Latinoamérica es una de las regiones con mayor similitud entre los países que la integran. Formamos parte de un hemisferio que comparte un pasado indígena
En el estudio de las relaciones interamericanas nos damos cuenta de lo mucho que tenemos en común tanto los Estados como las poblaciones de los mismos, en materia de objetivos, sueños, metas, esperanza, pero además en cuestión de problemáticas del continente.
También observamos que muchos de los aspectos claves para el desarrollo de cualquier nación ya se han insertado en la globalización, desde tópicos del tipo comercial o financiero hasta en cuestiones que pueden poner en jaque la estabilidad y la paz de cualquier país como el crimen trasnacional o incluso igualmente en fenómenos sociales como la migración que denotan la importancia de políticas comunes que busquen dar respuesta adecuada a estas problemáticas, donde los gobiernos nacionales tienen poca incidencia si carecen del apoyo de sus países vecinos.
Si reconocemos que vivimos en un mundo interdependiente nos daremos cuenta de que para potencializar nuestros anhelos y para combatir los males comunes es necesario ampliar los márgenes de las relaciones entre los países de nuestra región ejerciendo una cooperación efectiva entre quienes conformamos esta tierra de oportunidades.
Latinoamérica es una de las regiones con mayor similitud entre los países que la integran. Formamos parte de un hemisferio que comparte un pasado indígena (en la mayoría de países), una historia de conquista europea, costumbres, tradiciones, religión y semejanzas en las raíces lingüísticas. Incluso podríamos decir que nuestro subcontinente podría ser una nación unida por vínculos históricos y separada por una geografía política que fue delimitada por intereses individuales de gobernantes, que pensaron que la división era la clave para su permanencia en el poder. Recordemos que los países son entes imaginarios, trazados en el mapa por el hombre, y es el hombre el que marca sus delimitaciones, el que se arraiga a su territorio y el que decide cómo gobernarse.
Sin embargo para afrontar los llamados retos del siglo XXI nuestra región requerirá de alianzas estratégicas, de cooperación en ciertas áreas e incluso de incursionar en más y mejores iniciativas de integración. A nivel económico parecería que son insuficientes las actuales organizaciones que buscan aumentar las relaciones económicas entre los países de nuestra región. Tanto el MERCOSUR, como la Comunidad Andina de Naciones, el Mercado Común Centroamericano o la Asociación Latinoamericana de Integración carecen de un aparato y una logística lo suficientemente incluyente para unir a nuestra región, como una ofensiva al gigante asiático (China) que mira con ambición el mercado Sudamericano y que puede incluso aprovecharse de los “individualismos” que aún existen de facto en Latinoamérica.
Aún así, los intentos por tener una región más integrada siguen en pie. Por ejemplo en esta semana Chile, Colombia, México y Perú (a propuesta de este último) firmarán un pacto llamado “Acuerdo del Pacífico” con el cual se buscan ampliar los lazos de cooperación con miras a procurar la existencia de cierto nivel de integración entre estos países. El acuerdo tiene una fuerte perspectiva económica pues busca agilizar la circulación de bienes, capitales, personas y servicios entre los futuros signatarios.
Al respecto vale la pena detenernos y hacer un paréntesis para discernir de forma correcta cuáles son las diferencias entre cooperación e integración. En términos sencillos la cooperación se refiere a los lazos y acuerdos que suscriben los Estados para beneficiarse en algún sector particular, pero sin implicar una responsabilidad o compromiso más allá del acuerdo. Estas buenas intensiones se diferencian del concepto de integración en donde hay un compromiso que conmina a los países a ceder soberanía y a que sus decisiones tengan una incidencia directa con respecto a la otra parte, el ejemplo más claro en este sentido sería la Unión Europea.
Lo que pasa en nuestra región en general es hasta el momento mera cooperación, aún hoy en día los intentos de crear una Comunidad de Naciones Latinoamericana es lejana, pero las tentativas y pactos pueden, con base en la voluntad de nuestros gobernantes, convertirse en realidades que nos ayuden a encarar de mejor manera las exigencias de la economía mundial. Creemos firmemente que la idea de la Cooperación Interamericana debe partir de un respeto a las diferencias entre los países y a las múltiples naciones que habitan nuestro Continente. Latinoamérica es más que una abstracción para localizarnos en el mapa del mundo, es el recuerdo de un pasado complicado, un presente en construcción y esperemos un futuro común.