Al profesor Cazabonne le encanta representar a Venezuela. (FOTO)
¿Se imaginan ustedes a un profesor de bata blanca que enseña muy serio y convincente la asignatura de Ciencias de la Tierra a sus alumnos se secundaria y superior, escaparse de la civilización en cuanto puede y, colgado de una liana en la selva tropical, voz en cuello hacer la imitación de Tarzán? Ah… pero esta no es su principal diversión, su pasatiempo más apasionado, después de la enseñanza, para la cual le pagan, es recorrer todo el país (Venezuela) para estudiar sus yacimientos minerales y rocosos, y recolectar “piedras”, para lo cual no le pagan, destrozando de paso, con el pesado cargamento, los vehículos que utiliza.
Pero vamos por parte, se trata del Profesor Christian Cazabonne, un hombre jovial, entusiasta y enamorado de su profesión. Gran defensor de su gremio y del vocabulario técnico de su disciplina, no tolera que sus alumnos le hablen de “piedras”, le gusta que se identifiquen las cosas por su nombre: roca, mineral, yacimiento, mina, cantera, mena, ganga, agregado, geoda, drusa…
Nació en Francia y sus padres lo trajeron en un “guacal” a la edad de 10 años, desde entonces, enamorado del país (Venezuela) y su gente, no lo ha abandonado y por lo que se ve no lo abandonará, llegando a tal entusiasmo que ha procreado en Caracas a 8 preciosos retoños, unos de cabellos rojizos, otros castaños, pecosos de ojos azules, verdes y marrones.
Los pasos del “pionero”. Todo comenzó hace tiempo en el liceo Luis Ezpelosín de Caracas, cuando se le ocurrió clasificar unas muestras de rocas y minerales que colocaba luego en bolsitas plásticas y entregaba a sus alumnos para que las utilizaran en sus estudios. Pensó entonces en algo más práctico y elaborado, pero también más costoso, mando hacer unas “cajitas” que llenaba con las muestras y las cuales vendía para recuperar en parte los gastos.
Y así fue como un depósito de sustancias químicas en el liceo se iba transformando, saco tras
saco, llevados sobre sus hombros, en un verdadero arsenal de “piedras” que llegaron a alcanzar varias “toneladas”. Por supuesto que los profesores y alumnos vivían con el constante temor de que el piso cediera. Además, los golpes de mandarria que se oían en la “zona de trabajo” del tercer piso donde se encontraba el material, cuando fraccionaba sus apreciadas rocas, aumentaba su preocupación. Al final, ante tantos rostros aprensivos, tuvo que prescindir del práctico “laboratorio”.
Entonces, se puso en contacto con los dueños de la imprenta que le elabora su libro de texto de Ciencias de la Tierra, los cuales “ávidos de hacer negocio” le cedieron la azotea del inmueble donde operaban. Solución temporal, aquí el material estaba expuesto a la intemperie, y tenía, además, que pulir y clasificar en forma sistemática las rocas y minerales sin ninguna clase de apoyo, a pesar de las promesas de ayuda que recibió y que quedaron en eso… simples promesas, transformadas en “rocas entintadas” que al final se botaron por inservibles.
Había que resolver el problema de otra manera. Fue en aquella época que adquirió un vehículo rústico nuevo, con él se dedicó a recorrer los lugares de Venezuela donde se encuentran los yacimientos minerales, llenaba el “carro” hasta el techo con las muestras, después de haber mandado a reforzar resortes y amortiguadores, y regresaba feliz con el cargamento a su casa. Bueno, así sucedió la primera vez porque sorprendió a su esposa y llenó la cocina, los cuartos y la terraza con sus “tesoros”. La segunda vez por supuesto que no lo dejaron entrar.
Otra vez en la calle. Al fin, después de mucho pensar, decidió, sin asustar ni sorprender a nadie, guardar sus rocas en el depósito de su casa de la playa en Higuerote. Al año tuvo que vender el vehículo en una “chivera” como chatarra.
¿Cómo prepara el profesor Cazabonne sus “cajitas” de rocas y minerales? Muy fácil, manda hacer las “cajitas”en el comercio, pega los nichos con goma plástica, le pone sus numeritos y algodón en el fondo. También manda imprimir un catálogo con los nombres, la clasificación, las propiedades y el yacimiento donde se encuentran cada muestra. Aprovecha los fines de semana para sentarse en su depósito frente a un yunque y mandarria en mano fracciona las muestras a tamaño conveniente. Sobre una tabla a su izquierda coloca 20 “cajitas” que va llenando a “la medida” hasta completar las 30 casillas que lleva cada una. Además se hace acompañar con un ventilador y un radio.
La mayor parte de las “cajitas” las compran los estudiantes, otras los turistas y algunas el Ministerio de Energía y Minas para salir de algunos compromisos con los visitantes de otros países.
Al profesor Cazabonne le encanta representar a Venezuela, por su cuenta, en los congresos internacionales y asistir a sus colegas de todo el país con materiales y ayudas técnicas, ya que es autor de un libro de texto de Ciencias de la Tierra que tiene tiempo en circulación.
Estamos seguros que los geólogos del futuro se van a “volver locos” cuando analicen las muestras de los estratos formados en Higuerote con los restos del depósito de rocas y minerales del profesor Cazabonne.