SAO PAULO.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien dejará el cargo el próximo sábado a la mandataria electa, Dilma Rousseff, deberá convivir los próximos cuatro años con la posibilidad de regresar en 2014 y con ser el líder más popular del país y de la coalición que sustenta a su sucesora.
El próximo sábado, después de entregarle la banda presidencial a su ex jefa de ministros, a quien convirtió en candidata victoriosa en las elecciones de octubre, Lula regresará a su casa, en el duodécimo y último piso de un edificio de Sao Bernardo do Campo, Gran Sao Paulo, donde construyó su trayectoria sindical y política.
Unos 30 amigos y sindicalistas del cordón industrial paulista preparan para el sábado por la noche una fiesta en Sao Bernardo do Campo, para homenajear al presidente, que vive a 600 metros del sindicato de metalúrgicos, donde su vida política comenzó en los años setenta, luchando contra la dictadura militar.
"Es una locura. Todo el mundo quiere organizar fiestas en homenaje a Lula", dijo el presidente del Sindicato de Metalúrgicos del Gran Sao Paulo, Sergio Nobre.
A unos 3000 kilómetros al norte de Sao Bernardo do Campo, en Garanhuns, estado de Pernambuco, donde el primer obrero presidente nació hace 65 años, se prepara el Museo Lula, que contará la trayectoria de vida del presidente.
Por lo pronto, el propio Lula dijo recientemente que no se quedará afuera de la política y no descartó regresar en las elecciones generales de 2014, aunque aclaró: "Si Dilma hace un buen gobierno, tiene derecho a la reelección".