Un informe realizado por Naciones Unidas revela que el expolio de sus tierras, los abusos y el contagio de enfermedades desconocidas, hacen peligrosamente vulnerables a los pueblos indígenas.
La expropiación de sus tierras, la marginación y violación de sus derechos y sus costumbres pueden poner en peligro la vida de miles de indígenas de diferentes puntos del planeta.
Así lo ha denunciado un informe realizado por Naciones Unidas, en el que además se revelan que injusticias históricas como las colonizaciones y el excesivo control sobre sus formas de vida ya ha mermado mucho la población y su esperanza de vida.
Además, se denuncia que en muchos casos se ha violado su desarrollo en pro del crecimiento económico de los estados coloniales y modernos.
Los pueblos indígenas están formado por unos 370 millones de personas, constituyen el 5% de la población mundial y el 15% de personas pobres en el mundo. También representan la mayor diversidad cultural del planeta, y su extinción supondría la perdida de más de 6.000 lenguas, tradiciones y culturas ancestrales.
El informe sostiene que “*los pueblos indígenas han quedado excluidos de los marcos normativos de los estados en los que viven y se ha creado la tendencia de ver sus culturas como inferiores o primitivas. Algo que debe ser erradicado*”.
También critica la actuación de países como Malasia, Indonesia, Tailandia, Ruanda, Burundi, República Democrática del Congo o Colombia, que no han proporcionado una indemnización económica justa a los indígenas por la expropiación de sus territorios. Esta discriminación se percibe también en otros ámbitos como el acceso a la educación o la exclusión de los sistemas de salud públicos.
Por otra parte, el estudio revela que los indígenas tienen mayor probabilidad de contraer ciertas enfermedades como cáncer, diabetes o tuberculosis, desconocidas para ellos hasta su contacto con la población de los estados donde habitan.
Además, debido a los abusos que sufren, muchos ven afectada su estabilidad psicológica.
Por último, la esperanza de vida en los pueblos indígenas es cada vez más corta. En zonas como Australia o Nepal es de 20 años; en Guatemala, de 13 y en Nueva Zalanda, de 11 años.