Pontífice recibirá una bienvenida más apagada y con mayor apatía que la de su predecesor Juan Pablo II
LONDRES.- El papa Benedicto XVI iniciará una visita a Gran Bretaña con la esperanza de mejorar las relaciones tensas entre católicos y anglicanos, en medio de protestas y críticas por su posición sobre los derechos de los homosexuales, el aborto y los métodos de contracepción.
"El Papa estará aquí tras una invitación de su majestad la reina y de su gobierno, así que creo que será un gran momento histórico. Será una oportunidad grandiosa para que el mensaje católico sea entendido claramente", declaró a ANSA el sacerdote Michael McAndrew, uno de los organizadores de la visita papal.
"Algunas personas se oponen al hecho que la visita del Papa sea de Estado, pero el hecho es que es de Estado y tiene importancia para las relaciones diplomáticas. Hay secularistas en nuestra sociedad que se oponen a esto. Estamos contentos con que protesten, siempre y cuando lo hagan con sentido del respeto y sin ofender", advirtió.
El Pontífice visitará Edimburgo, Glasgow, Londres y Birmingham, en una gira de cuatro días cuyo eje estará centrado en la canonización del cardenal inglés John Henry Newman (1801-1890).
Benedicto XVI será recibido en el Palacio de Hollyrood, Edimburgo, por la reina Isabel II, con quien mantendrá una audiencia privada, en una visita con un enorme dispositivo de seguridad, a un costo que amenaza superar 13 millones de dólares.
Según las últimas encuestas, el Pontífice de 83 años recibirá una bienvenida más apagada y con mayor apatía que la de su predecesor Juan Pablo II, quien realizó una visita pastoral a Gran Bretaña hace 28 años.
Se espera que una misa en Glasgow para el jueves convoque a unos 10.000 fieles, y aunque al menos 80.000 son esperados para los actos principales, esa cifra es muy inferior a los 300.000 católicos que recibieron a Juan Pablo II en 1982.
Más de dos tercios de los británicos se oponen a la visita papal, según un sondeo publicado por el periódico The Times, ya sea por los costos altos del viaje o por la posición del Papa en temas como el aborto o los derechos de homosexuales.
Los fieles deben pagar 25 libras esterlinas (unos 39 dólares) para participar de las misas oficiadas por el Pontífice, dinero que contribuirá a solventar los 30 millones de dólares que costará la visita, con el Gobierno británico que destinará unos 18,6 millones.
Pero a pesar de las preocupaciones por un bajo número de asistentes a las misas, el jefe de la Iglesia Católica en Inglaterra y Gales, arzobispo Vincent Nichols, insistió que un "entusiasmo genuino entre los fieles, a pesar de que muchos quieran sugerir diferencias de tendencias y de opinión".
Sin embargo, cientos de manifestantes y activistas que acusan al Vaticano de no tomar acciones contundentes contra sacerdotes paidófilos demostrarán su enojo durante la visita.
Las protestas, que fueron organizadas por la coalición Protest the Pope (Protestar al Papa), también estarán centradas en la posición del Vaticano sobre temas como los derechos de homosexuales, la contracepción, el aborto y la ordenación de mujeres sacerdotes.
Se esperan varios miles de manifestantes para una marcha el sábado por el centro de Londres, así como también protestas, seminarios, charlas y conferencias críticas del Papa en Birmingham, Edimburgo y Glasgow.
El primer ministro, David Cameron, declaró que aunque muchos británicos están en desacuerdo con la posición de Benedicto XVI en muchos temas, la visita "será una oportunidad única e histórica" para el diálogo interreligioso.
Esta será la segunda visita papal a Gran Bretaña desde que el rey Enrique VIII cortó relaciones con la Iglesia Católica en 1534, y tendrá como uno de sus objetivos acercar posiciones entre anglicanos y católicos, un año después de que el Vaticano ofreció aceptar a disidentes protestantes enojados por la decisión de la Iglesia de Inglaterra de ordenar a mujeres.
La visita finalizará en Birmingham (centro de Inglaterra), donde el Pontífice canonizará al cardenal Newman, anglicano convertido al catolicismo, en una misa al aire libre previa a su regreso a Roma.