El hallazgo lo descubrieron mientras estudiaban plantas en el desierto montañoso de Israel. (FOTO ARCHIVO)
Un grupo de investigadores de la Universidad de Haifa han descubierto una extraña planta clasificada por botánicos locales hace 70 años, que crece en el desierto montañoso del Neguev, en el sur del país, y que se riega a sí misma.
La planta ''Rheum palaestinum'' se caracteriza por su capacidad de adaptación a las duras condiciones climatológicas del desierto, gracias a unas hojas especiales -anchas, con surcos y canales- que son capaces de conducir la más mínima gota o partícula de agua de la lluvia directamente hacia sus raíces. Ésta canaliza el agua a través de sus hojas que se encuentran orientadas hacia su base y que a la vez son recubiertas de una película de cera que repele el agua, lo que contribuye a que el líquido se deslice sobre su superficie.
Según fuentes israelíes, se trata de la única planta de su tipo en el mundo, y podría servir a los científicos como prototipo para buscar nuevas vías para el máximo aprovechamiento de la distribución del agua en aplicaciones como la agricultura, especialmente en regiones extremadamente áridas.
Residentes del Neguev dicen que la planta sólo puede encontrarse en Israel y en la vecina Jordania. Los investigadores de la Universidad de Haifa que la descubrieron tenían curiosidad por las posibles ventajas de sus excepcionalmente grandes hojas, que son muy diferentes de las que suelen tener la mayoría de las plantas en el desierto, y explican que esta característica única le permite florecer en condiciones áridas extremas al ser capaz de recolectar hasta 16 veces más agua que otras plantas de la región.
El hallazgo lo descubrieron mientras estudiaban plantas en el desierto montañoso de Israel. El estudio sobre la ''Rheum palaestinum'', publicado en la revista Naturwissenschaften, mostró que las plantas del desierto del Néguev suelen recolectar de media 4,2 litros de agua al año, mientras que el mayor ruibarbo hallado recolecta 43,8 litros.
Así, incluso con la lluvia más escasa, el agua corre por las hojas del ruibarbo hasta su raíz principal. Los investigadores han descubierto que esta agua luego penetra en el terreno hasta una profundidad de 10 centímetros, lo que ayuda a irrigar la planta. Eso es diez veces más profundidad que la que suele alcanzar el agua que cae en el suelo del desierto. Sin lugar a duda la planta representa un milagro de adaptación al medio ambiente por su autosuficiencia.