Muhammad Hosni Sayyid Mubarak, conocido comúnmente como Hosni Mubarak, quien en 1975 fue designado vicepresidente de la República de Egipto por Anwar el-Sadat. Tras el asesinato de éste a manos de islamistas radicales, accede a la presidencia del país y del Partido Nacional Democrático, habiendo sido reelegido en 1987, 1993, 1999 y 2005.
Con una fortuna personal calculada en más de 30 Mil millones de dólares, un pueblo hambriento, atrasado y sumido en una cruel ignorancia, Mubarak vio pasar los siglos XX y XXI, como todo un Faraón rodeado de placeres, mujeres, riquezas y amplio apoyo internacional, mientras la inmensa mayoría de su pueblo no conoció otro camino, que el hambre, la miseria y la represión política y religiosa.
Mubarak lleva una vida occidental para sí mismo y sus seguidores, para el resto del pueblo, las migajas del islamismo reprimido.
Aliado incondicional de Estados Unidos y un amigo táctico de Israel, Mubarak disfrutó de la paz del poder, con unas fuerzas armadas bien adiestradas por EEUU y la OTAN.
Hoy los días del Faraón se ven perturbados por una gigantesca ola de cambios, que su propio pueblo pide a gritos, cambios que se iniciaron en Túnez, pasando por Jordania, deteniéndose en Marruecos y siguiendo su camino peregrino por las mismas simientes del corazón del mundo islámico.
El despertar del mundo árabe podría arrastrar a varios de sus gobiernos mas autoritarios, incluyendo a sus monarquías, corruptas, ególatras y pervertidas. Las riquezas de los petrodólares no llegan a las masas, a pesar de que miles de miles de millones de dólares en barriles de petróleo han desfilado por el Canal de Suez y el Golfo Pérsico.
Algunas dictaduras latinoamericanas deberían verse en el espejo del despertar del mundo árabe, y entender que sus caprichos y abusos llegarán algún día a su fin, y serán los propios dictadores los que finalmente son arrastrados hacia el cadalso redentor.