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ACTUALIZADo 29 dE mayo de 2009

En el pulmón de Madrid: Casa de campo o jardín del infierno
por Erika Gertsch Romero (Corresponsal en Madrid)
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Trabajadora sexual en Casa de Campo, Madrid. (FOTO Erika Gertsch)

 

400.000 mil Trabajadoras sexuales desprotegidas en España

Las diez de la mañana. No importa si es de día o si deben de esperar que llegue la noche, mostrar piel y presentar el rostro más agradable mientras se avecinan los coches, es la imagen que en Casa de campo resulta natural para quienes visitan el jardín más grande de Madrid. La prostitución y explotación sexual parece ser un problema ajeno al bullicio de la capital.

“Es un trabajo como cualquier otro” comenta Nadiezca (así le llamaremos para proteger su identidad), una joven de 19 años, rumana, quién seduce a todo hombre que esté disfrutando del sol; les saluda, se aproxima a ellos y regala una sonrisa con la intención de que compren su servicio: Ella.

Su piel y provocativos movimientos son su principal atractivo, ocultando en un grueso maquillaje la tristeza e incertidumbre, pues lleva más de una hora en espera y aún no ha conseguido captar clientes.

De repente se acerca una señora “la mami”, la protectora de las dieciocho jóvenes que se dedican a vender su cuerpo como mercancía. Me ordena me retire del sitio pues estoy dificultando el trabajo de las chicas. Mientras recorro unos metros rodeando el lago que ilustra el panorama, logro entablar conversación con otra chica Regina (27 años, madrileña) esta me consulta si deseo “unirme” a ellas, con la cabeza le confirmo que sí y empieza a explicarme cómo se trabaja.

Es la profesión más antigua y de las pocas donde no necesitas currículum, tampoco dominar inglés y en este caso el castellano no es requisito “debes aguantar y estar mentalmente preparada de complacer al cliente, estar limpia, llevar siempre preservativos y respetar el tiempo, la mami se encarga de supervisarnos”, comenta con naturalidad, mientras a pocos metros de mí espalda se escuchan toda clase de invitaciones para consumir sexo.

La prostitución en España ha cambiado radicalmente en los últimos 15 años por los flujos migratorios. Según indica la Guardia Civil en su Informe 2008 sobre trata de seres humanos con fines de explotación sexual antes era un mercado marginal o de lujo. La llegada de las inmigrantes amplió la oferta: más mujeres, más guapas, más jóvenes, más exóticas y más baratas. Cualquiera puede pagar 20 euros por estar 15 minutos con una de ellas.

En estos momentos, entre el 85% y el 90% de las trabajadoras sexuales son extranjeras, según cálculos de la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsificaciones Documentales de la Policía Nacional, publicados en enero del presente año (UCRIF).

Para José Nieto inspector jefe de la UCRIF. “El nuevo mercado ha tenido éxito. La demanda ha aumentado y el negocio se ha convertido en una mina de oro que necesita renovar la mercancía constantemente. Para eso los mercaderes han creado redes perfectamente diseñadas para abastecer nuestras calles, parques, polígonos, pisos y clubes de carretera”.

La gran dificultad de la Policía y Guardia Civil -y también de la sociedad al abordar este problema- es diferenciar el tráfico de mujeres de la prostitución, que es una actividad libre. Sólo pueden ir tras el tráfico de personas y la inmigración ilegal. Por lo general, las redadas buscan mujeres sin papeles. Una vez detenidas, algunas denuncian a los explotadores. Otras no. Por miedo a represalias.

Según Carlos Botrán, comisario jefe de la Brigada Central de la UCRIF y con 20 años a sus espaldas de lucha contra el tráfico de personas “Cuando la mujer sabe que viene para ejercer la prostitución pero cree que lo hará cuando y como quiera, al aterrizar en España, se da cuenta de que su capacidad de decisión ha sido anulada. Si se resiste, le esperan los mismos métodos de coacción que se usan para doblegar la voluntad de quienes llegaron engañadas: golpes, violaciones, aislamiento y días pasando hambre”.

Vienen sobre todo de una decena de países. Y las principales causan por las cuales se ven obligadas a venir son: la pobreza, la exclusión, la delincuencia organizada, rasgos étnicos que resulten atractivos en España, así como la facilidad de entrada.

"El 58% de las mujeres proceden de Latinoamérica (especialmente brasileñas y colombianas), otro 35% son europeas (de países del Este, sobre todo rumanas y rusas) y el resto africanas (nigerianas y marroquíes)", según indica la Guardia Civil en su Informe 2008 sobre trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Y solo unas pocas son españolas. Las asiáticas, chinas en su mayor parte, ejercen en pisos.

La mujer que llega a España de países del Este y el resto de África son las más indefensas: No suele hablar el idioma y depende de su captor, explica Rocío Nieto presidenta de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida (Apramp).

El tribunal supremo ha dictado más de 80 sentencias en los últimos años sobre delitos relacionados con la prostitución de extranjeras, en los archivos sólo figura un caso que sitúa como prostíbulo a Casa de Campo: La Sentencia 1305/2004. José Luis, rumano, se enriqueció en Madrid con el dinero que obtenía de varias chicas introducidas ilegalmente y llevadas al pulmón de la capital para ejercer la prostitución.

El procesado obligaba a las chicas a vender su cuerpo al aire libre y en ropa interior. Limitaba a 10 minutos el tiempo de permanencia con los clientes. Si se excedían, eran castigadas con golpes.

Y mientras tanto, las autoridades viven su propia esquizofrenia. La última ponencia del Congreso de los Diputados sobre el tema -que tuvo lugar en 2007- acabó con la decisión de adoptar medidas contra la trata de mujeres, pero ignorando el fenómeno de la prostitución, el tema más polémico. Y eso sucedió a pesar de que, según las conclusiones, hay 400.000 trabajadoras sexuales en España y el 90% ejerce la actividad contra su voluntad.

Hasta la fecha nadie se atreve a tomar cartas en el asunto de la prostitución para regularla ni para prohibirla.

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