Mao Chi-kuo, Ministro de
Transportes y Comunicaciones
República de China (Taiwán)
(foto cortesía)
Esta situación ha tenido consecuencias negativas tanto para Taiwán como para la propia OACI. Taiwán ha tenido que gastar mucho más tiempo, dinero y esfuerzos que los miembros de la OACI para mejorar la seguridad de su aviación
Durante mucho tiempo, Taiwán ha sido un importante contribuyente a la aviación civil internacional gracias a la prestación de servicios de aviación civil. No obstante, este país, que es clave en Asia Oriental, continúa estando excluido de los encuentros y de las actividades de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), una lamentable situación que data de 1971 y que va en detrimento de la seguridad de la aviación internacional.
La exclusión de Taiwán es incompatible con su importancia para el transporte aéreo civil internacional. Situado junto a las principales rutas de vuelo de Asia, Taiwán es responsable de la Región de Información de Vuelo de Taipei (TFIR, siglas en inglés), que limita con las regiones de información de vuelo de Fukuoka, Manila y Hong Kong. Todos los años, más de 1,13 millones de vuelos pasan por esta región, y un total de 49 compañías aéreas operan vuelos regulares que conectan a Taiwán con 104 ciudades de todo el mundo. El TFIR resulta fundamental para el transporte aéreo en Asia Oriental, puesto que por él pasan cada año unos 34,38 millones de pasajeros así como 14,40 millones de toneladas de carga.
La OACI es la encargada de supervisar la seguridad de la aviación civil y el crecimiento ordenado de la industria de la aviación. Su superficie de operación abarca el mundo entero. Desde que Taiwán está ausente de la OACI, a las autoridades de aviación civil de la isla les ha resultado difícil poder actualizar las normas y reglamentos de aviación en conformidad con las normas internacionales.
Esta situación ha tenido consecuencias negativas tanto para Taiwán como para la propia OACI. Taiwán ha tenido que gastar mucho más tiempo, dinero y esfuerzos que los miembros de la OACI para mejorar la seguridad de su aviación. Y para el organismo de aviación, la ausencia de Taiwán significa que nunca podrá alcanzar el objetivo de gestionar el tráfico aéreo global sin fisuras.
Desde los ataques terroristas a Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001, países de todo el mundo han invertido una gran cantidad de recursos en la mejora de la seguridad de la aviación. A pesar de todo este esfuerzo, la actividad terrorista todavía asoma su peligrosa cabeza de vez en cuando. Dos ejemplos notables son el terrorista del “zapato-bomba” que actuó en diciembre de 2001 y el de la “bomba de Navidad” de 2009.
Tales ejemplos ponen de relieve un cambio en la metodología terrorista: como los países que están en el punto de mira han adoptado sistemas de seguridad prácticamente impenetrables, ahora los terroristas abordan aviones en los lugares donde la seguridad es menos estricta. Por lo tanto, cualquier nación en la que los esfuerzos en seguridad aérea sean menos eficaces de lo normal, se puede ver convertida en punto de despegue para un ataque. Si los terroristas tuvieran éxito en perpetrar un ataque desde tales lugares, las consecuencias podrían dejarse sentir globalmente.
Para abordar este problema, la OACI inició en diciembre del año 2000 el Programa Universal de Auditoría de Seguridad (USAP, siglas en inglés). El segundo ciclo de auditorías de este programa se inició en julio de 2008, y el proceso ha sido útil en lo que respecta a la evaluación de la seguridad en aviación de las naciones participantes. Además de asegurar la aplicación del Anexo 17 del Convenio sobre Aviación Civil Internacional, las auditorías del USAP han ayudado a los países a tapar agujeros en su seguridad.
No obstante, este programa no va a dar como resultado una red de seguridad en aviación a nivel mundial sin fisuras. A pesar de que la OACI ha establecido el principio fundamental de universalidad, no todos los países están incluidos en el campo de acción de la auditoría. La preocupación en lo que respecta a la seguridad aérea se mantendrá incluso después de que el programa haya sido completado.
Por tanto, la OACI debería invitar a Taiwán a participar en sus reuniones y actividades en calidad de observador. Ello aseguraría que las medidas de seguridad aérea fueran uniformes en todo el mundo y permitiría el funcionamiento sin fisuras de las operaciones de gestión del tráfico aéreo, lo cual significaría una mayor seguridad para los pasajeros y para la carga tanto en Asia como en todo el mundo.