulos, centros comerciales, tiendas sencillas y de lujo, oficinas del gobierno y del Distrito Nacional, radioemisoras, Diarios nacionales como LA PRENSA y NOVEDADES.
Quedaron asimismo destruidos los edificios de la Presidencia de la República, donde despachaba el tirano genocida Anastasio Somoza Debayle; el local del Distrito Nacional (Alcaldía), la Aduana, de los Hospitales El Retiro y del Seguro Social, conocidos hoteles como el Balmoral, Gran Hotel y Réisel, distribuidoras de maquinaria como la Automotriz, y colegios famosos como Ramírez Goyena, Calasanz, Divina Pastora, Maestro Gabriel, La Salle, Colegio Centroamérica, etc. La Ciudad de Managua fue destruida en un 75 por ciento por este Terremoto Ritcher 7, ocurrido al despuntar el día 23 de diciembre, es decir, en vísperas de los días 24 y 25 de diciembre.
La tierra bajo todo el casco urbano de Managua corcoveó como potranca desenfrenada al ritmo de dislocaciones o derrumbamientos internos en las fallas de los Bancos, Tiscapa, Chico Pelón y Ciudad Jardín, provocando levantamientos verticales y horizontales violentísimos, los cuales con su fuerza portentosa ocasionaron el fracturamiento masivo y derrumbe de las viviendas de taquezal y de las que estaban mal construidas por insuficiencia de hierros, columnas débiles, amarres y “vigas coronas” mal elaborados, para sostener las armazones arriba y abajo.
Un informe del llamado Comité de Emergencia Nacional, presidido por el genocida “Tacho” Somoza Debayle, indica que las consecuencias fatales del Terremoto de 1972 se resumen así:
Entre 10 mil y 20 muertos, destruido el 75 por ciento de la Ciudad Capital, 74 mil casas destruidas, 70 mil familias damnificadas, 250 mil personas sin viviendas y enseres domésticos y ropa de uso diario, 118 centros comerciales saqueados, 181 centros comerciales grandes destruidos o semidestruidos, derrumbada un área de 400 mil metros cuadrados de edificios públicos y privados, 52 mil trabajadores perdieron sus empleos en el gobierno y en empresas privadas, destruidas un área total de 350 mil metros cuadrados de oficinas del gobierno central y del Distrito Nacional.
El reporte oficial del gobierno somocista indica que fue destruida un área total de 13 kilómetros cuadrados y que hubo daños en catorce kilómetros cuadrados. La Vieja o antigua Managua tenía un área urbana total de 43 kilómetros cuadrados, de los cuales fueron afectados 27 kilómetros cuadrados y destruidos 13 kilómetros cuadrados.
Reportes no oficiales indican que fueron destruidas 53 mil casas y no 74 mil como informó el Comité de Emergencia de Somoza Debayle. En Managua urbana habitaban 404, 634 personas, al momento del Terremoto del 23 de diciembre de 1972, según censo de 1967.
El mismo régimen del somocismo genocida informaba que hubo pérdidas por 844 millones de dólares, e inmediatamente se dejaron de recaudar 80 millones de dólares anuales mediante impuestos municipales y por la vía de la Renta, añadía el informe.
La industria mediana y pequeña fue afectada en un 40 por ciento, dejaron de existir 1, 650 camas en los Hospitales El Retiro y del Seguro Social, porque ambos fueron totalmente destruidos por el Terremoto.
Terremoto destruyó todo
El Terremoto del 23 de diciembre de 1972 “no respetó color ni tamaño”, pues asimismo cayeron iglesias, colegios, el Centro Destilatorio Nacional, la Escuela de Bellas Artes, el Seguro Social, la Presidencia de la República, las cárcecles funestas de El Hormiguero y La Aviación, el Hotel Réisel, los Mercados Central, San Miguel y Böer; el Diario LA PRENSA, el Diario NOVEDADES (propiedad de la familia Somoza), la Radiodifusora Nacional, el Monte de Piedad, la Radio Mundial, el Colegio Divina Pastora, los colegios Ramírez Goyena, Maestro Gabriel, La Salle, Calasanz, etc.
El casco urbano derrumbado por el Terremoto se convirtió en un inmenso “valle de lágrimas” por el dolor de los familiares de las víctimas mortales, cuyos cadáveres, mayoritariamente, en forma macabra fueron echados a camiones volquetes del Distrito Nacional y lanzados desde estas plataformas metálicas a tumbas colectivas del Cementerio Occidental de Managua.
Allí se formaron filones de gente, llenas de lágrimas y pesadumbre, a la espera de cada camión que llegaba con más cadáveres, para ver si podían reconocer a uno de sus familiares.
Al mismo tiempo, era conmovedor apreciar la desesperación con que los sobrevivientes buscaban a sus familiares desaparecidos entre los escombros de edificios y casas derrumbadas en las Calles y Avenidas: 15 de Septiembre, Momotombo, 27 de Mayo, Triunfo, Roossevelt, Bolívar y Avenida del Centenario, donde la mayoría fue sorprendida cuando hacía preparativos para pasar una Navidad “más o menos tranquila”, mientras una minoría disfrutaba de los placeres mundanos en clubes nocturnos, prostíbulos, cantinas, restaurantes, hoteles y en centros escandalosos como la famosa “Tortuga Morada”, la “Casa Amarilla”, el “Palo de Gato” o el “Charcho de los Patos”.
En aquellos momentos de diciembre de 1972, Managua en su casco urbano tenía un poco menos de 500 mil habitantes, mientras en todo el Departamento de Managua contaba con un millón 890 mil pobladores.
Éxodo masivo
Al ocurrir la destrucción generalizada de este poderoso Terremoto del 72, se produjo un éxodo masivo casi inmediato hacia ciudades y pueblos como: Masaya, Granada, Tipitapa, Ticuantepe, Ciudad Sandino, e inclusive hacia la Ciudad de León, debido a lo cual se formaron nuevas poblaciones o se ensancharon las que ya existían.
Dentro de la misma Managua, decenas de miles de pobladores fueron a buscar terrenos a lotificaciones como Riguero Norte, La Fuente (hoy Ariel Darce), Torres Molina (hoy Camino Ortega), Loma Linda (hoy Sierra Maestra), en el mismo Barrio San Judas y rumbo a las que posteriormente fueron las Américas I, II, III y IV, llamadas ahora, respectivamente, “América I”, Villa José Benito Escobar Pérez, Villa Revolución y Villa Venezuela.
También hacia vecindarios como el hoy Camilo Chamorro, Berta Díaz y El Rodeo, situado frente al Aeropuerto Augusto C. Sandino. El Terremoto del 72 cambió drásticamente la fisonomía de la Capital, pues a partir de entonces, los capitalinos empezaron a ensanchar la Ciudad en forma de abanico para los rumbos Norte, Sur, Oriente y Occidente.
Hoy (2009) Managua tiene 15 kilómetros de largo, de Este a Oeste, y ocho kilómetros de ancho, entre la orilla Sur del Lago Xolotlán o de Managua y los “Lomos” o subida de El Crucero en las llamadas Sierras o Cordillera montañosa de Managua, la cual se ubica entre el complejo volcánico, Volcán Masaya, y la orilla Noroeste del Municipio de Mateare, donde termina la Cordillera.
En esa extensión mencionada, Managua Municipio tiene ahora casi dos millones de habitantes, situado en 604 vecindarios: Repartos, Barrios Tradicionales, Colonias, Barrios Progresivos y 400 Asentamientos Humanos Espontáneos.
La llamada “Zona Escombrosa”, ubicada entre el Gancho de Caminos-Mercado Oriental, Calle Colón, Costa del Lago Xolotlán, Ministerio del Trabajo y el límite Sur del Estadio Nacional Rigoberto López Pérez, continúa prácticamente igual al cómo la dejó el Terremoto de 1972.
Hubo centenares de familias humildes que allí se quedaron en edificios semidestruídos por el Terremoto, otros reconstruyeron sus viviendas, el Estado o Gobierno Central y la Alcaldía de Managua rehabilitaron oficinas y construyeron nuevas como TELCOR, la Cancillería General de la República, el Ministerio de Finanzas, la Asamblea Nacional, el Seguro Social, el Ejército Nacional, el Instituto de Cultura el Museo Nacional, la llamada “Casa de los Pueblos” (fue sede presidencial del presidente ladrón Arnoldo Alemán Lacayo), el Teatro Popular Rubén Darío, el recientemente construido Puerto Salvador Allende Gousssen, el mejorado Malecón de Managua, y últimamente las “Casas del Pueblo”, edificadas por el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional para trabajadores de la Educación y la Salud.
El resto sigue igual, esperando reconstrucción, o que sea declarado Monumento Nacional a los 20 mil muertos ocasionados por aquel fatídico Terremoto del 23 de diciembre de 1972.
Cabe recordar que menos de un año antes del 23 de diciembre de 1972, se produjo un “miniterremoto” en suelo del municipio de Mateare, en la costa Sur del Lago de Managua, el cual ocasionó daños graves en las instalaciones de la Hacienda Santa Agustina, propiedad de una señora llamada Gretchen Morales.
Este sismo se produjo el 5 de enero de 1971, a las diez y media de la mañana.
Hubo una serie de sismos, supuestamente provocados por movimientos en la llamada Falla de Mateare, la más grande y peligrosa de Managua, la cual se origina en la fractura del Volcán Apoyeque, uno de los 16 volcanes del territorio municipal de Managua.
Las paredes de la casona de la hacienda Santa Agustina quedaron agrietadas por todos lados, según se lee en el Diario LA PRENSA del 5 de enero de 1971.
En la misma edición de ese 5 de enero, el Diario LA PRENSA publicaba que estaba temblando en casi todo el mundo.
“Premoniciones” de Santos Berroterán
A mediados del año 1972, el ingeniero Carlos Santos Berroterán apareció anunciando sus “premoniciones científicas” de que iba a ocurrir un Terremoto de grandes magnitudes, debido, supuestamente, a que ya se había cumplido la supuesta “vuelta cíclica” de 30-40 años desde la ocurrencia del Terremoto del 31 de marzo de 1931 y porque, presuntamente, habían “movimientos raros” en el subsuelo de Managua.
Nadie quiso ponerle atención a Santos Berroterán. La verdad es que esa noche el cielo se puso rojizo y el calor apretó más que de costumbre, y finalmente llegó el traqueteo infernal de las doce y media de la noche de aquel 23 de diciembre de hace 37 años.