Los expertos encontraron que los voluntarios recordaban mucho más claramente las primeras sensaciones, sin importar si eran olores o sonidos lindos o feos
Los primeros aromas, tanto los placenteros como los desagradables, dejan marcas más importantes de lo que generalmente se piensa. Un estudio realizado en Israel constató que los primeros olores que una persona percibe ocupan un lugar privilegiado en el cerebro.
Para averiguar la fuerza de la conexión entre un objeto y el primer olor asociado a él, los investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias trabajaron con un grupo de voluntarios adultos. En primera instancia, estos últimos debieron ver un objeto y oler esencias agradables y feas, y escuchar una serie de sonidos.
Siete días después, los participantes en el estudio volvieron a observar el mismo objeto, y los científicos analizaron la fuerza de la asociación con los aromas y ruidos. Todo el tiempo siguieron de cerca la actividad de los cerebros a través de un equipo de imágenes por resonancia magnética funcional.
Los expertos encontraron que los voluntarios recordaban mucho más claramente las primeras sensaciones, sin importar si eran olores o sonidos lindos o feos. El moderno equipo de imágenes reveló otro dato clave: la primera sensación olfatoria activaba ciertas regiones particulares del cerebro que ni se inmutaban frente a los sonidos. Nuevamente, no hizo la diferencia que este aroma fuera placentero o desagradable.
Encontramos que esa primera asociación entre un objeto y un olor tiene un efecto distintivo en el cerebro, explica Yaara Yeshurun, uno de los autores del estudio.
Y agrega que el hecho de que el cerebro recuerde las primeras experiencias poco placenteras tiene un sentido evolutivo. Sería una forma de medir y manejar los posibles riesgos.
La investigación sugiere que las dos partes del cerebro responsables de dar un lugar importante a un recuerdo podrían ser el hipocampo y la amígdala.
Los investigadores del Instituto Weizmann opinan que, en el futuro, estos descubrimientos se podrían aprovechar para fortalecer ciertas memorias específicas y aún más importantes, nos ayudarían a generar métodos para olvidar recuerdos tempranos y fuertes, como los traumas.
Sin embargo, advierten que todavía se está muy lejos de lograr semejantes desarrollos ya que se debe profundizar mucho en estos conocimientos.
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