Candidato oficialista Juan Manuel Santos y uno de sus rivales en
la campaña Antanas Mockus. (fotoarte)
Los conservadores y los liberales han sacado los peores porcentajes en cualquier elección presidencial que hayan competido ambos
Los primeros resultados oficiales de las presidenciales colombianas muestran que habrá una segunda ronda. Sin embargo, ésta no será entre dos fuerzas parejas, tal y cual predecían todos los sondeos hasta hace una semana. Será, más bien, entre el candidato oficialista (Juan Manuel Santos) quien podría quedar a menos de 4 puntos de la mayoría absoluta y sacando más del doble su rival (Antanas Mockus).
Las diferencias entre lo que sugerían las encuestas y los resultados finales será explicada por muchos de distintas maneras. Unos hablarán que el voto rural (que poco cuenta en los sondeos) favoreció a Santos. Otros dirán que la ‘ola verde’, tras llegar a una cima, se fue bajando. También se sugerirán distintas formas de fraude, que en Colombia suelen no ser ‘anormales’.
Según los datos preliminares Santos ganó con un 46-47% de los votos mientras que, quien será su contrincante para la vuelta final, Mockus, obtuvo solo un 21-22%. A ellos le siguen el ex liberal uribista Germán Vargas Lleras con alrededor del 10%, el centroizquierdista Gustavo Petro con un 9%, la conservadora Noemí Sanín con un 6% y el liberal Rafael Pardo con un 4%.
Antes de las elecciones Mockus pasó de tener pocos dígitos en las encuestas hasta empatar la punta con Santos. Mientras que Mockus quiso presentar su ‘ola verde’ como algo imparable, Santos querrá utilizar su avance para desmoralizar a su oponente presentándolo como una burbuja verde que se desinfla.
Hoy Santos sabe que no ganó la presidencia pero debe sentir la satisfacción que llega a una segunda vuelta con la mayor ventaja que haya tenido cualquier candidato colombiano que entre a un balotaje.
Las dificultades de Mockus
En la mayoría de las segundas vueltas del mundo suele imponerse quien ganó en el primer turno, aunque hay excepciones. Empero, en las no muchas veces que el perdedor del primer round vence en el segundo la diferencia de puntos entre los dos contendientes no era abismal, como si pasa en el actual caso colombiano.
Mockus no llegaría ni a la mitad de los votos de Santos, el cual apenas necesitaría ganar alrededor de un 3.5% más para imponerse el 20 de junio.
Mockus, para triunfar, necesitaría unir al resto de candidatos contra Santos. No obstante, ello es algo muy difícil de lograr. Primero, porque no tiene una base electoral tan fuerte y porque su bancada parlamentaria es exigua (8 de 268 congresistas). Segundo, porque le será muy difícil construir una coalición políticamente tan multicolor como el arco iris, la cual debería ser entre dos candidatos que están a su derecha (los dos antiguos socios de Uribe y Santos: Germán Vargas Lleras y Noemí Sanín) y a su izquierda (Gustavo Petro y Rafael Pardo).
El juego de Mockus no es fácil. El como matemático puede hacer aritmética. Si se mueve a la izquierda buscaría conquistar el 13% que suma el Polo y los liberales. Si se mueve a la derecha requeriría un pacto con los conservadores y radicales que representan un 16%. Con ninguna de esas sumas él puede tramontar la gran brecha que tiene ante Santos. El moverse en una u otra dirección, a su vez, puede enajenar al otro espectro. A él lo que le puede quedar es coquetear con los conservadores, liberales y radicales buscando ganar el apoyo de los votantes izquierdistas utilizando el peligro del voto contra el peor enemigo.
Tres ganadores
En este juego hay tres ganadores. El primero es Santos que siente que el impedimento para que Uribe pueda lanzarse a un tercer mandato le ha terminado favoreciendo y haciendo que la presidencia le quede hoy muy cerca de la mano. El segundo es Mockus quien, si bien no llegaría a palacio esta vez, ha logrado un gran avance electoral (pues multiplicó casi en 20 veces la votación que obtuvo en las presidenciales pasadas del 2006), lo cual le permitiría a él prepararse para que su partido pase de ser uno tipo aluvión y con pocos curules para prepararse para el 2,104. El tercero es Vargas Lleras quien se ve como el gran desempatador.
Vargas Lleras debe haber estado siguiendo la forma en la cual menos de 3 semanas antes de las elecciones colombianas se conformó el nuevo gobierno británico. Allí Nick Clegg, quien proviene de la misma internacional liberal que él, logró aprovecharse haber quedado tercero para imponer ciertas condiciones al ganador (David Cameron) a fin de endosarle su apoyo y hasta entrar como su segundo en el gobierno.
Ciertamente que el sistema colombiano no es parlamentarista y que el porcentaje de votos de Vargas es solo la mitad del de Clegg. Empero, lo que cuenta es que Vargas puede querer ser el fiel de la balanza y usar su posición para negociar entre los dos finalistas. Sin embargo, Santos no depende tanto de su apoyo para ganar y él también puede buscar a que los conservadores le puedan volver a respaldar.
Tres perdedores
Los grandes perdedores en estas elecciones han sido los dos partidos tradicionales y la izquierda.
Los conservadores y los liberales han sacado los peores porcentajes en cualquier elección presidencial que hayan competido ambos. Hace un cuarto de siglo esos dos partidos se repartieron más del 95% de los votos en las presidenciales de 1986. Hoy los dos juntos apenas bordean el 10%.
La izquierda armada y la legal han declinado. La primera muestra que sufre los efectos de la pérdida de sus dos principales jefes y de muchos golpes de la represión antisubversiva. La segunda, como Polo, ha perdido la mayoría del porcentaje que obtuvo en las presidenciales pasadas (bajó del 22% en el 2006 al 9% en el 2010). Ello se ha debido a que, bajo los efectos de las victorias uribistas, el Polo fue girando a la derecha de tal manera que perdió filo e identidad y así dejó terreno libre a Mockus.
Tras las elecciones legislativas del 14 de marzo Colombia parecía que tendría un balotaje presidencial entre los dos partidos que sacaron más congresistas (el de la U y el conservador). Sin embargo, Sanín se desplomó. Pasó del segundo al quinto lugar. Le debilitó la pelea interna que hubo en su partido por las mutuas acusaciones de fraude en su contienda interna y luego su incapacidad de presentar una alternativa de cambio. Al final su caudal se achicó debido a que el avance de Mockus le quitaba la bandera de la renovación y, a su vez, empujaba a muchos conservadores a preferir seguir con el candidato del uribismo.
Perspectivas
Santos se valió de Mockus para sacar de una segunda vuelta a otros candidatos que estuvieron en el gobierno uribista (Vargas y Sanín) y para evitar que el Polo quedase segundo. Mockus se valió de su oposición a Santos para proclamarse como aquel que podría mantener varios pilares de la estrategia militar y económica de Uribe pero con un rasgo más ‘humano’, ‘educativo’ y ‘menos violento’.
Algo que han demostrado las elecciones colombianas es que no hay tendencias estables y que fuertes alteraciones pueden darse de manera inesperada. Por el momento todo indica que Santos tiene todas las de ganar el 20 de junio. Mockus, por su parte, si bien no puede descartar un nuevo ‘boom’, debería estar pensando seriamente en usar la segunda vuelta no tanto para hacer componendas sino para afilar su propio perfil de cara al 2,014.
La izquierda ahondará su crisis ante el tener que fijar una postura para la segunda vuelta. Si en la primera vuelta hubo sectores del Polo que llamaron a votar en banco o que no quisieron hacer mucha campaña por Petro, hoy crecerán los sectores que promueven un voto en blanco de protesta contra lo que perciben como dos candidatos del sistema. Mientras tanto, el sector de Petro deberá estar buscando alguna componenda con Mockus, quien fue muy duro contra ellos, bajo el argumento de derrotar al ‘peor diablo’.
Santos ha contraatacado a Mockus burlándose de que su rival se llegó a bajar los pantalones para protestar ante un auditorio hostil mientras que él muestra que se amarra los cinturones. En esta segunda vuelta él buscará ganar mostrándose como un hombre de resultados mientras que su rival no es muy serio y consistente. Mockus, en contrapuesta, necesita mostrar una imagen más renovadora aunque, paradójicamente, no muy disímil del modelo económico, social y contrasubversivo del uribismo, el cual sigue dominando el espectro político nacional.