En el pasado mes de agosto, el gran modisto Paco Rabanne, inspirándose de ciertas predicciones del famoso Nostradamus, ¡había predicho la destrucción total de París!
Por los tiempos que corren, los mercaderes de “la mala noticia” tienen, lamentablemente, poco chance de equivocarse. Pero no está prohibido burlar esta “siniestrosis maléfica”.
En el pasado mes de agosto, después del eclipse total de Sol visible en el noreste de Francia, el gran modisto Paco Rabanne, inspirándose de ciertas predicciones del famoso Nostradamus, ¡había predicho la destrucción total de París!
¡El Presidente Caldera debía morir antes del fin de su mandato!
¡Una inmensa ola apocalíptica debía engullir la ciudad de Caracas, traspasando el Ávila!. Esto provocó, durante un fin de semana, un éxodo monstruoso.
Como sí, lamentablemente demasiado presentes, las catástrofes naturales, los accidentes, la guerra, el terrorismo no fueran ampliamente suficientes.
En el final del año 1.999, al alba del año 2.000, comienzan ya a surgir las primeras grandes predicciones. Ahora bien, si les prestamos atención constataremos que la mayoría de ellas son catastróficas.
El que anuncia buenas noticias no tiene mucha audiencia... Quien va a escuchar el que proclama “que en el año 2.000 todo será como en 1.999”. Quien va a escuchar el que asegura que “las cosa no van sino a mejorar”, que “la humanidad va progresar en el buen sentido” y que “las fuerzas reaccionarias van a retroceder”.
En cambio, el que afirma que “pronto será la tercera guerra mundial” o que “el hueco en la capa de ozono va volver la atmósfera irrespirable”, ese está seguro de captar la atención de un numeroso público. Por otra parte, aquí tenemos algunos temas que podrán enseguida darles buena audiencia: los submarinos nucleares rusos se están desagregando, los fanáticos religiosos preparan atentados en el metro, las FARC preparan un complot contra la vida del Presidente Chavez, ciertas medicinas que se creían benéficas (principalmente vacunas) se han vuelto tóxicas...
Teste estos asuntos, ustedes verán, apasionan todo el mundo. Eso debe ser un carácter que tenemos de nuestro “cerebro reptiliano”: el interés, la atracción por lo que nos saca de lo cotidiano y nos flanquea literalmente “el miedo”. Cuando los términos de “siniestros” envejecen, pasan de moda, no funcionan más, se inventan unos nuevos aún más alertantes. O simplemente, se retoman los buenos viejos métodos a la manera de los cuentos de hada o brujas y los alquimistas que movilizaban antiguamente los temores ocultos y hacían surgir monstruos internos. El terror a escala humana, el miedo a la primera persona son las bases de la mitología publicada en 1.809 bajo el título “del culto de la bruja Blair”.
Jóvenes empresarios acaban de realizar una película empleando pues los elementos más tradicionales del terror: la obscuridad, lo desconocido, la noche y las obsesiones individuales. Una película que pone al observador en prueba con menos sangre y más misterio. Un verdadero éxito: más de 230 millones de dólares de ingreso en algunas semanas únicamente en los Estados Unidos. Próximamente, debería ser proyectado en nuestras pantallas.
Hemos sido acaparado por el problema de “la vaca loca”, temblamos al descubrir el “cochino carnívoro” (cochino frecuentemente alimentado con trozos de carne de sus propios congéneres reducidos a harina), lo que no debería faltar de conllevar a degeneraciones.
Conocemos el miedo de adquirir el SIDA, HIV 1 y 2, ¡temblaremos al descubrir el HIV 3 y 4!
Es un poco como las series de películas de espantos, en cada nuevo episodio hay que reforzar las dosis de adrenalina segregadas por el público. El color que atrae más es el rojo. ¿Por qué? Es el color de la sangre... del pobre peatón que habrá atravesado la calle con el semáforo en rojo, por ejemplo.
Hay un mercado del miedo, actualmente floreciente, que ha creado un acostumbramiento y casi una dependencia de ciertos sujetos al terror, haciendo que, cada día se venderá mejor. Los espacios de la prensa escandalosa rivalizan en la invención de temas de “siniestros”: hay los complot, entre otros contra Chavez, los extra-terrestres que destruyen los terrícolas, los grandes brujos que manipulan los ingenuos a su antojo, los pronosticadores del desastre con la invención del planeta rojo gigante “Hercólubus”...
Sería posible ver algún día en gran título de cobertura: “lo siento, pero hoy todo va bien”; “quédense tranquilos y sin nervios”; “la naturaleza es maravillosa, descúbrela”; “tomemos el valor de acciones ejemplares”; “disfrute de la vida y descubra todo lo positivo que nos rodea”.
Como ninguna profecía se ha cumplido hasta ahora, y sabiendo que son pura charlatanería, disfrutemos de la vida y entremos con optimismo en este nuevo siglo y en este nuevo milenio, sin rencor y sin temor.
*e-mail: prof.cazabonne@hotmail.fr