Benedicto XVI no es solo un sumo sacerdote sino alguien quien influye mucho en la política mundial. Elizabeth II no es solo la mujer que más tiempo gobierna sino también, la cabeza formal de la otra iglesia importante de occidente (la anglicana)
Los mandatarios vitalicios más poderosos del mundo se vieron en Londres. El primero es el jefe de la mayor organización religiosa que haya existido (en la cual se adscribe entre un quinto y un sexto de la humanidad) y la segunda es la jefe de Estado que más territorios regenta (16 países que suma más entre un quinto y un sexto del área habitable del globo).
Benedicto XVI no es solo un sumo sacerdote sino alguien quien influye mucho en la política mundial. Elizabeth II no es solo la mujer que más tiempo gobierna (desde hace 58 años es reina británica) y que más dinero tiene en el mundo, sino también, la cabeza formal de la otra iglesia importante de occidente (la anglicana).
Esa diferencia es una consecuencia del conflicto que hace 4 siglos tuvieron anglicanos y católicos, cuya discrepancia inicial fue que el Vaticano quería estar por encima de los monarcas mientras que el rey inglés quería estar por encima del clero y ser su cabeza.
A pesar de que Londres se jacta de liderar junto a Washington la coalición mundial contra el fundamentalismo islámico, el Reino Unido es la única potencia donde el jefe de Estado (quien, además nunca ha sido electo) es, al mismo tiempo, el jefe de la religión de Estado.
Hoy católicos y anglicanos tienen muchas iglesias y ritos similares, y sus curas usan hasta los mismos atuendos. Con el encuentro entre los líderes de ambas congregaciones se ha buscado ir limando asperezas aunque ambas siguen en los polos opuestos en cuanto al conservadurismo social. El Vaticano se opone que haya padres casados o femeninos y a la homosexualidad, mientras que Canterbury ordena sacerdotes mujeres y gays, y varias figuras del actual gobierno conservador-liberal británico tienen o han tenido parejas del mismo sexo.
Las instituciones que ambos encabezan hunden sus raíces en el feudalismo. Si sobreviven en el siglo XXI (y, además, con mucha fuerza) ello se debe a que el papado y la monarquía británica tienen la capacidad de buscar ejercer su poder e influencia pero sin aparecer tan directo. Elizabeth II ha tenido 12 primeros ministros provenientes de diversos espectros políticos y Benedicto XVI trata de mantenerse como guía espiritual de todas las fuerzas políticas posibles.
Benedicto XVI se precia de liderar a la mayor iglesia con 1,100,000 de fieles y Elizabeth II a la mayor mancomunidad de naciones de todos los tiempos (la Commonwealth), la misma que agrupa a 54 naciones que suman 31,462,574 km2 y 2,000,000 de habitantes, aunque solo unos 70 millones de ellos sean anglicanos. Sintomáticamente, la mayoría de los católicos del mundo se hayan concentrados en los países latinos de América, Europa y África, donde nunca reino la corona británica.
Papas y camotes
Este sábado 18 en Inglaterra se vio una inusual combinación de papas con camotes. Ese mismo día Benedicto XVI realizó su principal concentración masiva en Londres en lo que ha sido la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido.
Estuve entre las 80,000 personas que, para entrar a verlo, tuvieron que colocarse una cinta de color camote, del mismo tono que los cinturones, gorros y botones de los cardenales que acompañaban al Papa.
En las inmediaciones había manifestantes que protestaban contra el Papa llevando símbolos gays con el color de otra variedad de camote. El diario papal que se distribuía libremente llevaba como gran anuncio una foto en la cual aparecían abrazados (o “encamotados” como se dice en el lenguaje coloquial peruano) los principales sacerdotes de las dos mayores iglesias occidentales: el arzobispo anglicano de Canterbury (quien llevaba en su atuendo un tono tipo camote) y el Papa.
Los enemigos del “Santo Padre” querían desacreditarlo acusándole de proteger a curas pedófilos, de ser suave ante el holocausto mientras en su juventud fue nazi, o de atacar al secularismo. El hecho de que los católicos no aceptan a las parejas de un mismo sexo fue otro de los motivos de los manifestantes quienes se jactan de que Londres es la sede de una de las mayores paradas gays del mundo y de la mayor iglesia que acepta sacerdotes y casamientos homosexuales (la anglicana).
El Papa no habló sobre nada de esos puntos en su alocución aunque ésta fue precedida por mensajes en los cuales se mostraba al clero católico como el aspirante a ser el mayor campeón de los refugiados, drogadictos rehabilitados e inmigrantes y por la justicia social.
A una milla de distancia de que multitudes esperaban a la mayor autoridad religiosa en América Latina, se realizaba una conferencia para escuchar a uno de sus peores enemigos: quien fuera el candidato que mayor porcentaje electoral ha obtenido para la IV Internacional en dicha región (Hugo Blanco). Blanco, venía ahora, no como invitado de la izquierda socialista del laborismo, sino para el congreso de los verdes, quienes festejan que tanto en Inglaterra como en Australia acaban de conseguir su primer parlamentario.
Y mientras una de las antiguas figuras de la izquierda dura andina discurseaba en Londres en la vecina Oxford se encontraba Alvaro Uribe (ex presidente colombiano 2002-2010), quien ha sido el mandatario derechista más popular que hasta este año haya tenido el hemisferio occidental. Uribe, en contraposición a Blanco (quien a inicios de los 1960s encabezase la principal guerrilla trotskista campesina) viene a presionar para una mayor dureza ante los movimientos subversivos.
Apenas el Papa estuvo en Londres él logró congregar en una misma iglesia a los 4 ex primeros ministros británicos, cada uno de ellos representando una raíz política muy diferente. También en dicha ceremonia estuvo el vice-primer ministro Nick Clegg quien en si mismo encarna otra gran contradicción. El se considera agnóstico pero su esposa Miriam González es hoy la católica no británica más importante del país.
Y cuando el Papamóvil se desplazaba el fin de semana por las calles de Londres y Birmingham en Liverpool se reunía la convención anual del partido demo-liberal de Clegg. Desde que este partido se creó a inicios de los 1980s esta es la primera vez que están en el gobierno y hoy Clegg debe hacer frente a quienes dentro de sus filas le acusan de querer juntar papas con camotes, al querer cogobernar con y tras los conservadores quienes planean realizar los recortes al presupuesto, los servicios sociales y a los inmigrantes más grandes de las últimas décadas, cosa que durante las elecciones de mayo los demo-liberales habían llamado a contraponer.
El Papa estuvo en Gran Bretaña justo cuando dos de las principales comunidades latinoamericanas de esta nación celebraban su bicentenario. El 16, cuando él llegó, México estaba festejando y el 18, apenas él terminó su presentación, se realizó una de las mayores fiestas chilenas que recuerde en Londres. Esto pasaba al mismo tiempo que en Nottingham (la ciudad de Robin Hood) se iniciaba la mayor festividad de dos días del país en honor a los bicentenarios hispanoamericanos.
Este sábado en Inglaterra uno podía encontrar desde amantes hasta enemigos del papa, desde fiestas religiosas usando el latín hasta por los bicentenarios latinoamericanos y desde líderes de uno a otro extremo del espectro político andino. En fin uno podía encontrar tanta variedad de representantes de nuestras diversas raíces como ese mismo sábado uno podía encontrar en Brixton (mi barrio, donde se halla el mayor mercado callejero sud y centro americano al norte de Europa) toda variedad de papas, camotes, yucas y demás tubérculos.