En el parlamento se ve una limitada renovación pues muchos de sus integrantes llevan allí décadas siendo re-electos
El jueves 5 de Mayo se realizará el primer referendo británico en 36 años. Este se dará de manera simultánea con las elecciones a los gobiernos de los 3 países del Reino Unido (Escocia, Gales e Irlanda del Norte) y a las municipales en la mayoría de las ciudades de Inglaterra (fuera del Gran Londres).
En el referendo se debe votar a favor o en contra de la propuesta de reforma constitucional para dar paso al Voto Alternativo (AV por sus siglas en inglés) modificando cómo se elige al parlamento del Reino Unido.
Una democracia con herencias feudales
Pese a que Gran Bretaña se reclama como la única potencia con una democracia que no ha conocido golpes, revoluciones o invasiones durante más de un tercio de milenio, allí el voto popular no tiene el mismo peso que en otras naciones. Su jefe de Estado lleva casi 6 décadas en el poder y ni ella (Elizabeth II) ni su predecesor o su sucesor han sido o serán electos. El Reino Unido es, además, la única ‘democracia’ que nunca ha elegido a su cámara alta, pues todos sus 792 lores han sido designados por la monarquía o por herencia.
En el parlamento se ve una limitada renovación pues muchos de sus integrantes llevan allí décadas siendo re-electos, aunque con porcentajes que pueden ser muy bajos. Hoy éste está compuesto por 650 parlamentarios, cada uno de los cuales salió primero en su respectivo distrito electoral.
Esto es una tradición que viene de siglos, la misma que ha diseñado a la actual cámara de los comunes británicos en la cual solo hay realmente espacio para dos partidos que se alternan en el poder: el del gobierno y el de la oposición.
Así por ejemplo, el previo gobierno laborista (el del 2005-2010) podía imponer sus leyes pues controlaba un 55% del parlamento, pese a que había recibido apenas un 35% en las urnas. Fuera de los dos grandes partidos (laboristas y conservadores) las fuerzas menores no ingresan al parlamento o lo hacen con un porcentaje muy inferior al que obtuvieron en las ánforas.
El gran perdedor en ese sistema es el partido liberal demócrata. Este nunca ha llegado a conseguir un décimo del parlamento, aunque haya bordeado la cuarta parte de todos los votos (como pasó en 1983).
Uno de los requisitos que puso ese partido de centro para hacer la actual coalición junto a los conservadores fue la de exigir un referendo para alterar ese sistema, el cual debería llevarse a cabo a fines del primer año del nuevo gobierno, cosa que hoy acontece.
AV: el Voto Alternativo
La nueva reforma no plantea incluir la representación proporcional sino un breve cambio en la forma en que cada distrito elige a su respectivo parlamentario. Mientras hoy menos de la tercera parte de ellos ha conseguido la mayoría absoluta, de ganar el sí se obligaría a que todos ellos hayan recibido el 50% + 1 de los votos. En vez de hacer una segunda vuelta en otra fecha, en la misma papeleta a cada elector se le daría la posibilidad de que escoja quien quisiera que triunfase después de su preferido. Este mecanismo se usa desde el 2000 para nominar al alcalde de Londres.
El actual gobierno se encuentra dividido al respecto. Mientras el primer ministro conservador David Cameron demanda el NO su vice-primer ministro liberal Nick Clegg urge un Sí si es que no quiere que se destruya su futuro personal y el de su partido. Ese choque se ha plasmado en una serie de ataques sobre la cuestión de la inmigración donde Cameron ha buscado apelar al electorado nacionalista exigiendo más cupos a los extranjeros y Vincent Cable, el ministro liberal de negocios, le ha refutado.
Los partidarios del Sí y del No
Todos los liberales están unidos para conseguir el AV pues sin ello su partido nunca dejará de estar sub-representado en el parlamento. En cambio, los conservadores y los laboristas están divididos, aunque el líder del primero hace campaña por el No y el del segundo por el Sí.
La mayoría de los conservadores (aunque no todos) se oponen a cualquier cambio. Su gobierno requiere hacer una serie de duros y antipopulares ajustes económicos. Al igual que en la época de Thatcher ellos saben que solo les respaldará a lo máximo dos de cada cinco votantes, para lo cual les es preferible mantener el sistema vigente que permite a un partido que tiene la primera minoría imponer sus leyes con la mayoría absoluta de la cámara de los comunes. La única reforma que quisieran los ‘tories’ es la de reducir el número de escaños de 650 a 600 para que así, de paso, se eliminen bastiones históricos de sus rivales ‘rojos’.
Varios laboristas también se oponen al AV pues creen que eso hará que su bancada se achique y que el único beneficiario sería el liberalismo. Los ‘rojos’ anti-AV quieren transformar a este referendo en un plebiscito sobre Nick Clegg, quien hace un año atrás llegó a ser el líder liberal más popular en este milenio y hoy es tan impopular que su respaldo en las encuestas se mide en cifras de un dígito.
Sus detractores muestran una foto en la que él aparece luciendo un compromiso firmado prometiendo oponerse a cualquier alza de matrículas universitarias, algo que, no obstante, aprobó (y en gran escala) apenas llegó al poder.
La campaña No al AV sostiene que hay que castigar a Clegg, que ese sistema solo funciona en menos del 0.5% de la humanidad (Australia y dos islas vecinas: Fiji y Papúa Nueva Guinea) y que su aplicación costaría tanto como los gastos actuales que implican casi 70,000 puestos escolares.
Ed Milliband, el nuevo líder laborista, sostiene que si el NO gana el gran triunfador sería el premier Cameron con sus planes de ajustes duros. Según él el AV no es perfecto ni ideal, pero, al menos, ayuda a ir renovando la política británica, arrinconar a los ‘tories’, permitir que en las elecciones los candidatos, en vez de acentuar qué es lo que les diferencia entre ellos, busquen formulas de colaboración y posibilita que el parlamentario electo tenga mayor base electoral. Además, lo que los laboristas quieren desde la época de Blair es llegar a hacer un constante ‘bloque progresista’ donde ‘labs’ y ‘libs’ se apoyen mutuamente para marginar a los ‘tories’.
Milliband recalca que es en las elecciones municipales y regionales donde se debe castigar a los liberales. Por ello él propone golpear a Cameron votando No en el referendo y a Clegg humillando a los liberales en las elecciones locales que se darán simultáneamente.
Aún no se sabe que puede pasar ese día. Si bien es cierto que los dos partidos de gobierno saben que van a quedar mal parados en las elecciones locales y regionales (y que los liberales son los que están amenazados de sufrir las peores derrotas), el laborismo no las tiene todas aseguradas. Es posible que los nacionalistas escoceses le vuelvan a impedir que hagan gobierno en ese país y que, si bien Milliband logre el avance en las elecciones locales y regionales, puede que no gane en el referendo.
Si el AV se aprueba ello implicará que Clegg pueda estar en mejores oportunidades para evitar ser depuesto del liderazgo liberal y que tanto su partido como Milliband sientan que son aves que levantan vuelo. Cameron, en cambio, festejará si el AV vuela a pedazos.