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ACTUALIZADo 28 dE JULIo de 2009

Los sentimientos
Prof. Christian Cazabonne
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Numerosas son las clasificaciones propuestas para los sentimientos. (FOTO EDUARDO PÉREZ)

El sentimiento es considerado hoy día como un estado complejo que resulta de una transformación de las emociones, son las llamadas emociones finas o emociones sentimentales. Se le puede definir como un estado afectivo de elaboración lenta y en cierta manera reflexiva de larga duración y que llega a ser un estado fundamental de nuestra vida psicológica.

Los sentimientos no aparecen aislados sino que ellos están generalmente asociados a un elemento intelectual que le sirve como de punto de convergencia y alrededor del cual se agrupan todos aquellos estados que forman el sentimiento. En este centro de cristalización llamado centro de asociación, el sentimiento se unifica, alejando todas aquellas representaciones que pudieran impedir o entrabar su eclosión. Allí provoca el sentimiento una selección cuantitativa y por ella evoca todas las ideas que puedan reforzarla y todo lo que no guarda armonía con él es rechazado del centro de asociaciones o centro cristalizador.

El sentimiento, que ha llegado a serlo gracias a la conciencia, que le presta su material ideativo, se engrandece por la reflexión, que permite las múltiples asociaciones que le dan estabilidad.

Pero, por encima de estos elementos de orden puramente intelectual, existe en todo sentimiento una inclinación en la cual encuentra el sentimiento base para su expansión, ya que las inclinaciones constituyen los movimientos necesarios para la conservación de la vida y para la plenitud espiritual.

Los sentimientos se presentan siempre por pares opuestos. Esto forma parte de su característica formal: alegría, tristeza; amor, odio; simpatía, antipatía; vergüenza, orgullo; miedo, coraje. Entre estos sentimientos se establece una especie de compensación que mantiene el ritmo psíquico.

Numerosas son las clasificaciones propuestas para los sentimientos. Tomando en consideración la acción que los sentimientos ejercen sobre las funciones vitales, se dividen en positivos, ligados al placer (aumentan y aceleran los fenómenos vitales); negativos, ligados al desplacer (disminuyen y retardan las funciones vitales). Tanto los de una clase como los de otras se subdividen en activos y pasivos. Activo del primer grupo es la alegría. Activo del segundo grupo, la antipatía; pasivo, la tristeza.

Modernamente, los sentimientos se dividen en: 1° Sensoriales y 2° Superiores, estos últimos comprenden los Intelectuales, los Estéticos y los Éticos, que pueden ser: Intelectuales y Sociales.

Los sentimientos sensoriales son los que están unidos inmediatamente a una sensación o representación elemental y a las sensaciones orgánicas. Unidos forman el llamado sentimiento vital (sentimiento de salud, de fortaleza, de cansancio, etc.).

Los sentimientos intelectuales están ligados a los procesos inferiores de la vida intelectual, percepción, imaginación, asociación. El término sentimientos intelectuales designa estados afectivos agradables o mixtos que acompañan al ejercicio de las operaciones de la inteligencia.

Un sentimiento puede ser producido por causas tan diversas como la acción de un alimento, agradable o la de un descubrimiento científico, pero sigue siendo un sentimiento. Lo más que puede decirse es que nuestras ideas tienen un equivalente emocional.

Los sentimientos estéticos serían aquéllos unidos en complejos perceptivos visuales y auditivos. Se refieren a los sentimientos de belleza y fealdad. En realidad no son más que una calidad especial de los llamados sentimientos sensibles.

Los sentimientos éticos determinan la valoración de nuestro bienestar con relación a los demás individuos. Si esa valoración nos lleva a procurar nuestro bien únicamente, con olvido y aun con prejuicio de los demás, tendremos un sentimiento individual egoísta. Cuando procurando nuestro bienestar buscamos también el de nuestros semejantes y aun procuramos el de éstos con perjuicio nuestro, tendremos un sentimiento social altruista. Los sentimientos sociales pueden llamarse también, sentimientos morales.

El sentimiento resulta de la transformación de la emoción; es por tanto de la misma naturaleza de ésta, con la sola diferencia de que en el sentimiento el factor intelectual adquiere una preponderancia mayor, contribuyendo así a la favorable evolución de la vida afectiva y a una ampliación progresiva de ésta.

Esta transformación de las emociones en sentimientos se opera, generalmente con lentitud y sin que nos demos cuenta, de aquí la poca influencia que tiene la inteligencia en su formación, a la cual asiste, las más de las veces, como mero espectador.

El sentimiento juega un papel importante en la vida de los hombres. Él mueve su actividad y la dirige. La idea pura, la razón, son motores de escasa fuerza y es necesario que éstas vayan caldeadas por los sentimientos. El fondo sentimental de nuestras ideas, el calor que ponemos en defenderlas les da vida y sólo por el sentimiento que las inspira se sostienen y viven. Las llamadas ideas fuerzas son precisamente ideas impregnadas de un cierto matiz sentimental.

Los educadores saben muy bien que para obrar eficazmente sobre los educandos, para formar su carácter, es necesario dirigirse a su vida sentimental, obrar en ella y seguir en cierta manera su ritmo evolutivo, sin pretender nunca subordinarla caprichosamente.

Las ideas se convierten en motores de nuestra actividad cuando el sentimiento proyecta sobre ellas su luz viva y entonces, dirigiendo son dirigidas.

Nuestra vida sentimental es la palanca de que se sirve la voluntad para introducir la razón en nuestra conducta, mientras que la razón y la ciencia abandonadas a sí mismas, serían impotentes. Aun serían algunas veces peligrosas a causa de su dogmatismo, de su sequedad, de su universalidad que, por una reacción fatal, provoca una cierta estrechez; la generalidad demasiado grande de visión, y, por consecuencia su excesiva abstracción impide ver los detalles, enmohece la forma necesaria de la acción, porque la acción está demasiado subordinada a circunstancias particulares específicas. El sentido, el tacto, la delicadeza, la finura, que son los caracteres más difíciles, quizás, de adquirir, pero también los más necesarios a la acción verdaderamente moral, tienen todos sus elementos en la vida sentimental.

e-mail: prof.cazabonne@hotmail.fr

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