Todo terremoto produce dos ondas que viajan más rápido que el sonido
El pasado 11 de Marzo Japón volvió a demostrar que es el país del mundo más proclive a sismos y también casi vuelve a sufrir una gran explosión nuclear, después de haber sido en 1945 el único pueblo en haber sido bombardeado atómicamente.
El profesor escocés Iain Steward, en un especial que él hizo para la BBC, sostiene que este terremoto fue 600 millones de veces más poderoso que la detonación de Hiroshima hace 66 años. En segundos éste hizo que la costa Este nipona se sumergiera hasta un metro y que se corriera 4 metros, produciendo un giro de un cuarto de metro en el eje de nuestro planeta haciendo que ello modifique la velocidad de rotación de la Tierra y levemente haga más cortos los días.
Para el profesor irlandés John McClousy este sismo de 9 grados fue alentado por uno previo de 7.2 grados que se dio dos días antes. Si bien el impacto de éste sobre el otro tuvo una fuerza tan leve como la que se da con un apretón de manos, debido a que el subsuelo estaba estresado, es que ello fue como la gota que rebalsó el vaso. Varios de los 700 temblores que se dieron después han demostrado que el subsuelo de Tokio se ha ido estresando. Si bien las posibilidades de que ello genere pronto un terremoto en esa ciudad en cuyas inmediaciones viven 30 millones de nipones es algo hoy no muy probable, es inevitable que allí se vuelva a producir tarde o temprano un sismo.
Todo terremoto produce dos ondas que viajan más rápido que el sonido. La primaria que los detectores localizan al instante y la secundaria, que viene después y que es la más letal pues samaquea todo. En dicho documental se veía la sesión del parlamento japonés cuando la TV anunciaba el inicio de la primera onda mientras todos los diputados seguían debatiendo normalmente y a los pocos segundos la remezón que produjo la segunda ola.
Estos segundos son preciosos para prevenir, aunque el peor estrago lo causó el maremoto que fue llegando a las costas niponas entre 24 minutos a 3 horas después del terremoto. Un 40% de la costa de dicha nación está protegida por altos muros anti-Tsunami. Sin embargo, éste tuvo 10 olas que viajaban a un kilómetro de distancia cada una, algunas de las cuales superaron los 10 metros de altura pasando por encima de dichas barreras creando una muralla que avanzaba arrastrando agua, lodo, concreto, fierro y hasta fuego hasta 10 kilómetros tierra adentro.
Todo ello produjo más de 10,000 muertos, 17.000 desparecidos y 500,000 desplazados. No obstante, ese número es menor a los 100,000 muertos que tuvo Tokio en 1923 y los 230,000 muertos de Haití 2010, pese a que la potencia del sismo de Marzo 2011 fue al menos una decena de veces superior a la de cualquiera de éstos. Japón, donde ocurre un tercio de los sismos del mundo, lidera la industria antisísmica global.
Una tercera tragedia que pudo haber hecho que Japón tenga un nuevo Hiroshima fue la explosión de 4 instalaciones de energía nuclear, la misma que se agravó debido a que el sismo destruyó los mecanismos para enfriar dichas plantas. Felizmente, según el profesor inglés Jim Al-Khalili la radiación aérea ha sido contenida y nunca sobrepasó los 50 kilómetros a la redonda de la planta nuclear de Fukushima, a 240 kilómetros de Tokio. Un peligro mayor sería si esta radiación contaminase el agua y los alimentos, cosa que está por verse.
Pese a todos los adelantos de la ciencia ésta se muestra incapaz de predecir cualquier sismo. No obstante, John Maclousy sostiene que ya se vienen desarrollando mapas que muestran los puntos rojos del planeta donde tarde o temprano tienen que darse sismos de gran escala, y donde deben desarrollarse construcciones y sistemas antisísmicos.