En Pasos Inc, tenemos profesionales especialistas en familias y adolescentes, si estás pasando por un momento complicado, aquí encontrarás luces para que halles tu mismo
A pesar de que estos años pueden ser difíciles, la recompensa es lograr ver a los hijos convertirse en adultos independientes, preocupados y responsables.
1. Dispón de tiempo familiar para tu adolescente:
Muchos preadolescentes y adolescentes parecen más pendientes de sus amigos, pero esto no significa que no estén interesados en la familia. En lugar de criticarles por estar muchas horas frente al internet, el juego de video o el teléfono, propón una actividad, indaga con él/ella algo que puedan hacer juntos y compartir. Insiste!
2. Busca la forma de lograr el acercamiento:
Quizás en el pasado, fuimos los regañones que solo criticábamos y mirábamos lo que nuestros hijos hacían mal dentro de nuestro criterio. Aunque tu hijo o hija no quiera un tiempo a solas contigo en un momento dado, tómate el momento de recordarle que siempre están las puertas abiertas para él/ella y que siempre estarás disponible si necesita hablar. Recuérdeselo a menudo.
3. Cuando tu hijo(a) hable:
Ponle atención, mírale, al mismo tiempo que le escuchas. Procura no interrumpirlo (aunque sepas lo que te va a decir) – Haz que te explique las cosas más allá de lo obvio, si no las entiendes. Si no tienes tiempo para cuando tu hijo o hija quiere hablar, define un momento para escucharle con toda atención. Abre posibilidades.
4. Respeta los sentimientos y opiniones de tu hijo(a):
Puedes estar en desacuerdo con tu hijo o hija, pero muestra tu postura de manera respetuosa, no ofensivamente. No es lo mismo decirle “Tu estás equivocado”, “Cómo se te ocurre decir semejante estupidez” a decir, “creo que deberías considerar que en esa situación también sucede que…”, “Yo pienso que es importante que veas que…”
No te permitas pensar que sus sentimientos u opiniones son ridículos o sin sentido. Si es lo que siente, es legítimo para la edad que tiene y nuestro deber está en ayudarle a ver las cosas diferentes, para sentirse diferente. Si su opinión, no es la que más le conviene, nos corresponde venderle una idea diferente y ayudarlo a desarrollar mejores criterios, sin confrontar en las primeras oportunidades su forma de pensar y sentir.
Puede que no siempre seas capaz de ayudar cuando tu hijo(a) está triste o molesto en relación a algo, pero es importante que sienta “que quieres entender” y que necesitas su ayuda para entenderle.
5. Cuando las reglas se necesitan, defínelas y haz que se respeten:
No tengas miedo de ser impopular y de no quedar bien con tus hijos en ciertas ocasiones. Créelo o no, los adolescentes ven a los límites como una forma de preocupación. Además que no siempre los muchachos verán con buenos ojos los límites, hasta tanto haya pasado un tiempo y vean la situación con nuevos anteojos.
Hay reglas que pueden negociarse y reglas que no. Las que ponen en riesgo su bienestar presente y futuro, por lo general no son negociables a menos que haya una forma de elevar las probabilidades de que el/la joven esté bien.
Ante una renegociación, aprovecha la oportunidad de ver qué ofrece a cambio tu hijo(a) para pedir que se cambien las reglas y deja bien claro lo que esperamos que suceda (cuándo, dónde y cómo) para poder ceder ante un cambio de reglas, así como cuáles serían las consecuencias en caso de no cumplirse el nuevo acuerdo.
Lo más importante es que tu hijo(a) sepa que si no cumple, es él/ella quien se genera unas consecuencias desagradables y no que tú eres el/la malo(a) de la película.
6. Procura no molestarte si tu adolescente comete errores en lo que hace a diario:
Acepta una realidad ineludible: ¡Se van a equivocar, incluso después de habérselo advertido!
Los errores generan consecuencias incómodas y esa incomodidad ayuda a tu hijo(a) a tomar responsabilidad por sus propios actos. Usa las consecuencias negativas a tu favor para que aprenda. Ofrecer orientación, implica enfocar las discusiones hacia soluciones y hacia la posibilidad de que él/ella misma saque sus propios aprendizajes del error, con la finalidad que en la siguiente oportunidad pueda tomar mejores decisiones.
Decir, “Mira todo el tiempo que perdiste hoy tratando de encontrar tu playera favorita y el estrés que te generó cuando Susy llegó a buscarte” es mucho mejor que: “eres una desordenada, ya me tienes cansada con ese desorden de…!” Recuerda que tú también has cometido errores y lo importante no es hacerle sentir una culpa permanente por equivocarse, sino mostrarle cómo hacerlo distinto o mejor. Esto les enseñará a resolver problemas responsablemente en su adultez, además que enfocándonos en engrandecer su error, perdemos tiempo, no nos escuchan y alejamos toda posibilidad de un aprendizaje. Incluso en errores graves, lo más importante es que el foco del/la chamo(a) esté en las consecuencias que generó su error y no en el estado emocional de tu molestia, porque de lo contrario no hará nada para enmendarlo.
7. Enfocas tus críticas hacia el comportamiento, no hacia su persona:
En vez de decir: “¡Eres un irresponsable que siempre llega tarde”; pregunta, ¿Qué pasó, acordamos que estarías acá en la oficina a las 10 para ir a tu cita con el dentista y ahora vamos a perder la cita.
Los juicios de valor y las etiquetas solo sirven para drenar nuestra rabia, pero no educan, ni corrigen las situaciones. Procura que se de cuenta de los cambios que tiene que realizar y no sólo lo que no hizo.
8. Hazle saber cuándo haga cosas positivas:
Si a un perro sólo le da golpes con un periódico o un cinturón cuando se comporta inadecuadamente y nunca le pasas la mano por el lomo para felicitarle cuando se porta bien, estarás criando un perro agresivo o asustadizo. Multiplica esas consecuencias en un ser humano y mucho más en un adolescente. Así como los adolescentes necesitan saber cómo te sientes cuando no están haciendo lo que esperas de ellos, también necesitan saber que aprecias las cosas positivas que hacen. Por ejemplo “Gracias por ayudarme a lavar los platos” “Que orgulloso estoy del esfuerzo que pusiste para pasar con “A” el examen de polinomios, etc.
9. Permítele a tu hijo o hija ser el adolescente que él desea ser, no el que tú quisieras que sea:
No presiones a tu adolescente a ser como tú fuiste o como a tí te hubiera gustado haber sido a su edad.
Permítele cierta libertad en cosas como la ropa o el corte de pelo. Muchos adolescentes pasan por un “período rebelde” en el cual ellos quieren expresarse en maneras distintas a cómo son los padres. Sin embargo, preocúpate de los mensajes que escucha en la música, películas y video juegos y el significado que tienen las tendencias que siguen. Como dijimos anteriormente, tú decides hasta dónde eres capaz de ceder y generar un proceso de negociación.
10. Procura tener relaciones amigables, no de amigos:
Los amigos con frecuencia dejan hacer y dejan pasar, a veces toleran comportamientos inadecuados o se prestan para apoyar cosas que saben que no deben hacerse, no ponen límites sobre lo correcto o lo incorrecto de acuerdo a las normas y mienten para cubrir a sus propios amigos. Incluso en algunos casos, es a los amigos a los que no se les paga lo adeudado, a quienes no se le cumplen las promesas o a quienes abusamos de su buena voluntad y eso definitivamente en una relación de padres e hijos, no es admisible. Podemos ser amigables y comprensivos con nuestros hijos, demostrándoles que nos importa su opinión, pero llegar a ser amigos, implicaría renunciar al cumplimiento de reglas importantes para su adecuado desarrollo o para el apropiado funcionamiento del entorno del hogar.
11. Ocultar los errores ante tus hijos te resta autoridad, mientras que reconocerlos y enmendarlos, nos legitima:
Cometer algunos errores no es tan malo. Trata de compartir con su hijo o hija los errores que cometiste cuando eras adolescente o actualmente que eres adulto. Eso si, cuando se habla de intimidades no todos los adolescentes están preparados para manejar cosas nuestras. Sólo tú conoces a tu hijo(a) y sabes hasta dónde puedes mostrarte. Dado que no somos perfectos, si nos equivocamos, fuimos injustos, tomamos decisiones inadecuadas y/o somos capaces de pedir disculpas (incluso a ellos), estaremos dando un ejemplo. Si por el contrario decimos cosas con las que somos incongruentes u ocultamos equivocaciones de las que ellos se dan cuenta, perderemos toda posibilidad de respeto.
12. Habla con un terapeuta si estás teniendo dificultades con tu hijo(a), que no sabes cómo manejar:
Hace muchos años la gente solía decir que los psicólogos / terapeutas eran para los locos y que quien va a uno de ellos seguro debía estarlo. ¡Nada más distante de la realidad! Con tantos cambios y retos ante los que tenemos dudas, la locura está en quedarse sin buscar apoyo y puntos de vista de gente que tiene más experiencia que nosotros en ciertos temas. Si no sabes cómo manejar un tema, documéntate, busca asistencia, pero no te quedes sólo con tu punto de vista.
En PASOS Inc, tenemos profesionales especialistas en familias y adolescentes, si estás pasando por un momento complicado, aquí encontrarás luces para que halles tu mismo(a) tus respuestas y si no, seguramente sabremos a quién remitirte para apoyarte a ti y a tu hijo(a).
Fuente: http://pasosjuveniles.com/2010/06/12-recomendaciones-para-padres-de-adolescentes/
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