El próximo mes se cumplen cincuenta y tres años del lanzamiento del primer satélite artificial al espacio, el cual representa el primer éxito del programa Sputnik
Hace poco más de cinco décadas que el hombre rebasó las barreras terrestres y logró poner en orbita el primer satélite artificial en la historia, el Sputnik I. Aquel hecho aconteció en uno de los periodos de mayor tensión política a nivel internacional; en un episodio que denominaron los historiadores como “la Guerra Fría”, refiriéndose a la batalla indirecta que libraron las dos potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos (EE.UU.) y la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS).
El próximo mes se cumplen cincuenta y tres años del lanzamiento del primer satélite artificial al espacio, el cual representa el primer éxito del programa Sputnik, que daría ventaja a la URSS sobre su adversario en cuestión de exploración espacial.
Hoy en día celebramos que este hecho fue el inicio de la carrera espacial entre dos grandes colosos, el cual no sólo trajo beneficios en forma de externalidades a la sociedad civil, sino que amplió nuestro margen de asimilación respecto al papel del hombre en el universo, en palabras del historiador David Thomson “[…] con el hombre en el espacio comenzó una nueva era”.
No se sabe a ciencia cierta cuál era la intensión final de ambas potencias en materia espacial (URSS y EE.UU.), pero se puede intuir que la adquisición de conocimiento sobre el espacio, era sinónimo de ventajas para combatir al bando contrario. Sin embargo, la carrera espacial no fue sólo tecnológica, sino que tuvo gran influencia en otras áreas.
A nivel económico podemos mencionar las externalidades generadas a partir de los desarrollos tecnológicos que dieron vida a productos como el teflón, el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), los alimentos deshidratados, los detectores de humo, el código de barras, los pañales desechables, el cierre de velcro, etc.
A nivel político, la carrera espacial fue una herramienta del gobierno para convencer a los ciudadanos de que su sistema económico (capitalismo y comunismo) era el más adecuado, puesto que la población se identificaba con los éxitos de las misiones, en un ambiente donde la “competencia” estaba en casi todos los ámbitos.
En cuestión militar, los avances en materia espacial se complementaron con el desarrollo de áreas bélicas como: las mejoras de los misiles, la experimentación con las fusiones nucleares, la optimización del uso de la energía, etc. Mejoras que demostraban la superioridad bélica de los antagónicos sobre el resto del mundo.
En aquellos años de Guerra Fría la carrera espacial fue una competencia por saber quien era el mejor país, qué sistema económico era el indicado, qué filosofía debía prevalecer.
Hoy en día, ante la inminente multipolaridad del Sistema Internacional las cosas han cambiado; ya no existe una carrera espacial como tal, la competencia ha sido sustituida por cooperación, de manera que los distintos países con agencias espaciales colaboran en pro del desarrollo tecnológico en materia espacial a nivel global. El mejor ejemplo es la Estación Espacial Internacional, un centro de investigación construido en la orbita terrestre, donde participan las agencias espaciales de EE.UU., Rusia, la Unión Europea, Japón, Canadá, Brasil e Italia (bajo un estatus especial). Gracias a los esfuerzos de estos países desde hace una década hay presencia humana permanente en el espacio.
La conmemoración del lanzamiento del Sputnik I es un hecho que debe ser recordado como un elemento de unión para la humanidad. Estamos celebrando que logramos cruzar la barrera terrestre, la primera limitación material, para hacer posible la ampliación de nuestro sistema natural (el planeta tierra) y conocer un poco más sobre la inmensidad del universo.