Una de las singularidades que tiene el proceso peruano es que a una semana de esos comicios lo único que puede predecirse es que habrá una segunda ronda
El domingo 10 de abril son las elecciones generales del Perú. En este país se han producido muchas posiciones sobre las distintas candidaturas y lo que queremos hacer en esta columna es un análisis comparativo de éstas en relación a otros comicios de su entorno internacional.
Una de las singularidades que tiene el proceso peruano es que a una semana de esos comicios lo único que puede predecirse es que habrá una segunda ronda aunque no se puede vaticinar quien puede entrar a éstas.
Por primera vez en la historia peruana (y posiblemente suramericana) hay 5 candidatos que se han ido alternando en la cima en varias encuestas.
Keiko Fujimori (la hija de quien gobernara el Perú en 1990-2000), Luis Castañeda (quien en el 2010 renunció a la alcaldía de Lima que detentaba desde el 2003 para postular a la presidencia) y Alejandro Toledo (ex presidente 2001-2006) llegaron a liderar varios sondeos, aunque en algunos últimos ellos han perdido las preferencias ante Ollanta Humala (ex militar nacionalista que se levantó contra Fujimori) y Pedro Pablo Kuczynski (ex primer ministro de Toledo).
En las últimas presidenciales que han tenido todos sus demás vecinos se podía saber de antemano quién estaba por ganarlas o por entrar al balotaje. Los actuales presidentes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil lideraban las encuestas al menos una semana antes de sus respectivas elecciones.
El Perú, en cambio, está abierto a múltiples posibilidades. Un candidato que raspadamente llegue segundo, aunque solo tenga un quinto de los votos, podría llegar a la presidencia si es que fuese capaz de unir a muchos de sus ex rivales para frenar a un supuesto ‘mal mayor’.
Se trata de un escenario similar al que produjo en el 2006 la nominación del actual presidente Alan García. Él, a último momento, llegó a quitarle el segundo lugar (y por muy poco) a la socialcristiana Lourdes Flores y luego en la vuelta final logró ganar el apoyo de todos aquellos que querían evitar que el ganador de la primera vuelta (Humala) pudiese triunfar alertando el peligro que él pudiese ser un nuevo Chávez. García, a su vez, mostraba un gran cambio político pues en su primer mandato (1985-90) había sido un precursor de nacionalizaciones y prédicas anti-imperialistas que después heredaría el bolivariano.
A fin de evitar ese escenario Humala ha decidido ‘moderarse’ distanciándose del polo del ALBA para acercarse al del actual gobernante Partido de los Trabajadores del Brasil. Asesores del PT fueron claves en ‘moderar’ al farabundismo salvadoreño y hacerles llegar a la presidencia. Si bien El Salvador y Nicaragua tienen hoy a la ex guerrilla en el poder, la diferencia entre ambos es grande. Mientras Funes recibe a Obama y reconoce al gobierno hondureño, Ortega apoya a Gadafi y veta a Lobos.
Al entrar en la órbita del PT Humala busca evitar tantas animadversiones y sacar provecho de la alta popularidad interna e internacional que tiene Lula, quien, a diferencia de Chávez, es apoyado por una amplia gama de inversionistas nacionales y extranjeros los cuales ven en él un modelo de conciliación social.