(foto en Univison de Thinkstock)
Un nuevo estudio comprobó que las mujeres con cáncer de seno en un estadío temprano no siempre necesitan la extirpación de los ganglios o nódulos linfáticos que se encuentran en su axila, un procedimiento vinculado a dolorosos efectos secundarios como la inflamación crónica de la axila, infecciones y adormecimiento del brazo.
La investigación, publicada en la última edición de la revista de la Asociación Médica Americana, analizó la evolución del cáncer en 900 mujeres: 445 a las que se les habían extirpado los nódulos y 445 a las que no. Y halló que, luego de 6 años de la extirpación de los nódulos, la supervivencia era similar en ambos grupos.
Hasta hace pocas décadas, la primera opción de tratamiento para las pacientes con cáncer de seno era la mastectomía radical, es decir, la extirpación completa del seno y de sus tejidos, incluyendo los nódulos linfáticos de la axila. Pero en los ’80, nuevos estudios mostraron que no era necesario una cirugía tan extrema, y que extirpar sólo los tumores, y someter a la paciente a radioterapia,funcionaba tan bien como la extirpación total.
Durante esta cirugía menos invasiva, se extirpan los llamados nódulos “centinela”: que se definen como los que están más cerca del tumor, según el Instituto Nacional del Cáncer. El problema es que, hasta ahora, si se detectaba cáncer en uno solo de estos nódulos, se removían todos los nódulos linfáticos de la axila.
El objetivo es detener la expansión del cáncer, pero el procediciento causa complicaciones a largo plazo como pérdida de la mobilidad del brazo, sensación de adormecimiento, infecciones y linfedema, una afección que causa la hinchazón crónica de la axila por la obstrucción de los canales linfáticos.
Según explica la Biblioteca Nacional de Medicina, estos nódulos, también llamados ganglios linfáticos, se encuentran a lo largo de todo el cuerpo y “son una parte importante del sistema inmunitario. Ayudan al cuerpo a reconocer y combatir gérmenes, infecciones y otras sustancias extrañas”.
El estudio del que participaron médicos de 11 centros de salud, entre ellos, la Clínica Mayo, el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center y la American College of Oncology Surgeons Group observó que la tasa de supervivencia en mujeres que estaban libres de cáncer, cuyos tratamientos habían resultado exitosos, era similar en el grupo que se había removido los nódulos y en el que no habían tenido ese procedimiento.
En el caso de las que no se habían operado, la tasa de supervivencia había sido del 83,9 por ciento, mientras que las sí lo habían hecho tuvieron una tasa de supervivencia de 82,2.
La conclusión de los científicos fue que, para mujeres que estén en un estadio de la enfermedad similar al de las que participaron del estudio, no es necesario remover los nódulos de la axila y, es más, aseguran que mantenerlos podría mejorar la calidad de vida.
Las mujeres a las que se les extirparon los nódulos completan el tratamiento con quimioterapia y radioterapia. El estudio mostró que estos tratamientos adicionales son suficientes para destruir las células cancerígenas que se encuentran en los nódulos.
La edad promedio de las mujeres que participaron del estudio fue de 50 años con un estadio temprano de la enfermedad, con tumores de menos de 2 pulgadas (unos 5 centímetros).
En el país se diagnostican cerca de 200.000 casos de cáncer de seno cada año. Y un tercio de ellos se diseminan a los nódulos de la axila.