Cientos de manifestantes piden que Blair fuese juzgado como criminal de guerra
LONDRES. En Reino Unido hay una comisión liderada por Sir John Chilcot para inquirir sobre la guerra de Iraq. Tras que varios ministros antes ya han sido entrevistados, el viernes 29 le tocó al ex premier Blair compadecer durante 6 horas ante las inquisiciones del panel. En las afueras del recinto cientos de manifestantes pedían que él fuera juzgado como criminal de guerra.
En marzo 2003, Londres y Washington atacaron Iraq basándose en un informe del servicio secreto británico donde se aseguraba que el entonces presidente Saddam Hussein poseía misiles con bombas químicas y bacteriológicas que podía lanzar en 45 minutos. Los hechos demostraron que Iraq hacía tiempo había eliminado todas sus armas de destrucción masiva, por lo que -según el parlamentario ex laborista Galloway- no era correcto haber hecho la invasión y, por el contrario, se debió haber levantado las sanciones.
Blair dijo que, al margen de ese error, se justificaba el ataque porque si no, hoy Hussein sí hubiese sido un riesgo pues el petróleo hubiese subido a $100 el barril e Iraq hubiese podido estar mejor armado y proporcionando bombas a grupos terroristas.
Una de las cosas que ya habían salido a luz en dichas investigaciones fue que un año antes de la invasión, Blair le había ofrecido su apoyo a Bush en caso de que EE.UU. quisiera optar por la salida militar. Blair objetó ello y dijo que él quiso agotar la vía diplomática y que ésta se abortó porque Francia y Rusia se fueron distanciando de cualquier posibilidad de poder ir a la guerra.
Blair aceptó que la intervención en Iraq casi fracasa debido a dos factores: 1) la destrucción del servicio público en Iraq; y 2) no se predijo la incidencia de Al Qaeda e Irán para desestabilizar el proceso. Esto, pese a que la invasión en EE.UU. se dio usando el argumento de las conexiones entre Saddam y Obama. Para Blair, en cambio, tal lazo no existía, pero toda guerra puede quedar justificada contra cualquier Estado "paria" armado (como fue el caso de Iraq y hoy puede ser el de Irán).
Blair no mostró remordimiento alguno ante los más de 100,000 civiles iraquíes muertos en dicha guerra ni ante las cientos de bajas británicas. Por otro lado, él sugiere que tras la guerra en Afganistán e Iraq ahora debería prepararse una contra Irán que hoy posee el mismo riesgo de tener armas letales y conexiones terroristas.
Blair, por su parte, se jactó de que él convenció a Clinton a atacar a los serbios en Kosovo 1999. Quien ha sido acusado de ser el perrito faldero del militarismo norteamericano ha mostrado ser tal vez lo inverso. Al querer ayudar o empujar a EE.UU. a hacer guerras, lo que él apunta es a que Londres vaya usando a su ex colonia para ir reconstruyendo las áreas de influencia que antes su imperio ultramarino tenía.