Nuevos patrimonios culturales inmateriales de la UNESCO

En muy pocos lugares del mundo el 2,011 debe haber sido recibido con un especial orgullo como en el pequeño pueblo de Mito, en el valle del Mantaro, al centro del Perú.

Allí las pocas cientos de familias que le componen desarrollan desde hace cientos de años una festividad que precede a los conquistadores. Durante los 3 primeros días de Enero salen a las calles lo huacones, unos varones con mascaras de nariz-cóndor, grandes capas y látigos que representan al antiguo consejo de ancianos que va de casa en casa a castigar a los inmorales.

Este es un ritual poco conocido incluso en el departamento de Junín donde se encuentra este distrito de menos de 1,500 habitantes. Más, este año los huacones salieron a las calles sabiendo que la UNESCO les acababa de declarar como patrimonio cultural, intangible e inmaterial de la humanidad.

La otra danza quechua que recibió tal galardón es la de las de tijeras, la misma que inmortalizó José María Arguedas, en la que los antiguos andinos homenajeaban a los diablos haciendo piruetas, traspasándose sus cuerpos como faquires con agujas y hasta devorando animales vivos.

Tanta esta danza como la de los huacones se han mestizado combinando elementos hispánicos con pre-colombinos, gracias a los cuales la iglesia católica les toleró.

Mientras los movimientos de los huacones no son difíciles de seguir, el danzante de las tijeras requiere de mucha práctica y coraje. La UNESCO no obstante, no da tal distinción en función a cual da un mejor espectáculo, sino a la que representa un patrimonio oral inusual que es transmitido por generaciones.

Semejante reconocimiento no lo han logrado aún otros bailes suramericanos tan populares (cueca, marinera, tondero, pasillo, salsa, huayno, merengue, etc.).

Cuando esta distinción empezó a ser dada por la UNESCO en el 2001 las 4 primeras obras culturales homenajeadas de América Latina fueron el Carnaval de Oruro, la lengua, música y cultura de los garífunas, la lengua y cultura zápara y la Cofradía de los Congas del Espíritu Santo de Villa Mella.

En el primero danzan durante 3 días 40,000 personas protagonizando más de una docena de bailes típicos del altiplano. Las más famosas son la diablada (donde se rinde pleitesía a un antiguos dios local que fue derrotado por la virgen y que aún se mantiene como el dueño de las infernales minas, de las que los orureños han obtenido sus riquezas) y las danzas que celebran a los esclavos negros en las minas (como la morenada que se baila con trajes y máscaras que pesan hasta 40 kilos, las sayas y los caporales).

Los 600,000 garífunas son un pueblo único que habita en la costa caribeña que va entre Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Ellos fueron esclavos nigerianos que llegaron a la isla de San Vicente de la que fueron deportados por los británicos hacia América central. Su lengua es tal vez la más africana de las Américas, aunque ésta tiene muchos elementos de los indios arahuacos que antes dominaron el Caribe.

El záparo es un idioma casi extinto, pero que antes era hablada por unos 200,000 amazónicos entre Ecuador y Perú y cuya especial riqueza radica en ser uno de los resabios de una antigua familia lingüística que desarrolló una especial riqueza de vocablos para referirse a su fauna, flora y medicina tropicales.

La cofradía de la hermandad de las congas es un festival creado por los antiguos esclavos dominicanos dedicado al espíritu santo en las pascuas y funerales.